Un vecino ofreció un ternero al santo si le quedaba preñada la vaca.
En su día, el dinero que se recaudaba con las ofrendas al santo se le entregaba a las personas necesitadas de la parroquia. Hoy en día ya no es así, porque en palabras de Carlos Bragaña «gracias a Dios no hay pobres en la aldea o la parroquia, y quien más quien menos tiene algo para comer». Así las cosas, lo que hacen con la recaudación es arreglos en la capilla.
Hace unos años se destinó parte del dinero al arreglo de la imagen de San Antonio, que acusaba el paso del tiempo. La otra parte la donó un vecino que le había ofrecido al santo lo que ingresase por la venta de un ternero si le quedaba preñada una vaca. Cuando finalmente eso sucedió, el hombre cumplió su promesa con el santo. Este tipo de celebraciones están aún muy arraigadas en el rural, donde las personas devotas realizan ofrecimientos a los santos a cambios de salud u otros favores.
Faro de Vigo
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