Un puente sobre el río Ulla separa Padrón (A Coruña) y
Pontecesures (Pontevedra), localidades que se ven gravemente
perjudicadas por la prohibición de cambiar de provincia hasta la tercera
fase, salvo causa justificada como desplazamientos por trabajo. Así lo
considera el Concello de Padrón, que ayer dirigió un escrito a la
Subdelegación del Gobierno en el que expone que «las restricciones de
movilidad entre provincias van a suponer una afectación desproporcionada
a los habitantes de nuestro municipio, sin que existan razones
objetivas para ello, simplemente por mero azar geográfico».
Por
ello, el Ayuntamiento pide que se tengan en cuenta las circunstancias
derivadas de su carácter de municipio limítrofe y se le comuniquen
nuevas medidas adaptadas a la realidad de Padrón. La capital del Sar es,
tradicionalmente, el centro económico de esta comarca y de parte del
Baixo Ulla, con Pontecesures y Valga. El alcalde padronés, Antonio
Fernández, va más allá y habla de que Padrón y Pontecesures funcionan
como una unidad comercial (en Padrón hay muchos comercios que no existen
en Cesures); industrial (una misma empresa tiene instalaciones en ambos
lados); política, en algunos casos con convenios conjuntos de Padrón,
Rois, Dodro, Cesures y Valga; e incluso servicios como el del Grupo de
Emerxencias Supramunicipal (GES) de Padrón, cuyo ámbito de actuación
acaba de ampliar la Xunta a Pontecesures y Valga.
A mayores, hay aldeas de Padrón, como Morono,
Cortiñas, Confurco o Condes, cuyos vecinos deben desplazarse por
territorio de la provincia de Pontevedra para ir al casco urbano de
Padrón. Algo similar sucede al revés, con Grobas, ya que para ir al
casco urbano de Cesures hay que pisar territorio coruñés.
En Padrón, además, compran, desde siempre, muchos vecinos de Cesures y Valga. También cursan estudios alumnos de ambos concellos pontevedreses y usan servicios sanitarios del centro de salud como el de farmacia, fisioterapia u odontología, sin contar otros como Notaría o Registro, o bancos, amén de múltiples lazos familiares.
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se ha mostrado muy crítico con el plan de desescalada
presentado este martes por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Feijóo asegura que «Galicia no puede avalar» el plan de Sánchez, un
documento con «algunas luces y muchas sombras». Entre estas últimas, ha
situado que se tome como referencia la provincia, una figura
administrativa «del siglo XIX» y que parte de una división territorial
concretada en 1883.
Tras quejarse de que, pese a lo que pone el documento del Gobierno,
no se ha «consensuado» el plan con las comunidades, Feijóo ha admitido
que Galicia cumplirá las directrices estatales, como «siempre» hace,
pero ha apelado a que el documento que se ha dado a conocer sea
«mejorado y rectificado».
Alberto Núñez Feijóo ha celebrado que se despejen algunos horizontes y
que la desescalada sea «gradual», pero entre las cuestiones que, bajo
su punto de vista, deben rectificarse, ha situado la falta de atención
específica al ámbito rural y la «movilidad provincial». La Xunta
mantiene que la referencia debería ser el área sanitaria y que lo lógico
es atender a criterios de salud y no administrativos.
Es decir, defiende que llegado el momento pueda haber movilidad entre
dos provincias si la situación epidemiológica es similar. A modo de
argumento, ha indicado que, por ejemplo en el caso de Galicia el 10 por
ciento de su población, casi 270.000 gallegos, vive en 70 municipios
limítrofes entre provincias.
Más allá, ha reclamado que el Ejecutivo aclare los «criterios sanitarios»
exactos que permitirán a cada territorio pasar de una fase a otra. «La
incógnita fundamental es cuáles son los parámetros y variables que se
van a emplear en cada fase. No se concreta el punto de corte, no sabemos
a partir de qué datos sanitarios el Gobierno va a autorizar el paso a
la siguiente fase», ha lamentado.
Que escuche a las Comunidades
Alberto Núñez Feijóo ha dirigido buena parte de su intervención a
pedir al Gobierno que no haga «oídos sordos» a las comunidades, que ha
erigido en «colaboradores necesarios e imprescindibles» para «acertar»
en el marco de una crisis excepcionalmente compleja.
Frente a «imposiciones» y, tras remarcar que autonomías y ciudadanos
se han comportado con «lealtad» y «responsabilidad histórica», ha
proclamado: «Estamos juntos en esto y compartimos el mismo objetivo,
conseguir una desescalada segura, prudente, progresiva y eficaz».
Todo ello, tras quejarse de que el plan presentado por Sánchez, que
Galicia «no va a avalar» porque halla en él «serias lagunas de
eficiencia y utilidad», no fue negociado «ni mucho menos consensuado»
con las comunidades. Así, ha concluido que este documento debería ser
«un punto de partida», antes de aprobar un plan definitivo en la próxima
videoconferencia de presidentes.
