El bar Choco es uno de los establecimientos de Pontecesures
conocidos por su lamprea. Su dueño, Alejandro Bouzón, no la tenía ayer,
pero no tardará mucho en ofrecérsela a sus clientes. Eso sí, primero
quiere asegurarse de que hay ganas de ella. «Mi idea es traerla en
cuanto empiece a llamar la gente para preguntar y reservar», afirma.
La
lamprea es consumida desde tiempos inmemoriales, y los romanos la
consideraban un manjar. Hoy cuenta con fervientes admiradores, pero
también son muchos los que no se atreven ni a probarla. Alejandro Bouzón
admite que es difícil animar a nuevos comensales a tomarla, «porque su
aspecto no es atractivo. El que se deje llevar por la presentación del
plato no va a querer probarla, pero también hay a quien le encanta. Con
la lamprea no hay un término medio; o te gusta o no te gusta».
Para
el responsable del Choco, hay dos grandes tipos de consumidor: el que
adora de tal forma el pez que está deseando que lleguen a las mesas los
primeros ejemplares de Año Nuevo para ver como están; y los que
prefieren esperar a las últimas semanas de enero o al mes de febrero,
cuando en teoría la lamprea está mejor.
«A
la gente que realmente le gusta la lamprea no se da un atracón, porque
es una carne compacta, que harta mucho. Prefiere tomarla cuatro o cinco
veces durante la temporada, pero en pequeñas raciones», sostiene el
hostelero.
El precio de la
lamprea en los restaurantes varía mucho dependiendo del mismo, pero
puede rondar entre los 65 y los 70 euros la pieza entera, ya puesta en
la mesa. Son muchos los negocios que fijan el mismo precio para toda la
campaña, en vez de variarlo según las fluctuaciones del mercado.
En lo que respecta a las bebidas, la mayoría de los comensales acompañan la lamprea con vinos tintos, tantos gallegos como de La Rioja o del Duero.
Satisfacción de los valeiros que esperan una temporada excepcional // Miguel y José Manuel Barreiro Blanco consiguieron 14 y 15, respectivamente, en la primera jornada // Pesan más de 1,5 kilos y su precio superará los 40 euros.
La campaña de pesca de lamprea en el río Ulla no podía haber
arrancado mejor. Ayer siete embarcaciones y más de 14 tripulantes
asociados a las cofradías de Carril y Rianxo capturaban decenas de
ejemplares del preciado pez en un río que rebosa de agua y mueve fondos
tras las últimas lluvias. Un estreno de campaña que según sus
protagonistas, los valeiros, parece prometer una temporada
«excepcional».
La
temporada de pesca de la lamprea en el Ulla se abría oficialmente este
viernes y los valeiros vivieron un arranque exitoso con las decenas de
ejemplares que se encontraron cuando fueron a recoger a primera hora de
la mañana sus nasas de butrón. Ya por la tarde llegaban al puerto de
Pontecesures los primeros ejemplares del preciado y gelatinoso pez, para
pasar los controles rutinarios de peso y empezar a negociar su venta
con los dueños de los restaurantes.
La satisfacción se podía apreciar hablando con dos de los valeiros,
los hermanos Miguel y José Manuel Barreiro Blanco, que ayer capturaron
en las lanchas con las que faenan 14 y 15 lampreas, respectivamente.
«Las siete embarcaciones hemos cogido lampreas y de buen tamaño»,
explicaba a este diario Miguel, que se congratulaba de lo lleno que va
el río, por lo que esperan que este año la pesca sea abundante. «Todavía
estamos pendientes del control, pero pesarán algo más de 1,5 kilos»,
nos comentaba. Sobre el precio, la abundancia no facilitará que se
paguen cifras astronómicas por las primeros ejemplares como otros años,
en los que se han llegado a abonar hasta 150 euros por una pieza.
«Creemos que estas podemos venderlas a 40 euros más el IVA» sugería el
pescador.
El Ulla lleva agua en abundancia después de tantas semanas de
temporales y precipitaciones, «por eso confiábamos en encontrarnos una
gran cantidad de lamprea desde el primer día», sostienen los valeiros.
«El año pasado había llovido poco, por eso pescamos mal, pero el tiempo
que tenemos desde hace semanas es formidable».
Aunque una veintena de embarcaciones de Carril y Rianxo tienen el
permiso de la Consellería de Medio Ambiente para esta pesca, ayer tan
sólo faenaron unas siete embarcaciones. De momento es una incógnita el
precio que se pagará por el producto durante las primeras jornadas,
sobre todo porque en su cotización influye la mayor o menor cantidad de
ejemplares pescados. En cualquier caso, si resulta que es abundante
puede oscilar entre los 50 y 70 euros, en el caso de las piezas de mayor
tamaño, o entre 25 y 40 euros las medianas.
