La Casa de Galicia acoge sus obras, realizadas con diferentes materiales naturales, incluida la bosta de vaca, hasta el próximo día 29 ·· Es discípulo del desaparecido artista compostelano Fernando García Blanco.
«Me gustaría que las personas que visiten la sala en la que está mi obra puedan respirar lo mismo que yo percibo en mi entorno natural». Este es el deseo que quiere transmitir el joven escultor Camilo Rodríguez, Camilo Seira (Padrón, 1974), que vive y siente la naturaleza como parte de él mismo. Bajo el título De lo espiritual en la materia, el artista ofrece, desde ayer y hasta el día 29 en la Casa de Galicia de Madrid, una veintena de obras realizadas en piedra, madera, bosta y otros materiales. Es «la materialización de un largo proyecto», que inicialmente realizó en un cuaderno como bocetos, en los que estuvo trabajando casi un año y que ahora cobra cuerpo.
Esta exposición supone un cambio en su trayectoria profesional, «muy diferente a lo que yo hacía hasta ahora» (en especial monumentos en piedra de gran formato, algunos de hasta seis metros), dice el artista, «pero es el fruto de toda la experiencia personal y vital».
En el acto de inauguración, el coordinador de Actividades Culturales de la Casa de Galicia, Ramón Jiménez, explicó a los asistentes parte de la formación de Seira, que «comenzó su andadura a la vieja usanza, siendo al principio de su vocación aprendiz y ayudante en el taller de un conocido escultor compostelano, Fernando García Blanco, discípulo a su vez de Asorey; continuando después su formación en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos Maestro Mateo, de esa ciudad, y licenciándose posteriormente en Bellas Artes en la Facultad de Pontevedra. En la actualidad, él mismo es profesor de escultura en la Escuela de Canteiros de Poio en Pontevedra».
Para Jiménez, se trata de «una exposición donde la materia, los materiales de los que se ha servido el artista para realizar las esculturas son de lo más variado, con lo que parece querer demostrarnos que es posible insuflar el espíritu en cualquiera de estas piezas, por humilde que sea la materia de la que se ha compuesto, o quizá precisamente por eso, pues si la inanimada piedra es siempre uno de los pesos pesados de los materiales de los que se sirve un escultor, aquí no es sólo la piedra sino también la madera, cuyo peso específico no es menor. Y así podemos continuar, en el caso de Camilo, con otros materiales como son el hueso, las telas, las plumas, etc? hasta descender hasta la más sencilla de todas, la bosta de vaca, lo que me trae a la memoria la famosa frase de Santa Teresa de que Dios también está entre los pucheros».
Por su parte, el periodista Pepe Domingo Castaño señala en el prólogo del catálogo de la muestra: «Caminando por Padrón, el pueblo en el que compartimos en amor y morriña, me encuentro la obra de Camilo jugando a ser Galicia en cada esquina, en cada escultura… Ahora le miro desde la distancia y me encuentro a un Camilo más hecho, más profundo, más divino y menos humano, empeñado en darle forma a los mitos y leyendas que hacen guardia de historia en las tierras del Sar».
EL CORREO GALLEGO, 07/04/10