
Oumar Kande llegó a España en patera y hoy corta el pelo en Pontecesures
Las personas tímidas suelen usar la sonrisa como barrera defensiva. Oumar Kande, un senegalés de poco más de veinte años, se parapeta tras ese gesto mientras nos mira a través de uno de los espejos de la peluquería Sagasta Cuatro, en Pontecesures. Este establecimiento se ha convertido casi en un hogar para él: instalado en el centro de refugiados de Valga desde finales del año pasado, ha hecho un curso de peluquería y ahora está haciendo prácticas en un salón al que acuden hombres y mujeres para su acicalamiento capilar. Oumar, dicen sus compañeras, es muy bueno en su trabajo. Corta, tiñe, trenza… «Pero o que mellor fai son os alisados. Quédanlle mellor a el con secador que a nós coa prancha», asegura su jefa, Uxía González.
Es muy joven, pero Oumar ya ha vivido muchas vidas. La primera, en Kolda, en Senegal. El mayor de cinco hermanos descubrió pronto sus destrezas como peluquero: a los catorce años ya cortaba el pelo y peinaba a sus familiares y amigos más próximos. Solo tres años después, con 17, salió de Senegal y puso rumbo a Marruecos. En El Aaiún y en Casablanca volvió a trabajar como peluquero mientras intentaba ahorrar algo de dinero para emprender su huida hacia una vida mejor en Europa. No fue un camino sencillo: pasó tres días de temporal metido en una patera, muerto de miedo y de frío. «Llegamos a Lanzarote, todos bien», cuenta. Dos de sus compañeros en aquel infernal viaje han llegado hasta Valga con él, tras un periplo que los ha llevado por Tenerife y Madrid.
Una vez aquí, Oumar no ha desperdiciado el tiempo. Pese a la timidez, se expresa con fluidez en español y sus compañeras de trabajo se han propuesto enseñarle gallego. «Xa sabe dicir ‘‘pingando» e ‘‘carallo»», cuentan ellas con una carcajada. La sonrisa de él se libera por fin de todo y se suma a las risas. «Cando nos chamaron para preguntar se aceptariamos a un rapaz de prácticas dixemos que si, claro; non sabiamos nada del máis que vivía no centro de refuxiados», explica Uxía. Ella está encantada con el trabajo que hace el joven peluquero, convencida de que él puede aprender mucho, «pero nós tamén, porque ten outra forma de traballar… E de vivir». La clientela también ha acogido al nuevo peluquero como uno más. «A verdade é que encaixou moi ben. Ten a todo o mundo encantado», cuenta la responsable de un establecimiento en el que la energía positiva circula en todas direcciones. «Aquí somos case como unha familia».
Uxía recuerda el primer día de Oumar en la peluquería. «Aquel día ía moitísima calor, e pasámonos o tempo ofrecéndolle auga, refrescos… El dicía que non, que non… Ata que foi de noite e nos pediu un pouco de auga. Era ramadán e non podía beber, nós non tiñamos nin idea, claro». Ahora, Oumar es uno más, también en esto de las pausas en el trabajo: desayuna café con cruasán, se disputa las galletas de chocolate con sus compañeras y nunca dice que no a las mandarinas, que le encantan. «Me siento bien aquí», dice haciendo un gesto. Y aclara que ese aquí es el Sagasta Cuatro, pero es también el Baixo Ulla y, en general, Galicia. «Es un sitio tranquilo. Me gusta la gente, me gusta el clima. Me gusta la lluvia», relata el joven.

Lee para aprender español
Para Oumar no parece fácil hablar del futuro: está concentrado en vivir un presente que se ha vuelto tan dulce como las naranjas que comparte en el trabajo. Mientras teje una nueva red de amistades gracias a sus compañeras de trabajo, en el refugio corta el pelo a sus amigos, juega al fútbol y lee. Lee mucho. Lee todo lo que cae en sus manos. «Es muy bueno para aprender español», dice.
Gracias a las prácticas que está realizando, el joven Oumar ha podido empadronarse en Valga y ha obtenido su tarjeta sanitaria. Su objetivo, ahora, es «aprender a conducir» y, si es posible, visitar cuanto antes Santiago y la catedral: le han hablado maravillas de ella. Si tiene que pensar a largo plazo, Oumar se imagina instalado en algún rinconcito de Galicia, al frente de una peluquería propia. El Real Madrid, el que para él es el mejor equipo del mundo, será entonces, otra vez, campeón de Liga. De la Champions, este año, mejor no hablamos. Oumar recompone el gesto al recordar los tres goles que el Arsenal le metió al equipo blanco el martes. «Remontar es posible, pero es difícil».
La Voz de Galicia