Hay que indicar que a partir del día 6, también se podrán capturar la
lamprea en las pesqueiras, construcciones tradicionales y situadas en
el curso alto del río.
La generosa dama
Se le conoce como la dama DELl ULLA y este popular pez tan vinculado a Pontecesures se deja querer por los pescadores cuando el caudal del río, como ahora, se mantiene alto, amainan los temporales, sopla el viento y sale el sol. Una situación perfecta, para los valeiros, que ven como este año ese pez primitivo gelatinoso, se encuentra estos días en el Ulla como en casa, y no se esconde ante las nasas butrón. Y mientras, los paladares amantes de este ejemplar, tan amado como odiado, esperan las ofertas que harán los restaurantes que hoy ya pujan por hacerse con las primeras piezas para incluirlas en su carta en este comienzo de año.
El Concello ha pedido ayuda a Manolo Paz para dar brillo a una de sus esculturas en la orilla del Ulla, tras 32 años «escondida».
Las obras de humanización de la fachada fluvial de Pontecesures han
supuesto un pequeño calvario para el gobierno local. Primero, por la
sucesión de permisos y autorizaciones que se debían conseguir para poder
remodelar un área que se quiere convertir en el corazón de la villa.
Segundo, porque la empresa adjudicataria atravesó por sus propias
turbulencias, y eso acabó afectando a los trabajos. «A empresa vai ser penalizada, pero o realmente importante son os retrasos que sufriu a obra»,
decía ayer el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage. Afortunadamente, parece
que la situación se ha normalizado, y desde hace unos días las obras
marchan a su debido ritmo.
Ayer, los obreros que trabajan en este proyecto
estaban a las órdenes de un capataz tan exigente como afable. Y es que
el escultor Manolo Paz se había acercado a Pontecesures, llamado por el
Concello, para colaborar en la reubicación de una de sus esculturas.
Llevaba esta en la zona portuaria desde el año 1988, pero «pouca xente sabía que estaba aquí e de quen era», confiesa el concejal Ángel Souto.
La escultura es una enorme pieza que parece querer enmarcar el río. «Pasaba desapercibida para a xente», explica el arquitecto municipal. Y eso es lo que se quiere cambiar. Se colocará sobre una plataforma, «para que pareza que flota», según explicaba Manolo Paz. Además, se va a iluminar cuidadosamente para darle aún mayor realce durante la noche.
«É de agradecer que un concello, tantos anos despois, te chame para isto»,
explicaba el autor de la pieza, un prestigioso escultor cuyo trabajo ha
dado la vuelta al mundo desde su Cambados natal. En su momento, fue
instalada junto al río. «Diría que a descargaron, sen máis»,
relata. El entorno en el que fue ubicada entonces está en plena
transformación, y hay elementos que el tiempo ha hecho cambiar
definitivamente. Los árboles que la enmarcan, por ejemplo, han crecido
mucho. Pero eso no supone un problema para un artista empeñado en que
sus obras dialoguen con la naturaleza. «As árbores non son un problema, todo o contrario». Sus copas formarán una suerte de cúpula natural, cuyo verdor contrastará con la piedra que se extenderá ante la pieza.
Ya no debería faltar demasiado para que la reforma del entorno esté acabada. El arquitecto municipal esquiva dar una fecha de remate de las obras, pero el alcalde Vidal Seage sí lo hace. «Atrévome a dicir que ten que estar lista para a Festa da Lamprea».
Siete barcos iniciaron el jueves la temporada en el río Ulla.
Los siete barcos que el jueves lanzaron sus nasas-butrón al río Ulla pudieron confirmar ayer la sensación de que el río está en condiciones óptimas para la captura de la lamprea. «Colleriamos unha media de dez lampreas por embarcación», aseguran los valeiros. «Está claro que as lampreas queren auga, choivas e correntes», sentencian mientras hacen votos para que la cosa siga así.
Antonio Pesado Romai desciende de una saga de valeiros, marineros que viven a caballo entre el Ulla y la ría de Arousa.
Los valeiros son hombres de mar y de río. Sus embarcaciones se mueven
con soltura por la desembocadura del Ulla y por el fondo de la ría de
Arousa, siguiendo el complejo ritmo que marcan unas vedas dictadas en el
agua salada por Mar, y en agua dulce por Medio Ambiente. El pasado
jueves, muchos de ellos bautizaron la campaña de la lamprea, que se
prevé este año de abundantes capturas y calidad indiscutible. Antonio no
forma parte de ese grupo. «Esta tempada estou indo ao chopo», y ha decidido aguantar en esa pesquería antes de hacer el cambio para el río.
