El tren que nos cambiará la vida

Un buen servicio de cercanías es fundamental para impulsar el crecimiento de la comarca

Llevamos unos días pendientes del tren… Del tren de borrascas que anunciaba La Voz el pasado martes, que, efectivamente, llegó y se fue, y del tren de cercanías que ni se a anuncia ni llega, pero se exige con razones desde una comarca que ha dependido históricamente de un ferrocarril que ayudó a su desarrollo, hizo la vida más cómoda y facilitó nuestro ocio. Trenes que traían a los compostelanos a bañarse a la playa de Compostela, que se llamaba así porque, al fin y al cabo, no era solo el arenal de la aristocracia de Santiago con mansiones junto al mar, sino también la playa popular de quienes venían en tren las tardes de sol. Y en tren íbamos de Vilagarcía a Catoira para comer la lamprea en Casa Emilio y las cigalas baratas que sobraban de las bodas en Casa Suso. Llevamos, en fin, siglo y medio utilizando un servicio ferroviario de cercanías que no es tal oficialmente, pero que presta ese servicio.

Llegué a Vilagarcía por primera vez desde Vigo en un ferrobús que atendía un servicio cercano. Aquel viejo automotor, que enseguida fue vendido a Venezuela, salió de Vigo a las 21.51 y llegó a Vilagarcía a las 23.14 tras parar en nueve estaciones. Tardaba una hora y 23 minutos, pero hoy llama la atención un detalle fundamental: el trayecto acababa en Vilagarcía. Esto sucedía hace casi medio siglo, en septiembre de 1981, y ya entonces, Vilagarcía era estación término de Renfe para trenes que hoy llamaríamos lanzadera y unían Vigo con Vilagarcía por la noche y, al amanecer, Vilagarcía con Santiago de Compostela, en un viaje de 53 minutos y seis paradas que partía de la capital de Arousa a las a las 6.55 horas.

La primera vez que fui a comprar a un Corte Inglés recurrí al «cercanías»: un tren de nombre irónico, semidirecto, que iba de Vilagarcía a Vigo deteniéndose en Rubiáns, Portas, Portela, Pontevedra, Figueirido, Arcade, Cesantes, Redondela y Chapela. Era un convoy antiguo y lento que me agotó. Tuve que acostarme al llegar a casa. No sé si me estresó el gran almacén, me desazonó el semidirecto o fue la unión de ambos agobios.

Cuando se renovaron los trenes, se electrificó la vía y se mejoró el trazado, Vilagarcía entró en la modernidad. Trenes rápidos y cómodos que resultaban sumamente funcionales y nos facilitaban la vida, aunque desaparecieron multitud de estaciones campestres en una comunidad donde aún se vive en el rural. Entre Vigo y Santiago, había 16 estaciones y apeaderos con parada de ómnibus, ferrobús, tranvía y semidirecto en 1981. Hoy solo quedan 8 estaciones con parada de los regionales.

En 1981, había seis estaciones en la comarca, hoy quedan Catoira, Pontecesures y Vilagarcía, aunque en Catoira solo se detienen siete trenes de los ocho regionales que unen a diario Vigo con Santiago. Aunque lo más alucinante es que los trenes lanzadera Vilagarcía-Santiago, herederos de aquellos ferrobuses que tenían su estación término en Vilagarcía, no se detienen en Catoira. ¿Pero estamos tontos o qué? ¿Quién decide y con qué criterios las paradas? ¿No se han dado cuenta de que Catoira es también la estación del Barbanza?

Es complicado recuperar los ocho apeaderos y estaciones con servicio en los años 80 que el nuevo trazado soslayó, pero hay un clamor de 20 años pidiendo un apeadero en Valga, un pueblo con mucha actividad y, fundamental, no sé si en los despachos de Adif y Renfe saben, supongo que sí, que en Galicia no es como en Castilla, donde, por ejemplo, entre Zamora y Medina del Campo, el ferrobús, en 1981, paraba en nueve estaciones, pero ahora los regionales solo se detienen en Toro y Nava del Rey porque el nuevo trazado no pasa justo al lado de las otras siete localidades. Pero no podemos comprar Valga y su población extremadamente dispersa con los núcleos zamoranos apiñados de Coreses o Castronuño, donde antes sí paraba el ferrobús.

