El padronés “Máximo Sar” fue nombrado este año Hijo Adoptivo de Caldas de Reis.

Maximino Rodríguez Buján, conocido por su pseudónimo de ‘Máximo Sar’ se convirtió en enero de 2020 en Hijo Adoptivo de Caldas de Reis tras el nombramiento realizado por el Pleno Municipal de la corporación. 

Con este título, señala el alcalde Juan Manuel Rey, se quiere reconocer a una persona que es admirada por sus servicios, su trabajo y sus obras, dejando un importante legado para Caldas de Reis, vila a la que siempre ha estado ligado.

Máximo Sar nacía en 1922 en el municipio de Padrón. Tras estudiar en Santiago de Compostela inició su carrera en la justicia municipal en el año 1951 cuando toma posesión de su cargo como juez en el Juzgado Comarcal de Caldas de Reis. Desde entonces, salvo por causas laborales, fijó su residencia en la villa.

Además de juez, Máximo Sar cuenta con una amplia carrera como escritor y periodista con más de un centenar de artículos publicados sobre Caldas y su comarca. Fundó la ‘Xuntanza Endovélica’ de la que formaban parte intelectuales caldenses, artistas y escritores. Además es miembro del Padroado Rosalía de Castro y socio de honor del Ateneo Caldense.

Desde el Concello se está preparando la edición de un libro con una selección de artículos periodísticos publicados por este autor en distintos medios y que cuentan con referencias a Caldas.

Padrón y Pontecesures, dos pueblos separados por una desescalada provincial.

El alcalde del primer municipio afirma que “no tiene encaje que un padronés pueda viajar hasta A Coruña o hasta Cariño, municipios que quedan a 100 kilómetros, y no puedan cruzar a 200 metros”.

Un vecino de Pontecesures pasa hacia Padrón, al otro lado del puente este jueves. Padrón y Pontecesures son dos municipios gallegos con una gran vida conjunta que están separados por un puente romano sobre el rio Ulla y durante la desescalada, su unidad se podría ver alterada por la división provincial: el primero pertenece a A Coruña y, el segundo, a Pontevedra.

Padrón y Pontecesures son dos municipios gallegos con una gran vida conjunta que están separados por un puente romano situado sobre el río Ulla. En la desescalada, su unidad se podría ver alterada por la división provincial, con consecuencias negativas tanto para el comercio como para sus habitantes, ya que el primero pertenece a A Coruña y el segundo, a Pontevedra.

“Espero que finalmente impere el sentido común y esta medida se eche atrás”, ha declarado a Efe el alcalde de Padrón, Antonio Fernández Angueira, que considera que el municipio es el “centro neurálgico” de la comarca, además de núcleo “comercial, industrial, administrativo y sanitario”.

“No tiene encaje que una persona de Padrón, limítrofe con Pontecesures, pueda viajar hasta A Coruña o hasta Cariño, municipios que quedan a 100 kilómetros, y no puedan cruzar a 200 metros”, explica.

El alcalde considera que habría que establecer otro tipo de áreas, porque en algunos casos “únicamente juega el azar”, ya que depende de si los municipios están situados en el centro de la provincia o en zonas limítrofes.

“No se puede gobernar a 600 kilómetros de distancia y establecer las mismas medidas para todos, porque esa igualdad no deja de ser una discriminación en situaciones distintas”, apunta Fernández Angueira, que señala que, mientras Madrid es uniprovincial, hay comunidades autónomas, como Galicia, que tienen características muy distintas.

Además, esta división supone para el alcalde un lastre en los servicios ciudadanos, pues en Padrón está ubicado el grupo de emergencias supramunicipal, que incluye otros municipios como Valga o Catoira, por lo que ve las áreas sanitarias como una buena medida territorial para la desescalada.

En caso de que la desescalada sea provincial definitivamente, los habitantes de muchos pueblos cercanos a Padrón, pero que están en la provincia de Pontevedra, no podrían realizar sus compras en la localidad coruñesa y, por lo tanto, deberían buscar esos servicios en su provincia, aunque ello suponga recorrer muchos más kilómetros.

“Por un lado se está perjudicando a Padrón económicamente e industrialmente y a los vecinos de otros municipios se les está quitando un servicio que podrían tener a tres kilómetros, además de obligarlos a desplazarse a lo mejor a 60 kilómetros dentro de la misma provincia para tener el mismo resultado”, explica Fernández Angueira.

Así lo ven también los comerciantes del mercado de abastos de la localidad, que piensan que perderán muchos clientes si se corta el tránsito entre Pontecesures y Padrón.

“Así como gente de Santiago no viene, por los kilómetros, aunque esté en la misma provincia, de Pontecesures tenemos muchos”, explica Mari Carmen, que trabaja en una frutería y que entiende que no puedan ir los de Pontevedra, pero no gente cuya localidad está a poca distancia.

Lo mismo afirma Luis, que asegura que a la carnicería en la que trabaja acude mucha gente de pueblos limítrofes y añade que si se aplica la desescalada por provincias, podrían perder entre un 30 y un 40 % de la clientela.