Esa condición doble de hombres de mar y de río no supone, para Antonio, ningún problema de identidad. «Os valeiros somos mariñeiros»,
sentencia con rotundidad. «Mariñeiros», eso sí, atrapados por una doble
esfera burocrática que en ocasiones amaga con ahogarlos. Cuando la
Consellería de Medio Ambiente amplió su zona de afectación en la
desembocadura del río Ulla «acabou coas artes de pesca todas»,
abocando a la captura de los peces de río -lamprea y anguila- con nasa
butrón, y a la de la solla con el rastro. Son muy pocos los barcos que
mantienen la segunda de estas posibilidades abierta. «Haberá tres. É un traballo que vai quedar case extinguido», reflexiona Antonio, que además de veterano en el trabajo, es el presidente de la asociación que aglutina a los valeiros.
La veteranía de la que hablamos le sobra: tiene más de treinta años cotizados como trabajador del mar. «Con 12 anos xa ía traballar con meu pai. Daquela, durante as vacacións ías botar unha man»,
señala. Así que aprendió el oficio en familia, porque también sus tíos y
sus abuelos pertenecían al club de los valeiros de Pontecesures. «Daquela
no río tamén se traballaba con trasmallos… Agora todo iso cambiou,
hai normas por todos os lados, requisitos, esixencias… Cada día
complican máis vivir disto», reflexiona.
Aunque su sector se ve especialmente ahogado por la burocracia, «isto pasa en todos». «Cando
eu empecei a traballar, se querías mercar un barco non era fácil. Non
encontrabas, e os que encontrabas estaban velliños. Agora en todos os
lados hai barcos á venda. Por algo será», dice Pesado. Y eso solo se puede explicar porque cada vez hay menos interés por trabajar en el mar. Aunque no es su caso. «Teño
dous fillos, e os dous traballan comigo. Un probou un tempo en terra,
pero non se deu adaptado. Non é o mesmo traballar nunha fábrica que no
noso oficio. É moi duro, pero ten moitas vantaxes, pásanseche as horas
doutra maneira», dice. En su familia, en realidad, todo el mundo colabora con el negocio del mar y la pesca. «A miña muller tamén ten embarcado comigo, e cando toca vai vender á praza», explica. «A todos nos sobra que facer», indica risueño.
Y es que el buen humor debe ser lo último que se
pierda, junto con la esperanza. Antonio no se descabalga de la sonrisa
ni cuando habla de los atrancos que por momentos les pone la
Administración. «Hai xente á que lle parece mal que
defendas o teu traballo», explica. Porque «o das vedas está moi ben…
Pero, e as verteduras? Cando van arranxar o problema das verteduras e da
contaminación do río?», se pregunta. «Agora que está tan de moda a loita contra o plástico debían facer unha limpeza nas marxes do Ulla, porque están cheas del»,
recalca. Aunque lo peor son los efluvios contaminantes que emanan de
las redes de alcantarillado de las localidades ribereñas, o de las
empresas ubicadas en las márgenes del río. ¿Será el 2020 el año en el
que se resuelva ese problema? Habrá que verlo. Aunque a Antonio Pesados
la experiencia le dice que las cosas de palacio van despacio.
«Antes non era tan fácil atopar un barco para mercar; agora véndense en todos os portos»
«O noso traballo é duro, pero ten moitas vantaxes. Pasan as horas doutra maneira»
Las claves para pescar un pez prehistórico que levanta pasiones
En
el Ulla acaba de comenzar la temporada de capturas de la lamprea. Una
especie con una larga historia, cuya llegada a las cocinas es esperada
con ansiedad por quienes la consideran un manjar. Sobre este pez
circulan todo tipo de leyendas y rumores. Antonio, que conoce bien al
animal, confía en que este sea un buen año de capturas: el río baja con
mucho caudal y ese es uno de los síntomas de que la pesca no se debería
dar mal. «Ten habido anos de moitísima lamprea, de velas pasar coma mosquitos», dice el marinero. Aunque eso no siempre garantiza que vaya a haber muchas capturas, porque «ás veces pasan por riba das nasas».
A pesar de que el Ulla dista mucho de estar en su mejor estado de forma, el río «recuperou moitísimo» en los últimos años. A ver si se nota en el balance del final de campaña.
Están
convencidos de ello porque «las condiciones del río son inmejorables». Y
es tal su optimismo que algunos llegan a asegurar que «va a ser un año espectacular para la lamprea, y si tampoco esta vez es así habrá que concluir que se ha extinguido del Ulla y tendremos que dedicarnos a otra cosa».
Quienes así se pronuncian saben que este pez parásito precisa de abundante agua dulce para, desde el mar y la ría, encontrar la ruta que le permita remontar los cauces fluviales hasta las zonas de desove.