La comarca, en fin, reclama formar parte de una necesaria y prometida red de cercanías gallega y argumenta que la venta de billetes en la comarca entre 1997 y 2023 creció un 150 %. En Catoira, Pontecesures y Vilagarcía se ha pasado de vender 486.205 billetes a expender 1.214.800. Hay un clamor de trenes a Vigo y Santiago desde Vilagarcía deteniéndose en estaciones intermedias, con precios económicos y frecuencias continuas. Nada que no suceda en Ferrol, con su línea C1 a Ortigueira, sus ocho frecuencias diarias con 22 paradas, una hora y 18 minutos de viaje por 3.15 euros o la C1 entre Zaragoza y Casetas, 25 trenes, entre 15 y 25 minutos de viaje por 1.80 euros.

En Galicia, debería haber tres líneas: C2 entre A Coruña y Ferrol, C3 entre Santiago y Vilagarcía y C4 entre Vigo y Vilagarcía. Existen razones y, sobre todo, ahí están las cifras de viajeros, para exigir este servicio con tantos argumentos como los aportados para implantar cercanías en los ejes Medina del Campo-Valladolid-Palencia, Palma del Río-Córdoba o Murcia-Cartagena.

Vilagarcía, a medio camino de dos ciudades y dos hinterlands, quedaría así a «tres horas y un café» de Madrid y a un paso y muchas frecuencias de Vigo y Santiago. Es decir, una ciudad perfecta para vivir y trasladarse a trabajar, estudiar, comprar o disfrutar del ocio.

J.R. ALONSO DE LA TORRE.

La Voz de Galicia

Vilagarcía-Santiago, más de un millar de razones para el tren de cercanías.

Pese a experimentar un aumento anual del 40 % en la cifra de pasajeros en sus estaciones, este trayecto no figura entre las prioridades del futuro servicio de proximidad en Galicia

Por evidentes razones de corte demográfico, el largo y de momento infructuoso debate sobre la creación de un servicio ferroviario de cercanías en Galicia se ha enfocado desde antiguo en los polos A Coruña-Ferrol y Vigo-Pontevedra. Lo hizo el socialista Emilio Pérez Touriño cuando presidía la Xunta en 2007, y lo repite el informe que encargó el popular Alfonso Rueda en 2023. El ministro de Transportes, Óscar Puente, anunció en noviembre que su departamento estaría en condiciones de poner algo sobre la mesa a lo largo del primer trimestre de este año, cumpliendo uno de los compromisos que el PSOE pactó con el BNG, para lograr su apoyo en la investidura de Pedro Sánchez. Así que, en teoría, pronto deberían florecer novedades acerca de un tren de proximidad del que sí disfrutan el resto de las comunidades del norte peninsular. Sea así o no, las prioridades obvian un trazado que, al menos en teoría, cuenta con todos los requisitos para servir como experiencia piloto, sin mucho más esfuerzo inversor que la consecución del buen material rodante para hacer frente al lógico incremento de las frecuencias de viaje: el tramo regional que comunica Vilagarcía con Santiago.

152 años después de su puesta en marcha, no será necesario insistir en que se trata del primer camino de hierro que funcionó en Galicia. Con las lógicas renovaciones, la mayor parte de su recorrido de 42 kilómetros sigue siendo el mismo que el inaugurado el 15 de septiembre de 1.873. Su utilización básica incluye diez frecuencias diarias de lunes a viernes, que tocan Santiago, Padrón, Pontecesures, Catoira y Vilagarcía, dentro del viaje general que comunica Vigo y A Coruña. De ellas hay cinco servicios diarios exclusivos entre la capital arousana y Compostela. Son los denominados trenes lanzadera con paradas en Padrón y Pontecesures y la ausencia clamorosa y nunca explicada de Catoira, Su tiempo de trayecto oscila entre los 38 y los 43 minutos.

