El Concello de Valga alerta del desmantelamiento del cuartel de la Guardia Civil y reivindica más medios.

El Concello de Valga reclama a la Subdelegación del Gobierno que aporte más medios técnicos y materiales para evitar el desmantelamiento del cuartel de la Guardia Civil existente en esta localidad, y del que, teóricamente, dependen también otros municipios vecinos, algunos que carecen incluso de Policía Local, como Catoira, y otros que están bajo mínimos, como Pontecesures.

El gobierno del conservador José María Bello Maneiro ya ha preparado una moción que aprobará en el pleno a celebrar mañana para empezar a presionar, lograr que se mejore el servicio e impedir el cierre del acuartelamiento.

Alegan en el ejecutivo local que la situación es «preocupante» porque la Guardia Civil «ofrece un servicio cada vez más precario». Tanto es así que «en la actualidad este cuartel solo cuenta con un sargento y un guardia cuya presencia es testimonial».

Prueba de ello, añaden en el Concello, es que «resulta más frecuente encontrarse con un control de Tráfico que con una patrulla de la Guarda Civil, lo que acrecienta la sensación entre los vecinos de que está más para recaudar que para vigilar».

Parece que, asimismo, «son muchas las quejas de los vecinos por el deficiente servicio que ofrece el cuartel, pues si quieren poner una denuncia tienen que dirigirse, la mayoría de las veces, a Caldas, Vilagarcía o incluso Cambados, ya que nuestro cuartel tiene las puertas cerradas».

La situación llega a tales extremos que «en ocasiones los vecinos optan por no denunciar los robos que sufren en sus casas porque no tienden dónde hacerlo y porque empiezan a creer que no vale para nada».

Estadísticas irreales

Esto lleva a decir al gobierno local que «las estadísticas que se manejan sobre robos y otros hechos delictivos en nuestro pueblo son irreales».

Lo único cierto, consideran, es que «los robos en viviendas, comercios o iglesias aumentan día a día, a lo que se suma que Valga tiene una amplia población estudiantil y está cerca de áreas bastante conflictivas en cuanto a trapicheo de drogas, por lo que aumenta la preocupación entre los padres».

Para justificar su reclamación, el Concello también alega que carece de Policía Local y dispone de un importante tejido industrial, «con más de 2.000 trabajadores en menos de un kilómetro cuadrado».

Además, «discurren por el municipio importantes vías de comunicación, como la autopista AP-9 la Nacional 550 o la PO-548, así como dos caminos de peregrinación a Santiago».

Bello Maneiro asegura incluso que la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra «es perfectamente consciente de la situación de abandono progresivo que afecta a nuestro cuartel debido a su escasez de medios y personal porque así se lo hemos transmitido en varias ocasiones».

Al hilo de esto resalta que «en una reunión con la subdelegada ésta se comprometió a realizar una visita a Valga que a día de hoy no se ha producido y prometió un nuevo vehículo que tampoco se entregó; y mucho menos se amplió el número de efectivos». Todo ello a pesar de que el Concello «hizo en su día un esfuerzo muy grande para reformar y acondicionar el cuartel, por lo que ahora tenemos unas instalaciones modélicas que están infrautilizadas».

Faro de Vigo

El BNG denuncia que el GES de Valga está convertido «en un reino de Taifas»

Los nacionalistas Manuel Fariña y Antonio Rodríguez Touceda visitaron la base del GES de Valga, para comprobar las «pésimas condiciones» en las que están trabajando los profesionales de emergencias.

En el encuentro mantenido con los profesionales, Fariña y Touceda comprobaron como la Xunta ha convertido este servicio «en un auténtico reino de Taifas que deja a los vecinos totalmente desprotegidos por capricho y voluntad del alcalde del PP de Valga, como está aconteciendo en la actualidad».

Los trabajadores del GES de Valga denunciaron el cambio en la gestión del personal por parte del gobierno de Bello Maneiro, lo que provoca que por las noches esté operativo un único trabajador del GES, lo que hace, a juicio del BNG, «completamente inviable que pueda acudir a una emergencia en solitario, lo cual supone en la práctica el desmantelamiento del servicio».