«Entramos en una fase crucial de la respuesta a la pandemia y la
mejor manera de afrontarla es trabajando de forma coordinada y leal, y
no a golpe de imposiciones del boletín oficial, con órdenes
ministeriales que salen de manera continuada y constante, en una
situación de una enorme improvisación», ha abundado.
Movilidad provincial
Entre las «sombras» del plan, Feijóo ha echado en falta un
tratamiento específico para el rural. «Estamos hablando de un plan
pensado en realidades urbanas y no en realidades rurales», ha afirmado,
antes de apelar a replantear la movilidad provincial
De este modo, el titular de la Xunta ha incidido en que se tenga en
cuenta el área de salud y no la provincia como unidad de capacidad del
sistema sanitario.
A su modo de ver, «no tiene sentido que un señor de Padrón pueda ir a Ortigueira, pero no a Pontecesures».
Del mismo modo, además de insistir en que los parámetros sanitarios
deben ser clarificados y consensuados con las comunidades para llegar a
un criterio «objetivo» que no dependa de la «interpretación» del
Ministerio, entiende que «debería de hablarse de los servicios de
urgencias y emergencias, al igual que se habla de la atención primaria,
hospitalaria y UCIs, porque es a ellos a los que llegan los casos en
primer lugar».
Y no coincide tampoco la Xunta en las franjas de edad para la
desescalada. A su modo de ver, para los mayores debe ser «de 69 en
adelante y no de 65». «Debería subirse de 69 en adelante y de 69 hacia
atrás, y tenemos razones sanitarias y clínicas para defenderlo», ha
apostillado.
No a la prórroga del estado de alarma
Asimismo, el presidente gallego ha destacado la «indefinición» que
existe en los criterios de reapertura en distintos sectores económicos
como, por ejemplo, en el comercio, en la actividad pesquera o en la
restauración.
Y ha resaltado, finalmente, la necesidad de despejar las incógnitas
sobre la duración del estado de alarma, ya que, bajo su punto de vista,
difícilmente se puede hablar de pasar «a la nueva normalidad» si hay una
situación tan excepcional.
«No podemos mantener ‘sine die’ un mecanismo tan excepcional en la democracia», ha defendido. Posteriormente, preguntado por el marco electoral gallego, se ha esforzado en desvincular ambas cuestiones, pero sí ha precisado que España «no se merece seis semanas más de estado de alarma», convencido de que hay fórmulas legales que permiten aplicar el plan de desescalada.
Padrón, Brión, Pontecesures, Valga, Caldas, Cuntis o A Estrada ven como el bullicio dejó paso al silencio.
No solo las grandes ciudades o los núcleos urbanos más importantes del territorio gallego quedaron huérfanos de actividad. Barrios, zonas rurales, polígonos industriales o incluso las llamadas ciudades dormitorios también comprobaron como el confinamiento se llevó por delante el movimiento de vehículos o personas. Las villas más cercanas a Compostela no son ajenas a esta situación. Padrón, Brión, Pontecesures, Caldas de Reis, Cuntis o A Estrada viven momentos de silencio y de un recogimiento obligado por el confinamiento que deja al descubierto sus calles, como si quedaran desnudas, despojadas de ese ropaje que aporta el bullicio, el ruido, las carcajadas o simplemente las conversaciones entre los vecinos. Y en esa desnudez quedó al descubierto la belleza de unos rincones que ahora se pueden apreciar en todo su esplendor. Desde el Espolón padronés al santuario de Santa Minia brionés, de la interminable recta de la rúa San Lois cesureña al consistorio de Valga, de las preciosas zonas verdes de Caldas de Reis al balneario de Cuntis sin olvidarse de la alameda estradense. Y ese cambio de una vida frenética a la tranquilidad más absoluta ofrece más de un descubrimiento. Nadie es ajeno a unos hechos que pueden ayudar a apreciar lo propio, a encariñarse con aquellos lugares cercanos que ahora se pueden contemplar de una forma diferente, desde otro punto de vista. Una calle sin vida no es igual que cuando está en plena actividad pero no por ello es menos bella. Al contrario, en algunos casos, incluso muchos, sale ganando.
El Concello de Padrón y el centro de salud instalaron esta tarde la carpa en la que, a partir de mañana, se realizarán los test rápidos para detectar la presencia del coronavirus entre la población, dentro del estudio epidemiológico promovido por el Sergas con el objetivo de conocer cuál es la situación y el desarrollo de la pandemia. La carpa está instalada en la zona de aparcamiento del Punto de Atención Continuada (PAC) y desde el Concello recuerdan que solo se le hará la prueba (punción capilar) a aquellas personas que fueron citadas desde el centro de salud, de modo que insiste en que, si no se está citado, no se le hará el test. La carpa quedará instalada, en principio, hasta el 7 de mayo, según ha confirmado el concejal de Sanidade, Ángel Rodríguez, quien ha señalado además que el Concello colabora desde el primer momento con el centro de salud en las medidas relacionadas con la pandemia del coronavirus.
