Solo en Vilagarcía y Valga trabajan codo con codo con servicios profesionales.
El movimiento de Protección Civil en Galicia vivió su eclosión en los años noventa. En casi todos los municipios surgieron asociaciones y agrupaciones de voluntarios que, vestidos con su característico uniforme naranja, empezaron a prodigarse en los escenarios más variopintos; desde accidentes de tráfico a incendios, pasando por procesiones y carreras populares.
Veinte años después, las agrupaciones resisten a la caída de voluntarios y de las líneas de financiación, pero ha habido bajas. La semana pasada, el Concello de A Illa aprobaba en pleno la disolución de su agrupación de Protección Civil, después de quince años sin actividad, y la de Sanxenxo, que en su día fuera un referente en Galicia, ya no funciona como tal. En otras, como las de Cambados y Vilanova aguantan, pero con muchos menos efectivos que en los buenos tiempos. Los primeros con quince y los segundos con seis voluntarios, no llegan para atender todos los frentes que se le presentan de modo que a los Bombeiros do Salnés les aumenta el trabajo.
Algunos resisten bien
La crisis de voluntarios no afecta a todos por igual. En Meis, Ribadumia y Catoira van capeando el temporal aunque no todos los voluntarios están operativos al cien por cien. «
Hai que mimalos, hai que coidalos. A administración debería implicarse máis»,
Señala el responsable del servicio en Valga, José Manuel Otero señala el responsable del servicio en Valga, José Manuel Otero Caamaño.
En Protección Civil no se cobra pero hay otros alicientes. La mayoría entran en la agrupación para formarse porque pueden acceder a cursos gratuitos en numerosas materias, homologados por la Academia Galega de Seguridade, que sirven para hacer currículo a la hora de optar después a un puesto de trabajo. De hecho son muchos los militares, bomberos, guardias civiles, policías y técnicos de ambulancias que formaron parte del movimiento voluntario antes de poder vivir de este trabajo.
Frente a este modelo, los concellos que pueden permitírselo están apostando por servicios profesionales, con personal en nómina. En Vilagarcía han logrado conciliar los dos modelos, lo que permite dar cobertura las 24 horas del día durante los siete días de la semana. Los 53 voluntarios complementan el dispositivo que forman las catorce personas con sueldo que están en la sede.
Pero esta alianza no siempre es fácil. En O Grove bajan las aguas revueltas porque Protección Civil y el Concello no acaban de entenderse. El alcalde José Antonio Cacabelos apuesta por un servicio profesional de emergencias, actualmente cubierto por un docena de personas, y, mientras, la asociación que dirige Víctor Otero ni asoma por la base.
«Nós non temos ningún conflito, seguimos esperando a que nos chamen desde o Concello», señala el presidente. Y así, los voluntarios suman ya cinco meses sin participar en ninguna intervención.
La financiación
Los operarios de atención a emergencias, con sueldo y voluntarios, llevan años conviviendo bajo distintos modelos. Los Grumires dieron paso a los GES (grupos de emergencias supramunicipales) y en los municipios más grandes surgen a partir del 2008 los grupos municipales de emerxencias.
En esta sopa de letras son la Xunta y los concellos los que corren con el grueso de los gastos, aunque también hay aportaciones de la Diputación y de socios a título particular en el caso de las agrupaciones.
Los criterios de reparto de los fondos públicos para los servicios de emergencias no son del gusto de todos, y ahí surgen los problemas, porque municipios pequeños, donde solo hay cuerpos de voluntarios, se quejan de que se quedan desatendidos por la Administración en favor de los núcleos más grandes. «¿Cómo vamos a arreglarnos con 1.800 euros que nos da la Xunta?», se lamenta el presidente de Protección Civil de Pontecesures, Agapito Sánchez.
53
Vilagarcía
Los voluntarios complementan los dispositivos que cubren catorce asalariados
15
Cambados
En esta agrupación hay tres mujeres. Ellas son minoría en todas las agrupaciones
60
O Grove
La asociación llegó a tener 126 socios y era un ejemplo a seguir en la provincia
50
Valga
En este concello hay un GES, en el que comparten tareas profesionales y voluntarios
De cuando se vigilaba la playa con una silla y un botiquín y había que poner ladrillos para construir la sede
En dos décadas han cambiado mucho las cosas en las sedes de Protección Civil, para bien en la mayoría de los casos. Las agrupaciones cuentan ahora con personal más preparado y con más medios. En los inicios había muchas ganas y voluntad pero escasa capacitación. «Todos tivemos que aprender», señala el responsable de Protección Civil de Valga, y aprendieron. Caamaño aún recuerda los primeros tiempos, cuando no había nada y hubo que echar mano de los albañiles, carpinteros y fontaneros que había en la agrupación para poder levantar su actual sede. Y el material se limitaba a unos cuantos uniformes y un vehículo para desplazarse de un lugar a otro. Esta estampa ha cambiado en todas partes. De aquella Protección Civil de Vilagarcía que comenzó en 1994 solo quedan el presidente y pocos más. Francisco Javier Guillán Busto recuerda con humor aquellas guardias como vigilante de la playa a las que acudía con el botiquín, la sombrilla y silla en mano. «No había ni boyas para señalizar la playa». Hoy, el grupo de emerxencias, en el que está integrado Protección Civil dispone de cuatro todo-terreno, tres camiones de extinción de incendios y excarcelación, dos ambulancias, tres zódiacs y equipamiento.
De las 220 agrupaciones que hay actualmente en Galicia, en Arousa hay nueve: Vilagarcía, Cambados, Vilanova, Ribadumia, Meis, Catoira, Valga, Pontecesures y O Grove. Y esta última, pese a los problemas que tiene actualmente con el Ayuntamiento, «non vai desaparecer a menos que os socios queiran», afirma su presidente. Meaño y A Illa son los dos únicos municipios que carecen de este servicio.
La Voz de Galicia