¿Quién era Ramón Diéguez Carlés?.

Ramón Diéguez Carlés nació y murió en Pontecesures, estuvo casado con María de la Paz Sierra Ramos y fue padre de José y Jorge Diéguez Sierra. Estudió Química y Farmacia en la Universidad de Santiago y trabajó en Madrid en el laboratorio del santiagués José Casares Gil, considerado uno de los más importantes farmacéuticos de España y precursor de la química en el país.

Así lo detallan en «obaixoulla.gal», donde añaden que fue propietario y director de la Cerámica Celta de Pontecesures desde 1926, cunado fusionó La Calera con Cerámica Artística Gallega.

Pero eso no es todo. Desde la asociación cultural Os Penoucos hacen constar que durante la República fue nombrado alcalde de Pontecesures, permaneciendo en el cargo desde el 25 de abril hasta el 5 de junio de 1931.

Falleció en septiembre de 1968 y pasó a formar parte de la historia de Pontecesures tanto por los motivos expuestos como por haber sido durante el franquismo, presidente de la S.D. Ulla.

Estas son solo algunas de las reflexiones que «obaixoulla.gal» expone al aludir a este empresario que se crió en una familia de pequeños comerciantes.

Faro de Vigo

Cien años de Caleras del Ulla, una de las empresas hitóricas a orillas del río.

Se cumplen cien años de una industria vinculada a Francisco Asorey, Castelao, Escuredo, Cerámica Celta y Sargadelos

Una foto de los años cincuenta en la que se aprecian Nestlé y el puerto en el que se cargaban y descargaban mercancías.

La asociación cultural Os Penoucos lanzaba en 2019 un ambicioso proyecto con el que mostrar, inventariar y tratar de preservar elementos patrimoniales, naturales y paisajísticos de los Ayuntamientos de Catoira, Dodro, Padrón, Pontecesures, Rianxo y Valga.

Se conoce como «Obaixoulla.gal:Patrimonio, territorio e paisaxes», y se centra en hórreos, cruceros de piedra, fuentes, lavaderos, iglesias, capillas, molinos, antiguas industrias y todo tipo de elementos (hasta completar unos 3.000) con los que completa un álbum digital de indudable valor etnográfico.

Todos esos elementos aparecen documentados, clasificados y geolocalizados con mapas libres y lo mejor de todo es que ese catálogo digital está al alcance de todos enla web «obaixoulla.gal».

Una herramienta con la que redescubrir la historia del curso bajo del Ulla, y constatar, por ejemplo, que se cumplen cien años desde el nacimiento de Caleras del Ulla, una fábrica de cal que fue el germen de una marca que se hizo tan popular como Cerámica Celta.

Os Penoucos se encarga de recordar que fue en 1923 cuando Ramón Diéguez Carlés puso en marcha esa calera que se situaba en la zona de Porto, a orillas del Ulla y a escasos metros que, en 1939, ocuparía la fábrica de Nestlé.

Según el relato que refresca esta historia, la solicitud de licencia de construcción de la fábrica hacía alusión a la puesta en marcha de dos hornos, uno de cocción de baldosa y artículos análogos y otro para calcinar cuarzo pedernal y carbonato cálcico.

Esto lleva a Os Penoucos a aclarar que aquel proyecto de aquella calera del Ulla iba a ser el embrión de la futura Cerámica Celta.

No sin antes incidir en que «la materia prima era, posiblemente, de procedencia asturiana, y llegaba en naves que descargaban inicialmente en el puerto de Cesures» hasta que posteriormente se construyó un pequeño embarcadero de piedra más próximo a la fábrica y sus hornos.

Fue a instancia del propio promotor de la obra, que de este modo quería acelerar y facilitar la descarga de las piedras calcáreas y de los materiales necesarios en el proceso de calcinación.

Las mismas fuentes señalan que la cal producida «se utilizaba en la construcción y para abonar» los campos de cultivo, vendiéndose tanto allí mismo como en diferentes municipios del entorno y en las ciudades de Vigo y Pontevedra, a las que llegaba el producto por vía marítima.

El mismo medio de transporte que tanta importancia tuvo en los orígenes de Pontecesures y empleaba, en el mismo puerto, Nestlé, después de que en febrero de 1938 se constituyera Industria Lechera Peninsular S.A. (Ilepsa), y el 16 de agosto de 1939 inauguraba su planta de leche condensada.

A escasos metros de La Calera, la compañía láctea también se aprovechó de su estratégica sutuación a orillas del Ulla para cargar y descargar la madera necesaria para las calderas, la hojalata usada en los envases originales de la marca y los productos ya terminados.

