La sala de fiestas Chanteclair fue un hervidero de gente en la noche de su reinauguración.
La histórica discoteca cesureña Chanteclair reabrió el sábado sus puertas y lo hizo por todo lo grande, con una capacidad de convocatoria que asombró a propios y extraños y que colapsó los alrededores y la entrada de la que fue una de las salas de fiestas más importantes de Galicia durante la década de los ochenta. Más de 7.000 personas accedieron al local en la noche inaugural, que incluyó en su oferta orquesta y música bailable de todos los estilos. Así, no era extraño encontrarse a gente de mediana edad junto a adolescentes casi imberbes que pisaban por primera vez la pista de la discoteca. El ambiente fue totalmente festivo y atrás quedaron ya los recelos que suscitaba antaño la sala, cuando fue reconvertida en ??Octopus?. Se abre una nueva era.
La reapertura de Chanteclair tuvo olor a rosas, chocolate y churros. Rosas: las que en la puerta regalaban a las mujeres. Chocolate: el de los bombones que se repartieron entre los asistentes a la noche inaugural. Y churros: los que vendían en la entrada. La visión comercial de los churreros es inmensa. Allí donde huelen ambiente, están. El instinto no le falló en esta ocasión, aunque seguro que ni él ni los nuevos propietarios de la histórica sala de fiestas de Pontecesures preveían lo que se avecinaba, semejante multitud de personas. Fueron más de 7.000 las que pasaron a lo largo de la noche por la discoteca, una cifra que supuso todo un récord.
Los accesos a la sala se colapsaron por momentos y en las colas de vehículos llegaban casi al término municipal de Pontecesures. Aparcar fue una odisea. Los 10.000 metros de zona de estacionamiento sólo llegaron para los más afortunados y los madrugadores que asistieron a las nueve de la tarde a la apertura de puertas. ??Nin nos mellores tempos de Octopus chegaban os coches tan lonxe?, se comentaba. De hecho, los antiguos dueños de Chanteclair, que no se perdieron la inauguración, confesaron que, en los 19 años en los que tuvieron la sala, ??nunca viran tanta xente?. La gran respuesta del público sorprendió incluso a los recién estrenados propietarios de la sala: ??as previsións que tiñamos, doblámolas?, aseguraban ayer. Eso les obligó también a improvisar, ya que las 26 pesonas que comenzaron la noche trabajando en la sala llegaban a poco y, a medida que pasaban las horas, tuvieron que incrementarlas hasta 36.
Presentación.
A las 11:30 ya estaba la discoteca llena a rebosar. A esas horas las rosas y los bombones eran ya cosa del pasado. El grupo ??Acuarela? animó los primeros momentos con canciones bailables, justo antes de que el locutor de radio Eloy Magariños, el primer pincha discos que tuvo Chanteclair, hiciera un repaso por todo lo que ofrecen los 2.200 metros cuadrados de la sala: tres barras una de 22 metros de largo, dos pistas, novecientas plazas de sofás, una bocatería para ??matar el gusanillo?… A partir de entonces: música de todos los estilos, moderna y de antaño, española y extranjera, bailable o lenta. A lo largo de toda la noche no paró de salir y entrar gente, casi hasta las seis de la madrugada.
La del sábado fue, además, una noche en la que convivieron en Chanteclair diversas generaciones. No era difícil encontrar a gente de mediana edad con ganas de revivir el espíritu ochentero al lado de jovencitos que pisaban la discoteca por primera vez en su vida. Pero el objetivo de todos era el mismo: pasárselo en grande. Y los que se quedaron con ganas pudieron volver ayer ya que, a partir de las siete de la tarde, actuó la orquesta de la Televisión de Galicia.
Tras este inicio triunfal, Chanteclair espera, poco a poco, recuperar el tirón que tuvo antaño y volver a congregar en sus pistas de baile a gentes llegadas de los más diversos lugares de Galicia. A partir del próximo fin de semana abrirá sus puertas los sábados a las nueve de la tarde, y los domingos a las siete.
DIARIO DE AROUSA, 29/09/08