Untadas de grasa y de sebo, tardaron media hora en cruzarlas ·· Serafín, que se encargó del juego, se animó a intentarlo
El viernes fue otro día de fiesta para A Ponte, en Padrón, que con el San Roque se animó a pasar una jornada refrescándose con el ya tradicional juego de las cucañas. Se celebra «desde siempre en la villa aunque nadie sabe desde cuando», comenta Serafín, de la comisión, mientras preparaba la grasa para verter por el tronco.
Cientos de personas se congregaron sobre las 18.00 horas a ambos lados del río Ulla, expectantes por el divertido espectáculo que iba a dar comienzo, e incluso, algunos familiares de los participantes se acercaron en lanchas para ojearlo en primera línea. El panorama: un barco situado en el medio del río del que salía un palo rebozado con materiales grasos preparado para ser cruzado (sin caer antes al agua, ¡claro!). De esta manera, se lograría alcanzar la bandera y los tres primeros en hacerlo recibirían recompensa.
El ambiente entre los participantes estaba caldeado, ya que la fiesta que aún duraba desde la noche anterior aumentó los «aires competitivos», y todos se propusieron llegar a la meta. Al principio fue complicado, porque el tronco estaba muy resbaladizo y los participantes (entre risas) comentaban las caídas que sus compañeros sufrían. Además, aunque el buen día acompañó la jornada, el agua se encontraba «congelada», según los propios competidores. Ellos mismos se mostraban enfadados de sus intentos, aunque el «cachondeo» reinaba entre todos.
Parecía casi imposible conseguir la bandera después de que alrededor de 30 participantes, todos hombres, llevasen más de media hora intentándolo sin resultado alguno (en muchas ocasiones ¡por los pelos!). La gente gritaba desde el puente frases de ánimo, al mismo tiempo que pasaban un buen rato viendo los resbalones que se producían antes de aterrizar en el río.
Sería Norio Jamardo, que en las últimas ediciones ya había sido uno de los ganadores, quien logró llegar al final del palo y alzarse con el primer puesto. En este momento, a los demás le venían las prisas, vacilando con que había que terminar pronto para seguir con los vinos en el bar, «¡que mucho frío estamos pasando!».
El patrón del barco, así le llamaban a Serafín, se animó a probar, y aunque no logró la bandera, sí que fue el más aplaudido a la hora de intentarlo. Fue él también quien se encargó de cortar una parte del tronco para «agilizar el juego», ya que ya llevaban más de una hora, y los más jóvenes empezaban a tiritar.
Una hora para la segunda
Fue Miguel Ángel Alonso el segundo en conseguirla tras una hora. Todos estos años pasados intentándolo, y ayer lo logró. A partir de aquí, las voces que resonaban advertían: » Se Miguel o logrou, calquera pode».
El empeño de todos fue todavía más grande, pero sobre todo del hijo del patrón, Serafín Buceta, que llevaba varias ocasiones fallidas por muy poco. Estaba impaciente, pero llegó su momento: fue él quien logró la última bandera de la tarde, a la que -por cierto, como a los otros dos- acompañó una bomba de palenque que indicaba el logro.
Como ganadores, recibieron de recompensa un trofeo y también premio en metálico que «vamos a gastar nestas festas».
Indagando sobre los orígenes lúdicos
La comisión lanzó una campaña de recopilación de datos entre quienes puedan poseer documentación sobre las cucañas, porque quieren así llegar a la declaración de fiesta de interés turístico-cultural .
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