Subraya esta fuerza política, que el alcalde de Valga parece entender el GES como «una cuadrilla de obras y mantenimiento municipal, empleando a sus trabajadores para realizar tareas impropias de un grupo de emergencias como son por ejemplo la poda de árboles, la recogida de voluminosos o tareas de limpieza. Tareas que provocan que la atención a las emergencias pierda eficacia».

También denuncia el BNG que a día de hoy el GES de Valga no cuenta con el material acomodado para realizar su trabajo.

Faro de Vigo

El homicida de Valga se suicidó después de que su hijo descubriera el crimen.

Javier Bello Ferreirós, el hombre de 46 años que el pasado día 10 habría matado a su esposa, María José Aboy Guimarey, de 43, antes de suicidarse, estaba vivo cuando se fue encontrado al lado de la víctima y se descubrió el crimen.

Habría sido después de verse sorprendido por su propio hijo cuando el presunto autor del ataque machista decidió quitarse la vida, según indicaron varios familiares.

El hijo varón

Como se dijo en un primer momento el hijo varón de la pareja acudió al domicilio de sus padres, en el lugar de Bronllo (Concello de Valga), para ver qué les había sucedido, ya que la familia los estaba esperando para almorzar todos juntos en una casa cercana y se estaban retrasando en exceso.

Cuando el joven entró en casa, poco después de las tres de la tarde, no se habría encontrado con sus dos padres muertos, sino solo con la madre, tendida en el suelo de la habitación en medio de un gran charco de sangre, tras haber recibido un disparo en el pecho.

Se asustó

Según el testimonio inicial de los familiares ante la Guardia Civil, al presenciar aquella dramática escena, el hijo de la pareja se asustó y salió corriendo de casa en busca de ayuda.

Fue al regresar a la misma, junto a otros familiares, cuando se encontraron la puerta del domicilio cerrada por dentro. Rompieron un cristal para poder entrar y, ya en el interior, comprobaron que tras quedarse solo, y una vez descubierto, el padre se había quitado la vida disparándose en la cabeza con la misma escopeta de caza que, presuntamente, había empleado para matar a su esposa.

Su cadáver estaba cerca del de la mujer, pero tendido en la cama del dormitorio, siempre según el testimonio que ofrecieron diversos miembros de la familia a las fuerzas del orden.

Desde la Guardia Civil indicaban ayer que, en cualquier caso, no hay novedades en relación con la investigación de estos hechos, ya que a pesar de lo explicado no varía la hipótesis inicial que achaca la autoría del homicidio al varón y alude a su posterior suicidio.

Hay que recordar que los hechos sucedieron a eso de las tres de la tarde del día 10 en la vivienda familiar del lugar de Bronllo, en la parroquia de Setecoros, donde residía la pareja.

Enterrados juntos

Ella era natural de Valga y él había nacido en la parroquia de Carracedo (Caldas), en cuyo cementerio fueron enterrados juntos el martes pasado.

En los servicios sociales del Ayuntamiento de Valga y en la Guardia Civil indicaron que no había constancia de episodios de violencia de género previos, ni mucho menos, denuncia alguna.

El hombre, presunto autor del homicidio, era una persona reservada que, al parecer, llevaba un tiempo en tratamiento médico por un problema psicológico, y señalaban fuentes próximas a la familia que se había mostrado agresivo en alguna ocasión anterior.

Tenía dos escopetas de caza con licencia de armas en regla. Trabajó como soldador en empresas de Valga y Padrón, pero llevaba unos años en paro.

Faro de Vigo

Rabia contenida en el adiós a María José y Javier Bello.

Consternación, desconsuelo, impotencia… Pero también rabia contenida y una sensación difícil de explicar cuando dos familias se reúnen para dar el último adiós a dos de sus seres queridos después de una muerte tan horrenda como inverosímil. Así se vivió ayer el entierro de la valguesa María José Aboy Guimarey, de 43 años, y el de su esposo y presunto homicida, Javier Bello Ferreirós, de 46.

