Fernando Fernández, de paseo el pasado viernes por la zona del Espolón de Padrón.
Tras 42 años en activo, 39 de ellos en Padrón, Fernando Fernández González (A Coruña, 1953) se jubila hoy como cartero, para pena de muchos vecinos en cuyos hogares entraba «como uno más de la familia», después de saludar con un inconfundible «buenos días». Llegó a la capital del Sar en enero de 1974, después de trabajar tres años en A Coruña y pedir destino, por este orden, en Vigo, Vilagarcía y Padrón.
Le dieron este último y, con los años, se convirtió en un padronés más. Cuando llegó a la villa para trabajar se alojaba en la casa O Inferno, ya desaparecida, con pensión completa por 175 pesetas al día, según recuerda. Eran tiempos en los que abundaba la correspondencia «particular», como denomina Fernando a las cartas no comerciales, escritas a mano. Tiempos en los que no todos sabían leer y escribir, por lo que, cuando el cartero les llevaba una carta, en algún caso «también me pedían que se la leyera y, a veces, si tenía un poco de tiempo, incluso se las escribía también».
Leer la correspondencia y hasta colocar una bombona de gas butano en su sitio, porque la «señora de la casa no era capaz». Como anécdota, en más de una ocasión encontró a la persona de la casa «tirada en el suelo» y ayudó a socorrerla, tras superar la impresión.
El área de reparto de Fernando era desde la rúa Longa hacia el paseo del Espolón, además del barrio de A Trabanca, con las calles Santiago, Carmen y A Pedreira. Alrededor de cuatro horas de reparto diario y más de 300 cartas, hoy casi todas comerciales, de bancos, facturas y hasta multas de tráfico, entre otras. Cuando era una de estas últimas, Fernando ya decía «yo no tengo la culpa de nada».
Con la llegada primero del teléfono y después Internet, el correo ordinario bajó muchísimo por lo que habla de que «antes daba gusto entregar cartas». Ahora lo que más hacía es «buzonear», como lo llama él a meter cartas en los buzones de los edificios, sobre todo en la zona nueva, sin posibilidad de hablar con los usuarios, que era una parte importante de su trabajo, sobre todo cuando llegó y teniendo en cuenta que se considera una «persona abierta».
«Lo echaré mucho de menos», confiesa y lo echará, sobre todo, porque tenía un trabajo «muy bonito» y «agradable», con «un contacto diario con la gente». ?l era «uno más de la casa», por la «amistad y confianza» que había, lo que le llevaba en muchos casos a entrar en los hogares sin llamar, aunque advertía al sustituto de turno que no hiciera lo mismo.
A Fernando ya le consta que también lo echarán de menos y lo sabe por comentarios que recibe y que incluso llegan a las redes sociales, donde alguno califica la jubilación del cartero de «merecida».
Feliz retiro, Fernando.
LA VOZ DE GALICIA, 10/03/13