Caldas propone la disolución de la Mancomunidad por falta de contenido.

La Mancomunidad del Ulla-Umia, que engloba los concellos de Caldas de Reis, Cuntis, Moraña, Portas, Valga, Pontecesures y del que inicialmente también Catoira formó parte, podría tener su futuro en entredicho. Después en los cuatro últimos años solo funcionase para poner en marcha las brigadas forestales, durante tres meses al año y solo en los cuatro primeros municipios, el gobierno caldense convocará a los alcaldes mancomunados a una reunión en la que solicitará su «disolución o dejarla en stand-by pero sin pagar las cuotas», aseguraba el alcalde de Caldas, Juan Manuel Rey (PSOE). La postura no sorprende en Pontecesures, mientras que la mayoría del resto de regidores piden, como mínimo, dotarla de «más contenido».

Con el inicio de la última campaña de brigadistas forestales, a principios de agosto, se percibieron las críticas al actual funcionamiento de la Mancomunidad, de las que Catoira se salió tras un acuerdo plenario y en el que ni Valga ni Pontecesures participaban directamente de los acuerdos. «Se ve cierta desidia, no hay interés en que funcione, ni se ve a nadie con ánimo de liderarlo, ni del partido (por el PSOE) ni de otros», señalaba Rey ayer que puntualizaba que «Caldas no va a financiar a nadie» en referencia a las cuotas que abonan los concellos, con algo más de un euro por habitante, con lo que el municipio caldense es el que contribuye con más cantidad económica.

«Convocaremos a una reunión a los alcaldes antes de Navidades porque hay que tratar el futuro de la Mancomunidad porque solo se mantienen los servicios mancomunados», apunta Manuel González, representante de Caldas en la entidad, de la que fue vicepresidente hasta su dimisión en el 2012, tras ser condenado el actual presidente y exalcalde de Portas, Roberto Vázquez (antes PP, ahora VUP), por un delito de fraude fiscal y falsedad documental. «Lo cierto es que nunca se vio con buenos ojos desde otras administraciones por intereses políticos», señaló González.

Se citan así reivindicaciones de la Mancomunidad por proyectos que no llegaron a cabo como la petición de la instalación en su territorio de un parque de bomberos, u otro de maquinaria, un taller de empleo o la perrera entre otras muchas cuestiones.

Faro de Vigo

Clase de cocina para niños en Padrón.

La praza de Abastos de Padrón acogió ayer una peculiar clase de cocina, en la que participaron 16 niños de más de cinco años. Los pequeños aprendieron a elaborar platos con productos adquiridos en la plaza y, además, se les habló de hábitos saludables y de las ventajas de consumir alimentos variados. El taller fue organizado por la Asociación de Praceros de Padrón y la Federación Galega de Prazas de Abastos.

LA Voz de Galicia

Los mayores y la delgada línea entre el abuso y la estafa.

taller

Timos en la instalación del gas, engaños de las compañías telefónicas… las personas de más edad son las principales víctimas de los excesos en consumo, como se pudo ver ayer en el auditorio de Valga.

Convencer a la abuela de que la oferta de telefonía móvil que le acaban de ofrecer por teléfono no es tan ventajosa como creía es una escena habitual en cualquier familia; pero no todas las personas mayores tienen detrás un familiar que vigile ese tipo de abusos, y por eso, ya sea por su edad, por la falta de reflejos y de herramientas o por escasa formación, los de más edad son las víctimas preferidas de aquellos sin escrúpulos que, tengan o no una compañía detrás, los engañan en sus facturas o en la contratación de sus servicios. A veces no es más que un abuso, pero en otras ocasiones puede llegar a ser una estafa. La línea es a menudo demasiado delgada y el camino para evitarlo, tortuoso. Ofrecer a las personas mayores asesoramiento e información para que no caigan en este tipo de engaños es uno de los objetivos de Adicae (Consumidores críticos, responsables y solidarios), que ayer envió a sus técnicos a Valga para que impartiesen un taller a los vecinos de más edad.

