La cuna del churro se reivindica.
La historia de los pontecesureños está ligada al dulce postre
Pontecesures es, sin duda, la cuna del churro. Varias generaciones de pontecesureños han vivido de la venta ambulante de este característico postre, recorriendo toda Galicia y endulzando cada fiesta. Ayer su fue su gran día.
Posiblemente si uno adquiere churros en esos puestos ambulantes que se instalan en cualquier romería que se precie, en el mercadillo, al lado de la plaza de abastos, en la verbena de turno u otros lugares, estará consumiendo un producto elaborado con manos artesanas de pontecesureños.
Pontecesures es, sin duda, la cuna de los churros, de tal forma que varias generaciones de ciudadanos de este joven municipio, que este año alcanza su centenario, han vivido de la explotación de este recurso a lo largo y ancho de Galicia.
Un momento de la XIII Festa do Churro de Pontecesures, esta tarde.
De ahí que haya tantas churrerías y/o chocolaterías registradas en esta villa ribereña, podría decirse que la práctica totalidad con el mismo origen familiar.
Con el paso de los años los abuelos legaron los secretos del churro a sus hijos y nietos. Y así, generación tras generación, las familias fueron creciendo y expandiéndose, y las churrerías, también.
Junto a ellas, las de algunos que fueron empleados de esas churrerías familiares y que en algún momento decidieron montar la suya propia.
Unos y otros vivieron ayer su gran día, ya que Pontecesures acogió una nueva edición de la Festa do Churro, pensada por el Concello y los propios churreros para, precisamente, presumir de producto y dar a conocer esta tradición centenaria.
El lunes se barajó la opción de suspenderla, ya que las condiciones meteorológicas adversas desaconsejaban la celebración. Pero ante la posibilidad de que el tiempo mejorara levemente ayer por la tarde, el Concello propuso mantener esta cita que, a la postre, era la guinda del día festivo del patrón, San Julián.
Y allí que se fueron con sus churros y su chocolate empresas como la de Lauro Jamardo y Sandra Lafuente, puesta en marcha en 1990. Se trata de Churrería Sandra, cuyos orígenes se remontan a 1930, en tiempos del abuelo de Lauro.
La suya es una de las familias pontecesureñas que se dedican a la venta de churros de forma ambulante. Y una de las que más han querido implicarse en su exaltación anual, para «promocionar el producto y reinvindicar esta tradición del pueblo pontecesureño».
En el que también trabajó durante décadas Fina, su hermana, recientemente jubilada y que traspasó la experiencia y buen hacer en la elaboración del chocolate a su nieto, quien abrió la tienda llamada La Quinta en Santiago.
Junto a ellos y los cientos de personas que ayer acudieron a la fiesta desplegada en el entorno de A Plazuela, Isolina Lafuente, la hermana de Sandra y propietaria de Churrería Isolina desde los años ochenta, cuando se hizo cargo de la empresa que tenía la familia de su marido.
Tampoco podía faltar María Jesús Batalla, de 66 años y gerente de Churrería Marisú. A sus espaldas, casi cuarenta años de oficio y dedicación a «un producto tradicional y característico de Pontecesures que ha dado trabajo a muchas familias durante generaciones», indicó la experimentada churrera
Más joven que ella es Patricia Constantino Dasilva, que al frente de Churrería Patry también quiso sumarse a la fiesta celebrada ayer, y quien representa la continuidad de un negocio que en el pasado perteneció a la familia de su exmarido.
Otra de las firmas participantes fue La Cesureña, regentada por José Ramón Vilas, de 44 años, y Susana Fernandes, de 43. Llevan doce años en el negocio, el cual heredaron de los padres de ella, quienes a su vez lo montaron hace casi cuatro décadas.
Se completa la relación de participantes con las churrerías Lucía, María Moreiras, Montserrat Custodia, Marisol Doce Limeres, Miguel Jamardo e Iván Custodia.
En el gobierno bipartito de Pontecesures, que presentó la Festa do Churro como una de las señas de identidad del municipio, destacaron que en este evento «además de comer y bailar es posible ver cómo se elabora este producto en vivo y en directo con ingredientes de l más simple , como harina, agua y sal».
De este modo quedaba patente que «la cadena de producción sigue siendo un proceso prácticamente manual que incluye el amasado, el corte de cada porción y el proceso de freírlas en grandes cantidades de aceite para que los churros queden perfectamente cocidos y crujientes antes de aderezarlos con la tradicional lluvia de azúcar».
De todo ello dieron cuenta, y gratis, cuantos ayer se acercaron al centro urbano pontecesureño, donde el mal tiempo limitó una afluencia que, en caso contrario, iba a resultar mucho más espectacular.
Faro de Vigo
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