Lo verdaderamente importante es que, auspiciado por los bonos de transporte, este antiguo servicio no deja de crecer. A la espera de que Renfe presente su balance de 2024, los últimos datos oficiales corresponde a 2023. Sin incluir en el cálculo la estación de Santiago (la primera de Galicia, un nudo en el que confluyeron más de cuatro millones de viajeros aquel año) las escalas de la orilla sur de la ría de Arousa experimentaron un crecimiento de 350.000 pasajeros con respecto a la lectura de 2022. Un incremento porcentual del 40%. Si la óptica se amplia en el tiempo, el fenómeno se acrecienta. Entre los 486.205 viajeros que Vilagarcía, Catoira y Pontecesures, contabilizaron en 1997 y los 1.214.800 que registraron en 2023 media una diferencia de 728.595 billetes despachados: un apabullante 150%.

Xosé Carlos Fernández, experto en ferrocarriles, sostuvo recientemente que el polo de cercanías en diseño entre Vigo y Pontevedra debería extenderse a Vilagarcía. El tiempo lo dirá. De momento, los datos demuestran que la demanda crece. El alcalde de la ciudad, Alberto García, apunta que la evolución de las conexiones a larga distancia con Madrid es satisfactoria, pero reconoce que la asignatura pendiente es la proximidad. «Obviamente esisten todas as razóns para establecer un servizo deste tipo cara a Santiago, que redundaría nun incremento das frecuencias e unha redución de prezos». El nacionalista Xoán Castaño incide en el carácter de nudo hacia O Barbanza que ha ganado la estación de su municipìo de Catoira, y considera imprescindible no solo su inclusión en los trenes lanzadera y el implemento de las cercanías, sino también «unha boa coordinación do ferrocarril co transporte por bus que hoxe non existe». Castaño recuerda que quienes pudieron estudiar en su generación, encontraron en el camino de hierro un aliado fundamental. De la misma opinión es el popular Bello Maneiro quereclama para Valga algo tan sencillo como un apeadero, que en 152 años de historia que acumula esta línea jamás ha existido: «Non pedimos nada que non sexa xusto». La alcaldesa Maite Tocino (BNG) coincide desde Pontecesures en que la implantación de un tren de cercanías apuntala el trabajo y el estudio: «Se ademais queremos retirar coches das estradas e reducir a pegada de carbono, non creo que haxa debate: este é o medio».

Por si faltase alguna, ahí queda una última razón: la falta de un servicio de proximidad encarece alrededor de un euro los billetes que pagan los usuarios gallegos frente a los de las comunidades autónomas en las que sí existe un tren de cercanías por trayectos similares.

PONTECESURES LA QUE MÁS CRECE.

De acuerdo con el último balance oficial de Renfe, la de Pontecesures es la estación que más creció a lo largo de 2023. No en términos absolutos (registró 14.800 usuarios más que el año anterior para redondear los 39.800 viajeros), pero sí porcentuales: un 59% por encima del 2022.

La Voz de Galicia

Cerámica Celta, la aventura cesureña en la que se enrolaron los grandes talentos artísticos de Galicia.

Castelao fue una de las muchas figuras que colaboraron en un proyecto que pretendía contribuir a sentar las bases de una iconografía gallega; ayer se ahondó en la historia de aquel proyecto que cumple cien años, como el Concello de Pontecesures

Cien años atrás, mientras se fraguaba su nacimiento como Concello independiente, Pontecesures era una localidad vibrante. Tenía puerto, tenía tren y tenía, también, una burguesía culta e inquieta, dispuesta siempre a apostar por el progreso. Aquella efervescencia intelectual, cultural e industrial se tradujo en la celebración de la primera feria del automóvil de ocasión, en el nacimiento de sociedades o en la creación de la que Borobó llamaría la «universidad artística de Galicia», la Cerámica Celta. De esta empresa vanguardista se habló ayer en Pontecesures, en la primera tertulia organizada por el Concello para celebrar el centenario de la independencia municipal.