Mayores activos
El taller se enmarca en un proyecto más ambicioso en el que trabaja Adicae y financiado por Aecosan (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición), bajo el nombre de Mayores activos en consumo. Trabaja en varios pilares, y uno de ellos, es el de ofrecerles herramientas para evitar este tipo de abusos. La técnico que impartió el taller en Valga, Eugenia Mariño, resume la problemática con un caso bien conocido e ilustrativo: «Si echamos la vista atrás y pensamos en los fraudes que hubo en el sector financiero, vemos que la mayoría de las víctimas eran personas mayores». Mayores que no supieron leer la letra pequeña o que no lo hicieron porque se fiaron de su asesor de toda la vida. Mayores que le abren la puerta al que dice ser de la empresa de gas y que le cobra por una revisión que es fraudulenta; mayores que cogen el teléfono y aceptan un contrato de telefonía móvil con unas supuestas ventajas que luego no existen… Todos estos casos y más se dan a conocer a talleres de este tipo que Adicae está impartiendo por toda España. «Lo que procuramos es darles la información necesaria para que no se dejen engañar e informarles sobre a dónde tienen que acudir para asesorarse».

Foro de discusión
Pero Adicae quiere saber además cómo llegar a estas personas, y cómo es más fácil ayudarles, y también en este objetivo cuenta con la colaboración del Concello de Valga. La entidad está realizando un estudio para conocer el perfil de estas personas y escuchar todas sus dudas respecto de los trámites bancarios o la atención telefónica. Para ello, se ha realizado en el municipio un foro de discusión cuyas conclusiones formarán parte de un estudio a nivel nacional y que se darán a conocer el 12 de noviembre en Madrid.

La Voz de Galicia

Los apóstoles de la FP alemana.

Doce jóvenes que rozan la veintena son los primeros alumnos de la zona que probarán un modelo formativo en el que participan las empresas.

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Cristina tiene una mirada directa y un camino bien trazado. O eso parece. Esta joven de Valga, estudiante del Ciclo Superior de Estructuras Metálicas en la modalidad dual, es la única mujer en un «mundo de homes». Todos sus compañeros son chicos. Y ahí se acaban las diferencias. Por que, por lo demás, todos rozan la veintena, unos por arriba y otros por abajo. Y todos, como Cristina, han visto en la nueva oferta formativa lanzada por el instituto valgués una puerta de entrada al mercado laboral. «Eu fixen Automoción, pero non atopei traballo. Cando me enterei desta posibilidade pareceume moi boa idea». Y aquí está Cristina, en el amplio taller del instituto, con su funda de trabajo, su visera protectora, sus guantes, y su gesto de decisión.

No es la primera vez que es la única chica de la clase. Ya cuando estudiaba en Santiago se vio rodeada de varones. «E non tiven ningún problema», aclara rápido, para desdramatizar. Igual que demostró que destripar motores es cosa de mujeres, ahora se adentra en el mundo de las construcciones metálicas dispuesta a dar el do de pecho, «a demostrar que sirvo para isto» y a hacerse un hueco en la empresa por la que ha sido seleccinada para recibir la mitad de su formación, convertida en una estudiante-trabajadora. «Eu quero aproveitar esta oportunidade», sentencia. Y lo mismo dicen sus compañeros de clase.

La mayoría son chavales formados. Unos son bachilleres, otros ya han hecho algún ciclo formativo. Todos traen conocimientos en la mochila «e moita seriedade na forma de actuar», según explica uno de sus profesores, Antón Castro. «O principal é que saben o que queren e que están mentalizados. Queren traballar, ven que teñen posibilidades de conseguir un emprego, e están moi centrados», asegura este docente, que agradece no tener que estar permanentemente reclamando atención. «Ao contrario. Como todos teñen coñecementos previos dunha cousa ou doutra, axúdanse moito, explícanse as cousas que non entenden…».

Antón Castro dará clase a este grupo de pioneros de la llamada FP alemana hasta principios del año que viene. Después, los estudiantes cambiarán las aulas y el taller del instituto por las empresas en las que compaginarán formación, trabajo y un sueldo. Una bolsa de empleo de 350 euros que, explican los alumnos, «é outra das cousas que fai interesante» la oferta formativa que este año ha convocado en Valga a estudiantes llegados de varios puntos de Galicia.

De lejos
Algunos vienen de lejos, como Iván, un chaval de 20 años que vive en Salceda de Caselas. Otros de más cerca, como otro Iván, de 18 años y natural de Cuntis. Para él, el ciclo tiene un valor añadido. «Nesta zona hai moitas empresas que se dedican a isto. Eu vou formarme nunha delas durante dous anos, e penso que iso me vai beneficiar: vou estar mellor preparado que calquera outro para quedar nesa empresa, e vou saber adaptarme mellor a calquera outra», reflexiona.