Todo ello trasladado en viejos galeones de vela hacia o desde Vilagarcía de Arousa, «donde amarraban los buques de mayor tonelaje y se hacían los transbordos»

Asé se explica también en «obaixoulla.gal» al aludir en su catálogo digital a esa fábrica «pionera en la recogida de leche en el campo gallego» que desde 1978 produce en Pontecesures la popular marca «La Lechera», hasta entonces exclusiva en su factoría cántabra de La Penilla de Cayón.

Por cierto, que también en este caso hay que hablar de un aniversario (cuatro décadas), pues en 1983 la factoría cesureña se convirtió en la única de Nestlé España dedicada a producir leche condensada.

Pero volviendo al tema central de esta información, como es el funcionamiento, hace cien años, de Caleras del Ulla, y entrando en detalle en las características de esa construcción, «obaixoulla.gal». resalta también que los hornos de calcinación del cuarzo y cocción de baldosas son «unas construcciones troncopiramidales ejecutadas en piedra del país labrada».

Su interior «tiene una sección aproximadamente circular a modo de chimenea, con una capacidad de 50 a 60 metros cúbicos», completándose las instalaciones con dos galpones de planta baja, de 30 metros de largo por 10 metros de ancho.

En aquella misma época, aclaran Os Penoucos, ya estaba en funcionamiento la Cerámica de Campaña, en Valga y conocido con el paso del tiempo como Novo y Sierra.

«Corría el año 1921, cuando el Concello de Valga concedía permiso al empresario vigués Manuel Posada Fernández, asociado a Manuel Otero Bárcenas, también de Vigo, para edificar una casa de labranza, destinada a cocer teja y ladrillo, contigua a un galpón para depósito de maquinaria en el lugar de A Torre en la parroquia de Campaña, matiza «obaixoulla.gal»

«Las primeras instalaciones se completarían en Gándara-Campaña con una finca de secado, un motor de gas pobre para el funcionamiento de la maquinaria para fabricar teja y ladrillo y con una oficina de dirección y administración» añade el proyecto.

Parece ser que la nueva empresa «ya figuraba registrada en 1922 como fábrica de ladrillos, aunque sin finalizar las obras», y en 1923 sus propietarios cederían la industria a «la mercantil pontecesureña Escuredo y Cía, constituída por Eugenio Escuredo Lastra, asociado a los empresarios José Novo Núñez, Salvador Sierra Trasande y José Sierra Martínez, socios de la compañía Novo y Sierra, dedicada al comercio de ultramarinos y coloniales a gran escala, principalmente con América».

La relación de Novo y Sierra con Caleras del Ulla se debe a queen 1925, «apenas dos años después de abrir la Cerámica de Campaña, el empresario Eugenio Escuredo puso en funcionamiento en el lugar de O Cantiño (en el llamado Camiño de San Xulián) un taller de cerámica artística inspirado en el modelo que había conocido en Sargadelos, y al que iba a llamar Cerámica Artística Gallega».

«Obaixoulla.gal» continùa el relato diciendo que «contrató a un artesano portugués y entró en contacto con el artista Francisco Asorey, que realizó los diseños de los primeros moldes que salieron de esta cerámica: Os tesouros, Pórtico da Gloria, A Naiciña y el Sepulcro del Apóstol.

Lasa primeras producciones llegaron a venderse en Inglaterra, Cuba y Argentina. Pero «la calidad del barro empleado era baja para este tipo de cerámica».

Razón por la cual, una vez surgidas las primera dificultades, «Escuredo abandonó la experiencia y en 1927 vendió los moldes de las figurar al industrial Ramón Diéguez Carlés que trasladó la producción de taller de cerámica a las instalaciones de la calera del Ulla, fundando allí en este año la Cerámica Celta.

Una llamativa historia que no termina ahí, sino que llevó a Ramón Diéguez, «preocupado por la calidad» de la materia prima y sacando partido a su preparación, decidió emplear el barro de sus minas de feldespato de Valga e introducir la tcnica del vidriado en las piezas que había heredado de Cerámica Artística Gallega «dándoles un nuevo impulso»,

En el catálogo de Os Penoucos relatan que «además de seguir contando con la colaboración de Asorey, contrató a un artesano de Buño»

Y apostillan que «el médico Víctor García García-Lozano, un gran entusiasta de la cerámica, introdujo a su colega Alfonso Daniel Rodríguez Castelao en el taller» siendo el insigne artista rianxeiro el que más se interesó por la cerámica de Diéguez y el que más influyó en ella, «preparando numerosos diseños y bocetos que servirían de guía para la realización de piezas como A Cabuxiña, inspirada en una obra del alemán Willy Züguel».