La Cerámica Celta nació como Cerámica Artística en la mente de Eugenio Escuredo, un emprendedor incansable que, poco tiempo después de haber hecho realidad el proyecto, decidió abandonarlo para irse a comerciar con maderas exóticas. Comentó sus planes, como solía hacerlo, en la tertulia de Casa Castaño, donde se reunía con sus amigos: el médico, otros industriales e intelectuales de la localidad… Todos, «personas que nunca se cansaban de plantear ideas y proyectos», según relata Fina Diéguez. Ella es la nieta de Ramón Diéguez, el hombre que iba a tomar el relevo de aquel proyecto artístico que pasaría a ser rebautizado como Cerámica Celta.

«Se llama Cerámica Celta por lo mismo que el Celta de Vigo se llama así, o la ‘tortilla celta’ de Casa Castaño. En las primeras décadas del siglo XX había una inquietud, una afán por la reconstrucción de la identidad de Galicia, un sentimiento de pertenencia a la nación celta, y por eso se eligió ese nombre», explica Fina Diéguez. Relata que su abuelo era un hombre formado, que empezó Farmacia y Químicas, pero que después se fue aprender cómo funcionaban las fábricas de cerámica por España adelante. «Cuando volvió aquí montó los hornos de las Caleras del Ulla; también era fabricante de la piedra Pote [una piedra que no podía faltar en ninguna casa, ya que se usaba para limpiar las cocinas de hierro] y llegó a crear en Catoira una fábrica de tubos de gres», señala su nieta.

Diéguez era un empresario inquieto, está claro. Y también comprometido. «O máis interesante deste home é que empezou a facer en cerámica iconografía galega. Todas as nacións teñen a súa iconografía propia, o seu propio código visual», explica el presidente de la Fundación CastelaoMiguel Anxo Seixas Seoane. Para ello contó con la ayuda de los grandes artistas de su tiempo —Castelao, Asorey, Bonome, Maside, Sobrino, Torres…— que supieron ver en aquella aventura cesureña una oportunidad de divulgar su trabajo, su obra, su forma de ver Galicia.

«Las colaboraciones de todos aquellos artistas eran completamente altruistas, desinteresadas. Sabemos que Asorey decía que se sentía pagado por la trascendencia que cogió en barro su obra O Tesouro, porque así entró en muchísimos hogares», recuerda Fina Diéguez. Y la divulgación, la difusión de la cultura, la democratización de la belleza y del arte eran denominadores comunes a todos aquellos creadores que en muchos casos «llegaban en el tren de Santiago, iban a la cerámica, paraban después en la tertulia de Castaño y de vuelta al tren», señala Fina Diéguez.

Aquel proyecto era «un experimento». «Tenía una base industrial y artística, pero funcionaba por afinidades y relaciones de amistad… Alguien tenía un boceto y decían, ‘vamos a pasarlo a bulto redondo’. Era otro tiempo, otra vida que hoy parece impensable. Yo creo también que este proyecto era como un juguete para todos; ninguno vivía de esto, a mi abuelo de hecho le costaba dinero la Cerámica Celta. Podía mantenerla porque tenía la cal, la piedra Pote y el gres», contaba la representante de la Fundación Herederos de Ramón Diéguez.

Castelao llegó a la que iba a ser bautizada como universidad artística de Galicia de mano de Víctor García, el médico de Pontecesures. Habían coincidido estudiando Medicina y, sobre la sensibilidad artística que ambos poseían, fue creciendo su amistad. García iba a ser otro de los colaboradores de la Cerámica Celta, sobre todo en aquellos primeros años luminosos y dinámicos, que se vieron interrumpidos, como todo en este país, por el golpe de estado de 1936 y la Guerra Civil. Fueron años de sangre y fuego tras los cuales arrancó una «longa noite de pedra». «La Cerámica Celta seguía trabajando, pero en la posguerra no estaban las familias para comprar cerámica… Había que comer, vestir y salir adelante», explica Fina Diéguez. Las ventas bajaron y su propietario también tuvo que mantener un perfil bajo: quienes habían protagonizado las tertulias de Casa Castaño, quienes habían mantenido una relación entusiasta con figuras como Castelao, se vieron obligados a ser discretos, a hacerse casi invisibles para sortear la feroz represión.