En Pontecesures, pueblo de no más de 3.000 habitantes y con servicios limitados, opinan igual, pues Ángel, encargado de una librería, asegura que, aunque la mayoría de sus clientes son del lado pontevedrés, podría perder en torno a un 30 % de clientes.

Para el alcalde de esta localidad, Juan Manuel Vidal, el hecho de hacer una división insular o provincial “desbarata un poco la simbiosis que llevamos todos los ayuntamientos del contorno”, por el mero hecho de una división administrativa “sin demasiado buen criterio”.

“Estamos enclavados en la comarca del Ulla, una comarca en la que están solapados muchos servicios y en la que compartimos tradiciones, mercados e infinidad de puntos en común”, afirma, y añade que la situación es “casi cómica” porque vecinos a los que separan 200 metros no podrían casi “ni darse los buenos días” o incluso algunos, para poder bajar al caso urbano, “tendrían que cruzar campo a través” para no cruzar los límites provinciales.

“Lo menos lesivo sería hacer una división comarcal, pero no tirar de divisiones administrativas de principios del siglo XIX”, apunta.

Y es que, tal y como opina el presidente de la Asociación de Empresarios de Padrón, Simón Barreiro, en situaciones como ésta es necesario que todos “arrimen el hombro” y que las empresas y comercios se ayuden los unos a los otros para salir adelante, en lugar de establecer fronteras “sin lógica”.

“Es una rueda en la que si uno deja de empujar, pues nos repercute a todos. Tenemos que ayudarnos unos a otros”, afirma Barreiro, que a pesar de que considera que las decisiones políticas que se toman “no son fáciles”, podría haber más concreción, ya que “sale una medida y según la repercusión que tiene se modifica”, lo que genera “incertidumbre y desconfianza”.

El Correo Gallego

Pulpería Rial se reinventa en su apuesta por la venta a domicilio.

Como otros muchos negocios que se han visto obligados a cerrar sus puertas y aplicar un ERTE a los trabajadores tras decretarse el estado de alarma por el covid-19, Pulpería Rial no ha querido permanecer inactiva. La suspensión de la Pascua y la Pascuilla dejó a los padroneses sin fiesta pero no se quisieron quedar sin la tradición de comer el pulpo. Así, y tras la avalancha de peticiones para que vendiera sus ricas raciones a domicilio, la empresa familiar, y por iniciativa del único trabajador de momento en activo, el encargado, Juan José Santana, se inició la venta a domicilio de las tradicionales raciones de pulpo, calamares y raxo. Hoy el negocio on-line ha ido creciendo y ya se ofrecen otras raciones y menús del día.

“La idea surgió con un doble objetivo, ayudar a la economía del negocio y, por otro, facilitar a la clientela que siguiera con la tradición de comer el pulpo en Pascua pero sin tener que arriesgarse al contagio, llevándoselo a su domicilio”. Y fue el propio Santana, que lleva 14 años trabajando en la empresa familiar de los Rial, quien se encargó de llevar los pedidos que se hacían a traves de WhatsApp (608359512) y en horarios cerrados: de 13.00 a 14.30 horas y de 21.00 a 22.30 horas.

El incremento de la demanda durante las “no fiestas” les permitió, ademas, contratar los servicios de O Búho, una empresa de reparto de la zona. Y es que Pulpería Ríal no solo reparte en Padrón y el resto de concellos de la comarca de O Sar (Rois y Dodro) sino que su clientela se extiende desde Santiago a Rianxo, pasando también por las localidades de Pontecesures y Valga. “Todo empezó por iniciativa del encargado. Mis padres tenían mucho dinero invertido en mercancía para las fiestas de Pascua y el cierre obligado fue un golpe muy duro, así que poder haber dado servicio en la Pascua alivia algo”, explica Begoña Rial, hija de los dueños y fundadores de la pulpería, José Manuel Rial y Lydia Angueira.

“Empezamos con el pulpo, los calamares y el raxo, pero ahora ya hemos ampliado la oferta y también damos croquetas caseras, jamón asado y tortilla. También desde hace poco, y para dar servicio a gente que ha tenido que seguir trabajando o ha vuelto al trabajo, ya ofrecemos menús del día”, cuenta la pequeña de la saga familiar.

Un menú del día compuesto por dos platos y que cuesta ocho euros más los gastos de envío. Si es en la villa y proximidades se pagan tres euros, pero si el pedido es para Santiago o Rianxo, por ejemplo, hay que pagar a mayores ocho euros.

También se puede elegir, si se quiere, solo un plato del menú, con lo que el precio baja hasta los seis euros.

“Ahora y desde hace unos días los clientes también pueden recoger su pedido en el establecimiento. Hay una mesa que separa al vendedor del cliente”, explica Begoña

Las ofertas de menús, raciones y bocadillos se pueden ver a diario en las redes sociales de Pulpería Rial: Facebook, Twiter e Instagram Estos días ofrece un plato especial con motivo de la celebración mañana domingo del Día de la Madre: carne ao caldeiro.

Visita obligada.

