El bocado más sabroso del mundo.

La lamprea se comió en la coronación de Isabel II de Inglaterra. ¿Cómo no ir a disfrutarla el 18 de marzo a Cesures?.

Ya hay fecha para cumplir con una de las más sabrosas tradiciones gastronómicas de la vieja Galicia: el encuentro con la lamprea cuando el invierno va camino de iluminarse en primavera. El próximo 18 de marzo, en la carpa que se instalará junto a la zona portuaria, Pontecesures cocinará y servirá de nuevo las preciadas lampreas del Ulla. En esta ocasión, la organización se propone preparar setecientas raciones. La temporada se está dando bien, hay producto en abundancia, los precios acompañan y todo invita al optimismo. El sistema es el de siempre. Venta de tiques a razón de doce euros el plato, que incluye una copa de vino y el arroz y los picatostes que siempre acompañan su elaboración más conocida: la bordelesa. No hay excusa para no degustarla.

Sobre todo, porque una semana antes, entre los días 9 y 11 de marzo, una decena de hosteleros de Cesures demostrarán su habilidad e imaginación a los fogones en la ruta Tapea Lamprea, una verdadera exquisitez que alcanza ya su cuarta edición. El precio de cada tapa, el mismo que el año pasado, tres euros.

La lamprea, como ayer sentenció el alcalde cesureño, Juan Manuel Vidal Seage, es mucho más que un simple alimento. Es cultura, es historia. «? un xeito de entender a vida e de entender o río». Es el pueblo mismo, contado a través de sus gentes y de sus costumbres. Por algo el regidor quiere proyectar Cesures a través de la antiquísima mirada de la lamprea. Quienes reparen en su aspecto, poco agraciado, deben saber que en la coronación de Isabel II de Inglaterra se sirvió pastel de lamprea. Su antecesor, Eduardo I, murió de un empacho… de lamprea. ¿Quién somos nosotros para dudar de tan regios paladares?

La Voz de Galicia

Vecinos de Herbón no podrán poner su puesto frente a la plaza en la Pascua.

El Ayuntamiento no permite este año que haya venta de hortalizas en esa zona.

Vecinos de la parroquia de Herbón expresaron ayer su malestar por el hecho de que el Concello de Padrón no les permitirá este año instalar su puesto de venta de plantas de hortalizas y verduras en la zona que lo hacen desde siempre en los tres domingos de las fiestas de Pascua, frente a la plaza de abastos. Al mismo tiempo, también se quejan por el precio que tienen que pagar para hacerse con una parcela para montar su puesto en otro lugar.

Todo ello después de que el Ayuntamiento no permita este año que haya puestos de venta frente a la plaza de abastos, entre las atracciones de feria. Según explicó ayer el concejal responsable del mercado, Javier Guillán, esos puestos no existen en los planos de licitación de parcelas aprobados por el Concello, por lo que sostiene que hasta ahora se producía una «ocupación ilegal» del terreno público.

De este modo, todo aquel vecino de Herbón o de otro lugar que desee montar un puesto para vender este tipo de productos deberá formalizar una oferta por la parcela que le interese en las zonas habilitadas para los tres domingos. En esas zonas hay parcelas con un precio de salida de 75 euros, para los tres domingos.

Para algunos vecinos de Herbón, ese precio es una «animalada», teniendo en cuenta que venden productos a 2 y 3 euros. Y lo es además, según dicen, porque está fuera del espacio que ocupan desde siempre, más concurrido.

La Voz de Galicia

“Ya nos han robado quince veces”, lamentan en un bar de Pontecesures.

María Dolores Mondragón, la propietaria de la cafetería Sol y Mar, situada en pleno centro de Pontecesures, se muestra tan impotente como desesperada. “Ya nos entraron a robar unas quince veces”, lamenta la hostelera.

Hace esta reflexión después de que ayer, de madrugada, su establecimiento volviera a ser escenario de un asalto. Esta vez el autor o autores del mismo accedieron por una pequeña ventana situada en el entresuelo del edificio, “a pesar de que se encuentra a una altura considerable, por lo que los ladrones debieron de utilizar una escalera”, esgrime la propietaria de este bar de la calle Sagasta, muy cerca de la zona portuaria.

Parece que “no causaron tantos destrozos como en otras ocasiones, pero se llevaron el dinero de la máquina tragaperras, algunas monedas que teníamos dentro de la barra y varias botellas”.

Mientras la policía científica buscaba huellas y trataba de encontrar alguna pista que pueda conducir a los responsables de este nuevo robo, la dueña del bar recordaba episodios anteriores y confesaba que “en estos casos nunca suele aparecer el culpable”.