«Mi abuelo podría haberse ido. Pero cómo se iba a ir… Qué iba a ser de toda la gente que trabajaba en sus empresas», razona Fina. Ella, en su intervención de anoche, quiso recordar a todas aquellas personas que trabajaron en la factoría. «Manos muy hábiles que trabajaron en la cerámica y que fueron tan importantes como los autores gallegos». Se refiere a torneros, a moldeadores, decoradores… En esa nómina de recuerdos no podían faltar Antonio Fabeiro, Pepe Llerena, Carlos Bóveda, José Jamardo, Concha Vázquez, Oria Moreno…

Artistas y artesanos, convocados alrededor de la figura de Ramón Diéguez, dieron forma a una cerámica vidriada y en cuya decoración se utilizan unos colores muy característicos que llenan diseños que en algunos casos tenían el sello de Castelao, como la abstracción que el de Rianxo hizo del manteo gallego, o de la flor de la camelia…

La Cerámica Celta atraviesa en los últimos años una nueva etapa. Los herederos de Ramón Diéguez han restaurado la nave de la cerámica, han adaptado las paletas de colores, han catalogado los moldes originales, han hecho otros nuevos con nuevos materiales, han recopilado piezas e historias, y se han dedicado a la divulgación cultural para evitar que el pasado caiga en un olvido del que no pueda volver. 

El acto celebrado ayer en la biblioteca de Pontecesures, y en el que además de Fina Diéguez y de Miguel Anxo Seixas participaron también Alejandro Palicio y Elena Vidal, contribuye también a traer al presente la historia de uno de los proyectos artísticos y culturales más originales desarrollados en Galicia y que cumple, como Pontecesures, cien años.

La Voz de Galicia

A alcaldesa de Pontecesures en FITUR.

A alcaldesa de Pontecesures, 𝐌𝐚𝐢𝐭𝐞 𝐓𝐨𝐜𝐢𝐧𝐨 𝐁𝐚𝐫𝐫𝐞𝐢𝐫𝐨, asistiu á presentación do proxecto turístico Mar de Santiago en FITUR o xoves 23 de xaneiro.

Ademáis da presentación da proposta turística que integran os concellos de Catoira, Pontecesures, Valga e Vilanova, mantivéronse reunións 𝐜𝐨𝐚𝐬 𝐨𝐟𝐢𝐜𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐓𝐔𝐑𝐄𝐒𝐏𝐀Ñ𝐀 𝐞𝐧 𝐃𝐮𝐛𝐥í𝐧, 𝐏𝐚𝐫𝐢𝐬 𝐞 𝐂𝐨𝐩𝐞𝐧𝐡𝐚𝐠𝐮𝐞, co obxectivo de promocionar o destino no público europeo, especialmente o do norte de Europa.

CONCELLO DE PONTECESURES

Un viejo campo de fútbol de Valga acogerá aulas móviles para el IES.

Es una solución transitoria planteada para los ciclos de Agrojardinería, Composiciones Florales, Jardinería y Floristería

El conselleiro saluda a una alumna. |  FdV
El conselleiro saluda a una alumna.

Sin que casi nadie se lo esperara, el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, anunció ayr la puesta en marcha de nuevas aulas para mejorar la formación que se imparte en el Instituto de Educación Secundaria de Valga.

Más concretamente para dar cabida al alumnado de los ciclos básicos de Agrojardinería y Composiciones Florales y a los del ciclo medio de Jardinería y Floristería.

Fue «un regalo que el conselleiro trajo bajo el brazo» cuando acudió a los actos conmemorativos del 25 aniversario de dicho centro formativo.

Falta de espacio

El titular de Educación se comprometió a «adoptar medidas para paliar la falta de espacio» en los citados ciclos formativos.IES Plurilingüe de Valga, un cuarto de siglo al servicio de los jóvenes

El IES Plurilingüe de Valga cumple 25 años. 

Y fue entonces cuando anunció esta «solución provisional» consistente en instalar «un módulo de aulas móviles en los terrenos del viejo campo de fútbol de Baño, que en su día fueron cedidos por el Concello a la Xunta de Galicia para este fin», destacan en el gobierno local.