Pulpería Rial es uno de los negocios hosteleros familiares más emblemáticos de Padrón, lugar obligado de parada y visita los domingos de mercadillo para ir a comer el pulpo.

Abrió sus puertas, de la mano de Lydia Angueira y José Manuel Rial, el 11 de febrero de 1983, hace ya treinta y siete años, en la plazuela de Traviesas de la localidad coruñesa de Padrón.

El Correo Gallego

Saltos interprovinciales para ir al súper, o a tu propio pueblo.

«Teremos que ir ao centro polo monte», dicen con humor los vecinos de Fenteira y Grobas, dos aldeas de Pontecesures a las que se llega por una carretera que en varios momentos discurre por suelo coruñés.

Tras largos días de encierro, ha llegado el momento de la desescalada. El proceso, ya lo ha anunciado el Gobierno, será lento: cuatro etapas. Durante las tres primeras, dice el plan trazado inicialmente desde Madrid, se limitarán los movimientos interprovinciales si no existe causa justificada para los mismos. El uso de las provincias como unidad de movilidad está sujeto a revisión después de que varias comunidades autónomas, entre ellas Galicia, hayan mostrado su disconformidad con ese criterio. Pero a la espera de que se tome una decisión definitiva, en localidades como Pontecesures fruncen el ceño mientras miran al puente que une esta villa con la vecina Padrón, en la provincia de A Coruña. «Non ten ningún sentido; está claro que hai que trazar a liña por algures, pero no noso caso, esa división xera situaciones ben extrañas», razona el primer edil, Vidal Seage.

A caballo ente Padrón y Cesures

Pone como ejemplo de ello a los vecinos de los lugares de Grobas y Fenteira. Viven a unos kilómetros del casco urbano. Para viajar hasta este, tienen que cambiar en varias ocasiones de provincia, ya que es terreno fronterizo y la división «fai zig zag». Así lo cuenta Eduardo, que vive en Fenteira y que tiene muchas fincas «que están unha parte en Pontevedra e outra na Coruña». «A Pontecesures temos que ir a facer a compra, para ir facer xestións… A todo. E temos que cruzar catro veces de provincia», relata. ¿Se aplicará el sentido común en este caso? Él tiene sus dudas. «Home, non vexo normal moitas das medidas que están tomando». Si el criterio provinial no cambia, dice Eduardo, a los vecinos no les quedará más remedio que «ir ao centro pola pista forestal, que é o único camiño que hai que non se mete na Coruña». Grobas y Fenteira no son los únicos núcleos cesureños que vivirían una situación extraña. Relata Vidal Seage que los vecinos de San Xulián, en Pontecesures, «non poderían ir a Cortiñas, que lles queda a cen metros, porque é Padrón». Por no hablar, en general, de todos los cesuereños, ya que la localidad vive volcada hacia el otro lado del río.

La Voz de Galicia

El BNG de Padrón aboga por suprimir la frontera provincial.

El BNG de Padrón considera «sensatas» las alegaciones presentadas por el Concello sobre la prohibición de cambiar de provincia dentro del plan de desescalada diseñado por el Ejecutivo central. La edila nacionalista Beatriz Rei coincide con el gobierno local en el «gran prexuízo que a aplicación literal do plan tería para o Padrón e os concellos limítrofes». Para el BNG, «a fronteira provincial non existiu nin existe para os veciños da comarca». En este sentido, añade que «goberne quen goberne en Madrid, é importante para Padrón rematar con esta división provincial absurda», también después de la pandemia.

De hacerlo, añade Beatriz Rei, se solucionarían problemas como el de la parada del transporte metropolitano y posibilitaría «a planificación de servizos como o de recollida de lixo ou saneamento, entre concellos coma Padrón e Pontecesures». Para el BNG, la disolución de la frontera provincial «debe ser un obxectivo de calquera goberno municipal de Padrón».

La Voz de Galicia

Ana Pontón también se refiere a la distancia entre Padrón y Pontecesures.

Rodrigo Cota (Diario de Pontevedra)

Seguimos con el plan de la nueva normalidad, un término al que me voy acostumbrando aunque cuesta. Tengo reservas sobre algunos asuntos, como el de la división provincial de las cuatro fases. Ana Pontón, muy acertadamente, puso un ejemplo que conozco perfectamente: un vecino de Padrón podrá desplazarse a Fisterra pero no a Pontecesures. Entre Padrón y Pontecesures hay un centímetro. Lo sé porque viví una temporada en Padrón y otra en Cesures. Del mismo modo, un cesureño podrá atravesar medio país para llegar a O Seixido, el pueblo de mi padre, que limita con la provincia de Ourense, pero no puede avanzar siete metros para comprar el pan en Padrón. Cierto que hay que poner los límites en algún lado si se pretende una nueva normalidad asimétrica y que la división territorial e provincias es la que es aunque sea una tontería. Cierto también que las diputaciones tendrán un papel y que son provinciales, por lo que Carmela Silva, pongo por caso, no tiene jurisdicción en A Coruña ni en Ourense, pero no estaría mal poner en esto un poco de sentidiño, que todo en esta vida tiene arreglo menos la muerte, como estamos comprobando a diario.