Los comensales agotan las 300 lampreas cocinadas en el recinto de Pontecesures.
Ciencia, gastronomía, devoción y ocio dominical se han dado la mano ayer en Pontecesures al coincidir la XIX Festa da Lamprea con la romería de San Lázaro, una de las de más fervor en la comarca del Ulla por sus milagrosos favores respecto a las enfermedades de la piel.
Por ello no es de extrañar que las calles del centro de la villa fueran ayer un verdadero hervidero de gente, desde la iglesia de San Xulián y el entorno de A Plazuela, hacia las inmediaciones de la plaza de abastos donde se situó la carpa gastronómica de degustación del parásito más exquisito de la localidad.
Con una temperatura que rondó todo el día los 15/20º centígrados, la cita de Pontecesures fue un verdadero éxito, aunque sin llegar a la marabunta de otros años, explican en fuentes de los cuerpos de seguridad.
Con todo, crisis incluida, el público agotó las existencias de lamprea. Se cocinaron 300 a la «bordelesa», es decir en su propia sangre, y no quedó ni un grano de arroz ni picatostes.
A mediodía se leyó el pregón sobre la lamprea, a cargo de Xesús Abalo, un joven biólogo de la localidad que investiga en Suecia los secretos de la lamprea y su conexión con los demás vertebrados, incluidos los humanos.
Con renovados conocimientos, el alcalde Luis Angueira y otros miembros de la Corporación, entre ellos el independiente Luis Sabariz, emprendieron el camino hacia la carpa de la fiesta, acompañados por la música de la Agrupación Cultural «Xarandeira» y el grupo portugués invitado «Praia d´Áncora».
De camino se encontraron a los fieles de San Lázaro con sus ramos de mirto con los que acababan de acariciar la imagen para que les proteja de los males de la piel.
Y como toda buena romería que se precie, decenas de puestos de rosquillas, cirios y exvotos, palmas para el próximo Domingo de Ramos y también el producto local por excelencia, los churros artesanales y calientes.
A continuación, la carpa institucional que estaba vacía en contraposición con la imagen que se podía ver en los abarrotados puestos en que se servía la lamprea recién cocinada en su sangre, como manda la tradición.
Pero para que no todo fuera cocina, los organizadores de esta fiesta han querido rendir un tributo a los «valeiros», los pescadores que tienen autorización para capturar este cartilaginoso pez cuando remonta el Ulla desde el mar.
Y por ello, en un acuario, los curiosos tuvieron ocasión de contemplar varios ejemplares vivos, de aspecto resbaladizo, boca succionadora y tronco de casi medio metro de largo.
Porque en la fiesta de la lamprea también se vendieron ejemplares vivos para cocinar en casa, al precio de diez euros.
Ya servidos y con regalo de vino, arroz blanco y picatostes, se vendió a 10 euros la ración y 30 euros la pieza.
Y para quien no guste del exquisito manjar al que se rinde homenaje también se ofreció churrasco y pulpo, a 8 euros.
Pero la fiesta no se quedó en el recinto. Todos los restaurantes de la localidad rindieron culto al pez, que se convirtió en el plato estrella del último día de esta campaña de pesca.
Quien tuvo ocasión de cocinar la lamprea destacó la calidad que tiene este año. «Son ejemplares enormes y con mucha carne», aseguraba una de las cocineras entre fogones.
La cantidad también ha sido uno de los factores que más han influido en el éxito de esta edición.
Faro de Vigo
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