Por si no fuera suficiente, «Francisco Asorey, José María Acuña, Carlos Maside, Santiago Bonone, Carlos Sobrino, Manuel Torres y Carlos Bóveda aportaron también sus diseños a Cerámica Celta»

Industria en la que «se elaboró durante casi 40 años una artesanía ligada a la naturaleza que se llegó a conocer como la Universidad Plástica de Galicia. El taller artístico funcionó entre 1927 y 1963».

En definitiva, que con una herramienta como «obaixoulla.gal» es posible saber más sobre la historia de Pontecesures, Valga, Catoira y demás localidades a partir de todo tipo de elementos que forman parte del recuerdo, incluídas viejas fábricas como Caleras del Ulla.

Faro de Vigo

Una nueva exhibición en el delfinario natural de la ría de Arousa deja atónitos a los turistas.

Captura de pantalla de un vídeo en el que se ve a varios delfines saltando a la vez.

En Arousa son tan frecuentes los delfines que empiezan a pasar casi desapercibidos. Pero hay ocasiones en las que ofrecen un espectáculo tan llamativo que vale la pena resaltarlo.

Y eso es lo que sucedió hoy, para deleite de los pasajeros que, llegados de diferentes puntos de España, viajaban a bordo del catamarán Gran Cormorán Jet, con puerto base en O Grove.

Faro de Vigo

Dejan sin agua y sin luz a un inquilino septuagenario.

Tiene contrato en vigor y parece que todas las facturas pagadas

Una vista de Pontecesures.

Aunque tiene todos los papeles en regla, un contrato en vigor hasta mayo de 2024 y ni una sola factura pendiente de pago, según asegura, un vecino de Pontecesures de 71 años está sufriendo todo tipo de penurias en el piso de alquiler en el que vive.

Su situación empieza a movilizar a los vecinos, que tratan de ayudarlo como buenamente pueden y explican que la mujer que le arrendó el piso, también de avanzada edad, está ingresada en una residencia.

Llegó el hermano

El problema surgió cuando hace unos días un hermano de esa mujer acudió al edificio y, al parecer, “cortó el suministro de agua y luz al inquilino; sin previo aviso y aún teniendo el contrato en vigor”.

«Eso no se le hace ni a los okupas; y este señor resulta que lo tiene todo en regla, pero aún así lo dejan sin servicios básicos», proclaman con indignación algunos vecinos de Pontecesures.

Por cierto, que el septuagenario vive en una tercera planta sin ascensor y en condiciones cada día más precarias, según alertabn los propios vecinos.

De ahí que denuncien los hechos y pidan ayuda al concello y a quien corresponda, alegando que se trata de un caso de “emergencia social extrema”.

El contrato

Fue el 1 de junio de 2019 cuando Manuel S.B. firmó en calidad de arrendatario el contrato de alquiler en el que figura como arrendadora María de la Paz B.C.

En ese documento se establece un precio por el piso de 120 euros mensuales y se fija un plazo de cinco años que “finalizará el 31 de mayo de 2024, procediéndose a la finalización del mismo a firmar uno nuevo si las partes así lo acuerdan, estableciendo nuevos plazo y renta”.

Faro de Vigo

Cesáreo Pardal, presidente del Clúster Turismo de Galicia: “Con la inflación este año tenemos un turismo diésel: mucho paseo y poco gasto”.

El sector turístico afronta la recta final de un verano “bueno”, que no ha llegado al nivel “extraordinario” de 2022

“La gente sale, pero economiza en restaurantes”, señala

Cesáreo Pardal.

Cesáreo Pardal. 

– ¿Cómo está siendo el verano? A partir de la tercera semana de agosto lo habitual es que la afluencia de visitantes caiga. ¿Se han cumplido las expectativas en estas tres primeras semanas del mes turístico por excelencia en Galicia?

– Por lo que respecta a la primera quincena de agosto, ha funcionado muy bien, con una ocupación de entre el 85% y el 95%, con especial intensidad los días de puente, por lo que se han cumplido las expectativas que teníamos. En conjunto, está siendo un buen verano.

– Habla de un buen verano en cuanto a resultados, pero el sector turístico confiaba en que fuese un verano extraordinario, como lo fue el pasado. Sin que los datos globales sean malos, parece que no se ha llegado al nivel que se esperaba…

– Sí, es cierto. Estábamos muy mal acostumbrados a las cifras del año pasado, que sí que fueron francamente extraordinarias. Pero yo creo que está siendo un muy buen verano con las cifras que estamos teniendo. Sí que es cierto que ha descendido el gasto medio, pero aún así está siendo un buen verano.