Hay que recordar que el Ayuntamiento de Pontecesures ya fue objeto durante la última década de varias oleadas de robos que afectaron tanto a viviendas particulares como a bares y todo tipo de negocios privados.

“Pero las cosas parece que estaban un poco más calmadas últimamente; esperemos que no empiecen de nuevo los problemas”, concluye la hostelera pontecesureña María Dolores Mondragón.

Faro de Vigo

El viajero gallego paga hasta un euro más por billete ante la falta de cercanías.

«Viajeros al tren, gallegos también». Cuando Antón Reixa y sus Resentidos rescataron esta frase del acervo de seculares aldraxes hacia el país del fin del mundo, sabían lo que hacían. Difícilmente podrá expresarse mejor la sensación de humillante discriminación que en tantas ocasiones ha caracterizado la relación de Galicia con el ferrocarril. La sentencia regresa a la actualidad gracias al pleno que mañana celebra la corporación municipal de Vilagarcía. El gobierno socialista de la ciudad propondrá a la oposición un frente común para instar a la Xunta a que defienda de una vez la implantación de un tren de cercanías, al menos por lo que respecta al eixo atlántico, tanto en aquellos tramos que se han renovado y electrizado, como en los que continúan más o menos como fueron inaugurados en 1873. Es es el caso de la primera línea de Galicia, que unió Cornes (hoy Santiago) con Carril (Vilagarcía de Arousa).

La falta de un servicio de proximidad se traduce en realidades que el viajero gallego puede comprender perfectamente. El precio del billete, sin ir más lejos, no admite discusión. En función del lugar en el que uno se suba al tren en Galicia, estará pagando hasta un euro más que asturianos, madrileños o vascos por trayectos similares, que los ciudadanos de las comunidades mencionadas sí pueden cubrir en un tren de cercanías.

Desplazarse entre Madrid y Aranjuez equivale a hacerlo entre Santiago y Vilagarcía. En el más barato de los casos, el que encarna el ferrocarril regional, más lento, el tramo gallego costará lo mismo; en el tren rápido, el billete se encarecerá en 55 céntimos. Algo parecido sucede entre Vilagarcía y Pontevedra. En Guipúzcoa, el trayecto de Zumárraga a San Sebastián siempre es más asequible, pese a recorrer una mayor distancia. Una apreciación que se repite en Asturias, al analizar el servicio entre las ciudades de Avilés y Oviedo.

Aunque el establecimiento de un cercanías puede llevarse a cabo perfectamente en la doble vía electrificada del flamante eixo atlántico, Galicia dispone de varias plataformas antiguas en activo que piden a gritos este tratamiento. El tren entre A Coruña y Ferrol es una de ellas. Otra apunta al viejo trazado entre Santiago y Vilagarcía, que bordea la ría de Arousa y, por si fuese poco, cuenta con el valor añadido de recorrer prácticamente el mismo dibujo que trazó aquel primer tren, hace 145 años. Pese a sus condiciones propicias, y a la posibilidad de multiplicar las paradas para ofrecer un servicio realmente eficaz, solo dos tipos de convoyes utilizan sus vías: medias distancias o regionales. Las consecuencias claman al cielo. Alguien que se suba al ferrocarril en Catoira con intención de llegar a Pontecesures, apenas nueve kilómetros, pagará más del doble que un tipo que cubra en cercanías los once kilómetros que separan Fuenlabrada de Leganés, en Madrid. Sobran, en definitiva, razones para el debate.

La Voz de Galicia

La gravilla cubre ya por completo el paseo del Espolón, en Padrón.

La brigada de jardineros del Ayuntamiento de Padrón terminó ayer de extender gravilla por todo el Paseo del Espolón, dejando una capa fina de este material por el recinto, salvo en la zona pegada a la paredilla del río Sar. A diferencia de lo que suponen algunos vecinos, el paseo quedará así y el Concello no le pasará ninguna máquina niveladora.

Los jardineros también limpiaron los desagües que dan al río Sar para evitar que el agua se estanque en un lateral del Espolón. Tras la poda de los árboles plataneros, ahora queda pendiente retirar las ramas que cayeron en las orillas del cauce fluvial.

Para algunos vecinos, la capa de gravilla resulta molesta para circular con carritos de bebé o de la compra, e incluso con zapatos de tacón. Los vendedores ambulantes con puesto en el Espolón comprobarán el domingo cómo ha quedado el recinto tras la actuación del Concello, que la activó tras formarse grandes charcas de agua y lama que dejaron el paseo intransitable en algún punto.

La Voz de Galicia