Ángel, que es de Ribadumia, también está satisfecho con su entrada en la modalidad dual del Ciclo Superior de Construccións Metálicas. ?l, con sus 26 años de edad, es de los más veteranos de la clase. Y la verdad es que tiene una experiencia de la que sus compañeros carecen: la de darse de bruces una y otra vez con el mercado laboral. Y no es que no esté formado: tiene el título de Bachiller y dos ciclos profesionales. Estaba haciendo un curso en el INEM y trabajando en la vendimia cuando supo que en Valga había una puerta a la que llamar. «Por moitos estudios que teñas, se non tes prácticas non te van coller en ningún sitio», dice con la voz de la experiencia. Los períodos de prácticas que contemplan los ciclos de FP no son suficientes: «Un mes é moi pouco tempo, non é nada. Dous anos, como imos facer nós agora, xa é outra cousa», señala.

El director del instituto de Valga, Roberto Barral, asiente con la cabeza a medida que los alumnos van exponiendo sus esperanzas, sus planes. A su juicio, el modelo de la FP Dual está lleno de ventajas y de posibilidades para los estudiantes. Por eso el centro decidió apostar por la llamada formación profesional alemana, aunque ello haya supuesto tener que fijar las clases en horario de tarde, incorporar dos nuevos profesores al centro, y pelear para conseguir ampliar el servicio de subalternos para acoplarlo a las nuevas necesidades horarias.

A final de curso se sabrá si el esfuerzo ha valido la pena.

nueva oferta educativa el ciclo superior de construccións metálicas dual

Pese a su juventud, los alumnos llegan con títulos previos en sus mochilas

Todos confían en hacerse un hueco en las fábricas a las que van a incorporar

Una fórmula que permite adecuar el aprendizaje a la realidad de cada sector productivo
Este año, la formación que los estudiantes recibirán en el instituto de Valga se prolongará hasta la primavera. Será en abril o mayo -las fechas no están aún cerradas- cuando se trasladen a las cinco empresas en las que se formarán de la mejor de las formas posibles: con la práctica.

No ha costado demasiado trabajo encontrar empresarios del sector del metal interesados en formar parte de este proyecto. En primer lugar, porque en Valga y su entorno abundan las empresas dedicadas a este sector. En segundo término, porque son firmas acostumbradas a debatir e incidir sobre cuestiones formativas. ¿Acaso es una casualidad que en el Instituto de Valga se impartan dos ciclos -el medio de Calderería, el superior de Construccións Metálicas- tan vinculados a la economía del metal? Pues no, no lo es. Es fruto de la coordinación de la comunidad educativa, las empresas y el Concello.

Ahora, con la implantación de la modalidad de FP Dual, empresarios como Juan Castaño (ODL) esperan ver superado uno de los problemas con los que, asegura, se encuentra muy a menudo. «Paréceme unha cousa interesante para tratar de formar xente que poida quedar despois na empresa. Ás veces chégannos rapaces que teñen moita teoría e moita carreira, pero que o primeiro ano non saben facer moitas cousas».

El Ciclo Superior de Construccións Metálicas Dual de Valga es el único de esta clase que se imparte en Galicia. En este territorio existen cinco proyectos experimientales similares al que se desarrolla en el Baixo Ulla, vinculados a sectores como la hostelería, dependencia, electromecánica y química industrial.

La Voz de Galicia

«Cada vez hai máis gaiteiros».

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De visita en el obradoiro de instrumentos tradicionais «o xaneiro».

En Valga, Luis Miguel Sanmarco se ha construido una vida a base de madera y música

En algún lugar del taller de Luis Miguel Sanmarco tiene que haber un lápiz de carpintero. Uno de esos lápices gruesos y rojos que los viejos artesanos de la madera utilizaban tanto para hacer marcas en las piezas en las que trabajaban, como para hacer anotaciones en pedazos de papel. A primera vista no vemos ese útil por ningún lado. Pero nos lo imaginamos. Porque en el Obradoiro de instrumentos tradicionais de O Xaneiro (Valga) te esperas un instrumento así. Este lugar es uno de esos sitios que permiten revivir aquel pasado, no tan lejano, en el que el mundo giraba menos rápido, menos desquiciado.

