¡Qué fácil y normal es ser tu amigo!.

Publicado por Redacción en

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QUERIDO AMIGO: La palabra amigo tiene un significado especial. Porque es una relación del alma, del espíritu, más allá de la sangre, de las coincidencias ideológicas e incluso más allá de las simpatías y de la diferencia de edad. Amigo es el hermano de espíritu, el amigo del alma.
Mi querido amigo Isorna. Duele despedirte, pero no tanto. Hasta en esto de la despedida fuiste un caballero, como en todo, de la cabeza a los pies. Caballero, noble, concreto y maravillosamente cercano y optimista. Entrañable en todo, nos diste un tiempo prudencial para ir viendo cómo te ibas lentamente, a fuego lento, escondido en ese rinconcito del convento franciscano de Noia. Fuiste, también en esto, como en todo, generoso. Poco a poco, sin ruido, sin doblar de campanas te marchaste.
La última vez que fuimos a Santiago ya no pudiste patear tu querida ciudad. Visitamos la ciudad del Apóstol en coche, con él llegamos hasta los lugares más entrañables de tus recorridos diarios: tu despacho en la Delegación de los Medios de Comunicación, algunas librerías, donde compramos libros, entre ellos una Biblia con comentarios (compraste varias, como siempre, para luego regalarlas), la Redacción de El Correo Gallego?, un vigilante de tránsito me miró con mala cara, amenazante, pero cuando te vio a ti al lado, se sonrió y dijo:
??Pero si es el padre Isorna. ¿A dónde van? Esperen que les cuido el coche, vayan tranquilos. ¡Qué bien se le ve, padre!
Hay gestos que marcan a un hombre. Recuerdo ahora dos. El primero, la mirada de cariño con que miraste a mi esposa cuando la conociste. Al salir del convento, sacaste una tijerita y cortaste una rosa y se la entregaste con la misma ternura. Este gesto se repitió con frecuencia cuando nos veíamos en el convento de Santiago o de Noia. El otro fue, cuando visitamos tu querido pueblo de Cordeiro y te empeñaste en llevarnos a la iglesia parroquial para mostrarnos el ciprés que plantó tu papá, al pie del panteón familiar. Entendí perfectamente tu intención, era para cuando llegara este momento, para cuando tu cuerpo reposase allí no nos olvidáramos donde ibas a estar. Sí, lo entendimos. Allí iremos padre, cuando viajemos a España, no fallaremos, pero tampoco importa tanto porque estás en nuestro corazón y, en el fondo sabíamos que tu cuerpo ya hacía tiempo que se estaba yendo, al mismo ritmo que la edad, a sorbos.
Padre Isorna, gracias por tu caballerosidad, por tu grandeza, por tu sencillez, por tu fragancia fresca de franciscano, gracias por tu amistad. Ser tu amigo, es muy normal y fácil. Paz y bien, amigo.
Por Gumersindo Meiriño. «In memoriam»
*El autor es doctor en Sagrada Teología y escritor»

El Correo Gallego


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