– Precisamente por ese descenso del gasto medio se habla este año de un ‘turismo diesel’…

– Sí, se pasea mucho, pero se gasta poco. Lo que está claro es que la gente tiene ganas de salir. Y, tal y como están las cosas, cuando se sale, hay que mirar mucho la economía. O se trae algo de casa para picar o se va al supermercado. Eso lo notamos en el tique medio diario de los restaurantes. Vemos cómo se economiza más a la hora de comer o a la hora de cenar. Se elige entre ir fuera al mediodía o por la noche o se hace una mayor compra en el supermercado. La prioridad es poder salir, pero adaptando el presupuesto que tiene cada uno.

– ¿Hay una estimación de cuánto puede haber descendido ese gasto turístico?

– No, en absoluto. Tendremos que esperar a las cifras del Instituto Nacional de Estadística para tener esos datos.

– En todo caso, se constata que hay un descenso del gasto generalizado, ¿no?

– Sí. La vida ha subido una auténtica burrada. En un sueldo normal de 1.200 euros, vemos cómo la vida se ha encarecido unos 300 euros. A final de año son 3.600 euros que tenemos que descontar de nuestro presupuesto. Y a lo primero que se le saca en una economía familiar es al ocio y al tiempo de vacaciones.

– Al final, la inflación castiga doblemente al sector, porque se le va más dinero pagando facturas, pero sus clientes gastan menos…

– Ahí es donde el empresario ha sacado pulmón por enésima vez. No ha incrementado las tarifas en la misma proporción que ha subido la inflación. Sí que es cierto que los precios se han incrementado entre un 3% y un 12% en los establecimientos fundamentalmente de hotelería, pero la vida ha subido mucho más. El sector está sufriendo sobre todo el incremento de precios en los carburantes y la electricidad, con facturas que se han triplicado en la hostelería y la restauración, y no lo estamos repercutiendo en nuestras tarifas.

– ¿Puede ayudar el turismo internacional, que estadísticamente destina más dinero a sus vacaciones, para compensar ese menor gasto que hace el visitante nacional?

– Es cierto que los extranjeros duplican o triplican el gasto que hace el turista nacional. Pero en estos momentos representan solo en torno al 32% del total de visitantes. Es una cifra que ojalá se pudiera duplicar. Pero ahora mismo es algo inviable, porque no tenemos las conexiones internacionales que tienen aeropuertos como el de Oporto y otros.

– Otra de las preocupaciones del sector en los últimos tiempos tiene que ver con la falta de personal. ¿Está siendo difícil cubrir los puestos de trabajo que se generan en verano?

– Estamos en la misma línea que el año pasado y que hace dos años. De hecho, el problema se ha incrementado. Lo que ha tenido que hacer el sector es adaptar los turnos a la gente que tiene contratada y cerrar algún día a la semana. Con lo cual, hay un bajón en la cuenta de resultados, porque tener un día cerrado en temporada estival supone una reducción de ingresos considerable.

– Que expectativas tienen de cara a septiembre. Tradicionalmente, es un mes que puede variar mucho en función de la meteorología…

– Esperamos que sea un mes bueno, como ha ocurrido en años anteriores. Por supuesto, el tiempo influye mucho en la ocupación final. Pero cada vez hay más gente que se da cuenta de que Galicia se puede disfrutar en cualquier época del año. Uno de los atractivos que tiene septiembre, por ejemplo, es poder combinar el turismo con la enología, aprovechando la recogida de la uva en las zonas vitivinícolas.

– A pesar de lo avanzado, Galicia sigue sin tener buenas conexiones aeroportuarias y ferroviarias…

– Sí, es la gran asignatura pendiente, pero los que tienen que decidir miran para otro lado. El sector debería salir a la calle para pedir que no se malgaste el dinero público en algunas campañas que se hacen y que se trabaje para que haya una mayor coordinación aeroportuaria, que en estos últimos diez años no ha existido.

– Sí que es cierto que los aeropuertos gallegos crecieron este año en número de pasajeros…

–Así es, pero lo que realmente nos interesa es traer pasajeros internacionales y no pelearnos por una repetición de destinos. Lo que le parece raro al sector es que salgan tres aviones de cada uno de los tres aeropuertos gallegos y lleguen al mismo destino. Eso es una muestra de la descoordinación aeroportuaria que existe. Cada aeropuerto mira sus propios números. No existe interlocución entre ellos y esto es algo que sí notamos a la hora de que lleguen a Galicia más turistas internacionales. El turista extranjero llega a Oporto, que ha pasado de dos a catorce millones de pasajeros. Allí lo están haciendo bien. Y a lo mejor tenemos que copiar ese modelo.

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La anguila de Valga tapa a tapa (y gratis)

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