Luis, enfundado en una bata de trabajo azul, es un hombre de treinta y tantos años que se declara afortunado. A fin de cuentas, dice, el suyo es un oficio «idílico», y él, una de esas personas a las que se le dibuja una sonrisa en la cara cuando se acerca la hora de ponerse manos a la obra. «Con isto non te fas rico, pero compénsalo cada mañá, cando te levantas e vés con alegría para o taller, sabendo que vas chegar, tocar a madeira, os materiais todos…».

Conste que el camino que lo trajo hasta aquí, que lo convirtió en timonel del barco de O Xaneiro, estuvo lleno de reviravoltas. Luis nació con la música en el alma. A los seis años empezó a tocar la gaita y después, en la escuela de música de Valga, el clarinete. Estudió Bachillerato y, cuando lo remató, le llegó la hora de decidir qué quería ser de mayor. Entonces -aún no sabe muy bien el porqué- hizo electricidad. Con el tiempo descubriría que aquella rama de FP que inició sin especial alegría no le iba a servir más que «para aforrarlle uns cartiños á familia e aos amigos».

Con el título bajo el brazo y sin trabajo, Luis volvió a pensar qué quería ser de mayor. Y esta vez se dejó guiar por su instinto de gaiteiro -además de facedor de gaitas, toca en el grupo folk Alvariza- y puso rumbo a la Escola de Artes e Oficios de Vigo. Allí aprendió con Carlos Corral, un maestro cuyo taller rivaliza -en el buen sentido del término- con el de la familia Seivane. Luis, como es lógico, entronca con la tradición de Corral. «Din que as de Seivane son gaitas femia e as de Corral, macho, porque teñen máis corpo, máis potencia».

En cualquier caso, destaca Luis, cada gaita es un mundo porque cada gaiteiro es único. «Nisto non hai un cánon. Todo depende. Cada músico ten un instrumento perfecto diferente», sentencia el artesano. Cuando un cliente llega por la puerta -y de eso hay que dar gracias al boca a boca, que es el que alimenta el taller- Luis no tiene prisa.

No es bueno tenerla. Luis escucha, escucha y vuelve a escuchar, hasta que tiene claro qué es lo que quiere el gaiteiro que tiene delante. Hay quien quiere un instrumento sencillo, hay quien lo quiere rotundo, hay quien lo pide con más adornos y quien lo ha soñado desnudo.

El proceso
«? unha das cousas que máis me gusta. Darlle voltas e máis voltas ata que atopas a forma de facer o que che piden». Luis, como artesano que es, también pone sus condiciones. En su taller ni se tiñen las maderas, ni se anilla con plástico. «Non me gusta», dice encogiéndose de hombros. Y no hacen falta más explicaciones.

En el taller, una colección de piezas de madera perfectamente apiladas espera que llegue la hora de la metamorfosis. Hay madera de boj, de bubinga o de granadillo. «Os mellores instrumentos de corda son os de granadillo, así que unha gaita deste material é lo más de lo más», cuenta el maestro artesano. Relata que, como la madera es un material vivo, entre proceso y proceso «hai que deixala repousar».

Así que si usted quiere un instrumento con la firma de O Xaneiro, ármese de paciencia: la espera media es de seis meses. Algunos clientes, incluso los que saben que estas cosas llevan su tiempo, se impacientan. «Ese é o maior estrés que teño, cando me apuran», dice Luis con una carcajada. Esa calma la trae trabajar por encargo, informando a los clientes de que las prisas no caben en este taller de Valga. Porque las cosas hay que hacerlas despacio, poniendo el corazón y la cabeza, para lograr que cada pieza «sone un pouco mellor que a anterior. So con conseguir iso, xa son feliz».

Por eso, se niega a seguir el consejo de sus amigos de «aumentar a producción. Pero o meu non é facer gaitas en serie», señala Luis. ¿Pero hay mercado para tanto? La respuesta es rotunda. «¡Pero se cada vez hai máis gaiteiros, cada vez hai máis xente nova!», exclama. No solo hay más gente que toca, si no que cada vez hay más gente que lo hace bien porque «nestes momentos, hai moi bos mestres de gaita, moi preparados». Así que este instrumento, incono de Galicia, parece tener aseguradas mil primaveras más. Mil primaveras en las que seguirá sonando, vivaz para alegrar las fiestas, solemne y grave en la hora de los entierros.

Cada pieza lleva su tiempo: la espera media es de unos seis meses de trabajo.

La Voz de Galicia