Padrón despidió ayer a José Carlés Barreiro, de 85 años, fallecido por coronavirus en el Hospital de la Rosaleda. Viudo de María Victoria Cristobo Díaz, era vecino de Porta dos Mariños, en Pazos. Él y su mujer abrieron hace más de 50 años el Restaurante Gran Chaparral, hoy regentado por su hija, María Victoria Carlés, de 48 años. La pareja se casó y ya abrió el restaurante, primero en una casa más pequeña y, con el paso del tiempo, en el actual inmueble más grande, pegado a la carretera N-550. El establecimiento hostelero, actualmente cerrado por el estado de alerta, sirve menús del día, de lunes a viernes sobre todo para una clientela obrera, pero los fines de semana y sobre todo el domingo, es parada de numerosas familias, entre ellas muchas de Santiago, que eligen este local de Padrón para su comida dominical, especializada en callos, cocido y cordero.
Los fundadores eligieron el nombre del local por una serie de televisión de temática del oeste norteamericano centrada en el rancho El Gran Chaparral.
Hoy, la hija del fallecido ha querido recordarlo como un “home moi traballador”, camionero toda la vida de la empressa Maderas Magán de Pontecesures, al igual que su madre que atendía el café bar y restaurante. En el local, a José Carlés le gustaba mucho echar la partida de cartas con los clientes y, quizás, por ello, el establecimiento no cerraba ningún día de semana al año ha recordado hoy María Victoria Carlés, que tiene dos hermanos. su padre fue enterrado ayer en el cementerio paroquial de Iria, siguiendo las indicaciones sanitarias vigentes.
No estaba previsto así por su creadora, pero el
estado de alerta está dando trabajo y visibilidad a una «empresa joven y
dinámica» de reparto a domicilio que acaba de nacer y que trabajará en
el área de Padrón, Pontecesures, Valga y alrededores. O Búho, así se
llama, quiere llenar un hueco que había en la zona de reparto a
domicilio en estas semanas de confinamiento sobre todo de comida,
alimentos y productos de primera necesidad, aunque aspira a mantenerse
en el tiempo.
Detrás está Sandra Y. Vargas, una joven de 28 años
natural de Colombia, que de niña se trasladó a vivir a Castilla la
Mancha (allí tiene familia) y que vino a Galicia a estudiar Trabajo
Social en la Universidade de Santiago.
En Compostela, ciudad de la que «me enamoré»,
dice, reside en la actualidad, después de hacerlo año y medio en Padrón,
donde trabaja en el sector de la hostelería. Fue en la capital del Sar
donde le surgió la idea de crear la empresa de reparto a domicilio. «Un
día estaba en casa con mal tiempo y pensé ¿no habrá nadie que me acerque
a casa algo de comer? Al final, pensé ¿por qué no lo hago yo?». Y ahí
empezó todo, cuenta Sandra Y. Vargas. «Teníamos muchísimas ganas de
hacer realidad esta idea, y más en una zona como Padrón, con una
población que respeta la hostelería y que antes no había tenido un
servicio como el nuestro», cuenta la joven emprendedora.
En estos momentos, O Búho amplió su ámbito de
trabajo y está repartiendo también en el área de Santiago, O Milladoiro
(Ames) y Teo, ya que colabora con la Pulpería Rial en la entrega a
domicilio de menús como pulpo, raxo, calamares y patatas, una iniciativa
que «está teniendo muy buena acogida», explica Sandra Y. Vargas.
«Si
Pulpería Rial lo puede hacer, estoy convencida de que otros locales
también podrían; con trabajar un autónomo y hacer la comida, del resto
nos encargaríamos nosotros», añade la joven. En este sentido, desde el
perfil de las redes sociales, O Búho anima a otros negocios a decidirse a
trabajar para pedidos a domicilio, teniendo en cuenta las perspectivas
derivadas de la situación sanitaria y económica del coronavirus para que
«afronten esta crisis abriendo sus cocinas unas horas para que podamos
repartir en más casas, y así la economía se mueva un poco más», dice la
fundadora de la empresa.
Sandra también quiere agradecer la iniciativa que
tuvo el encargado de Pulpería Rial, Juan José Santana, de trabajar para
pedidos a domicilio, que a ella le dio la oportunidad de arrancar con
su empresa de reparto y de darla a conocer.
Por cierto, la elección del nombre de la empresa tiene una explicación: el búho es un ave que, desde pequeña, le gusta mucho a la emprendedora, un ave de vida nocturna. Y el reparto a domicilio también se hace en ese horario, explica.