El alcalde, José María Bello Maneiro, agradeció el anuncio realizado por el conselleiro en la visita al IES Plurilingüe de Valga, donde estuvo acompañado del jefe territorial de Educación y la concejala de Educación, Carmen Gómez.

Demostración de robótica

Además de recorrer las instalaciones asistieron a una demostración de robótica en la que se mostraron artilugios autónomos «pensados fundamentalmente para emplear en departamentos de logística de empresas, para transportar materiales desde el almacén hasta las líneas de producción».

La demostración de robótica.
La demostración de robótica. 

Durante la visita, el conselleiro, el alcalde y demás autoridades «también pudieron comprobar el funcionamiento de un guante sensorizado con aplicaciones ergonómicas», explican en el Concello.

Donde también destacan que en el adecentamiento exterior del IES, provisto de la iluminación inaugurada por el propio conselleiro, «participaron alumnos de cuatro módulos de Formación Profesional, como fueron el básico de Agrojardinería, el medio de Jardinería, el ciclo medio de Mantenimiento y el superior de Mecatrónica Industrial».

Así las cosas, el alumnado de la rama agraria se ocupó de acondicionar los jardines y plantar un árbol «como símbolo de sabiduría».

También se colocaron tubos led en la cubierta de la entrada y un letrero luminoso en el que se lee: «IES Plurilingüe de Valga. 25 aniversario, 2000-2025».

Actos de mañana y tarde

Como ya se avanzaba ayer en la edición digital de FARO, el IES de Valga celebró los actos centrales de su 25 aniversario con «discursos, música y la plantación de un árbol que simboliza la sabiduría y la resiliencia».

Se hizo tanto con la citada visita del conselleiro como en sesión matinal, en presencia del director xeral de Centros, Jesús Álvarez Bértolo, del alcalde valgués, su homóloga pontecesureña, Maite Tocino, y del teniente alcalde de Catoira, Raúl Gómez, antes de un almuerzo de confraternidad abierto a todo el personal que pasó por el centro.

Fue al caer la noche cuando se inauguró la iluminación que elaboraron para la fachada del centro los alumnos y profesores de Instalación y Mantenimiento.

Fueen ese acto donde el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, felicitó a la comunidad educativa por este cuarto de siglo de servicio público «dotando a los jóvenes de habilidades humanas y conocimientos para forjar su futuro».

El titular de Educación alabó igualmente la implicación del instituto en el día a día del concello y la disposición de la comunidad educativa a la hora de colaborar con los diferentes agentes sociales, culturales y empresariales de Valga y toda la comarca.

Algunos de los alumnos y autoridades presentes. |  Iñaki Abella
Una actuación musical durante el acto conmemorativo.

En los actos desplegados se recordó que el IES Plurilingüe de Valga cuenta con más de 400 alumnos de ESO, Bachillerato y FP.

También se hizo hincapié en que oferta ciclos como los de Agrojardinería y Composiciones florales, Soldadura y calderería y de Mantenimiento Electromecánico o Mecatrónica Industrial.

Asimismo, «desde 2015 participa en proyectos de FP Dual intensiva, que en el presente curso cuenta con 46 alumnos, duplicando la cifra del curso académico anterior», proclaman en la Consellería de Educación.

Es, en definitiva, «un centro pequeño en dimensiones pero pionero y ejemplar en innovación, fomentando la creatividad y el espíritu crítico», sentencia la Xunta.

El alcalde de Valga recordó que fueron necesarios años de gestiones, nueve meses de obras y 3,5 millones de euros para hacer realidad el IES.

Fue el propio Bello Maneiro quien en 1996 lo solicitó al entonces presidente autonómico, Manuel Fraga, aprovechando la inauguración de la Casa da Cultura de Pontevalga y del pabellón de deportes de Baño.

«Hace ahora 28 años iniciamos las gestiones ante la Xunta, y en aquel momento prácticamente solo el equipo de gobierno local creía que podían tener éxito –rememoró Maneiro–, pero lo conseguimos y logramos cerrar el círculo educativo en nuestro pueblo, permitiendo desde hace 25 años que los niños y adolescentes puedan recibir formación sin salir de Valga».

Faro de Vigo