El domingo la mujer, madre, esposa y joven valguesa perdió la vida cuando su pareja, según todos los indicios, le disparó en el pecho con una escopeta de caza antes de quitarse la vida descerrajándose un tiro en la cara, con la misma arma.

Vivieron juntos, tuvieron dos hijos juntos y se enterraron juntos, un nicho encima del otro, en el panteón familiar, a nombre de José Bello Vázquez, el padre del presunto autor del ataque machista.

Sus cuerpos llegaron al tanatorio de San Roque, en Bemil (Caldas), en la tarde del lunes. Y allí permanecieron hasta que ayer se efectuó el traslado de los restos mortales a la iglesia y el cementerio parroquial de Carracedo, donde había nacido el esposo y presunto homicida.

Tal y como figuraba en la esquela compartida que anunciaba el entierro de María José y Javier, llegaron vecinos, amigos y conocidos, además de representantes políticos, desde diferentes puntos de Caldas, Valga y otras localidades.

Fueron varios cientos de personas, quizás medio millar, las que despidieron a este matrimonio en una lluviosa y fría tarde invernal marcada por los silencios y los llantos, la tristeza y la incomprensión.

Por momentos, lo que ayer sucedía en el atrio, la iglesia y el camposanto era, simplemente, inenarrable. No es fácil afrontar una tragedia así, y menos aún cuando, a pesar de lo sucedido, los dos protagonistas de este trágico episodio son enterrados a la misma hora y en el mismo lugar, con las familias de ambos compartiendo dolor y desesperación.

Se llevaban bien entre ellos, comían juntos con frecuencia, hacían fiestas y, en definitiva, eran «una familia normal; una familia que se quería», reflexionaban los vecinos.

Prueba de ello es que el domingo, cuando se desencadenaron los terribles acontecimientos, todos esperaban en el lugar de Bronllo -en la parroquia valguesa de Setecoros- la llegada del matrimonio. Estaban esperando para almorzar en una casa situada a escasos metros de la suya, donde vive su hija.

Iban a participar en aquella reunión familiar tanto los padres de María José y de Javier como sus hijos y otros familiares. Pero ellos tardaban más de lo previsto. Y cuando fueron a buscarlos los encontraron muertos, parece que tendidos en el dormitorio en medio de un gran charco de sangre.

Aquella imagen que nunca olvidarán quienes los encontraron cambiará para siempre las vidas de estas personas; las mismas que ayer buscaban consuelo apoyándose unos en otros.

Pero no es fácil superar algo así. Especialmente en el caso de Fabián y Cintia, los hijos de la pareja. Como tampoco lo tendrán sencillo los padres de las víctimas, ya que viven todos.

«Era una familia bastante grande y no se conocían problemas entre ellos, como tampoco entre el matrimonio», reflexionaba una de las mujeres asistentes al sepelio mientras se vivían escenas de tensión entre algunas familiares de las víctimas que trataban de impedir el trabajo de los medios de comunicación.

«Quizás el más extraño era él (Javier Bello), ya que apenas hablaba con nadie», indicaban otras mujeres allí presentes.

«No era un hombre de bares y apenas saludaba a nadie por la calle, ni siquiera a los que habían vivido al lado de su casa materna desde niño», apostillaban otros asistentes al funeral mientras esperaban a que terminaran unos oficios que comenzaban con retraso, pasadas las seis y media de la tarde.

«No saludaba ni a los que tenía puerta con puerta y estaba como deprimido, quizás más desde que se quedó en paro«, se comentaba a las puertas del camposanto de Santa María de Carracedo.

Nadie puede entender lo sucedido, y mucho menos explicarlo. Nadie sabía decir ayer qué habría podido pasar por la cabeza de Javier Bello para, presuntamente, acabar con la vida de su esposa antes de suicidarse. Y desde luego nadie puede justificarlo, ni ayer ni nunca.

Lo que todos tienen claro es que hay que hacer todo lo humanamente posible para acabar con la lacra de la violencia de género. Y así lo dejaban patente tanto quienes asistieron al multitudinario entierro de la pareja residente en el Concello de Valga como aquellos que participaron en las concentraciones de repulsa frente al machismo.

Unas convocatorias que también tuvieron lugar ayer antes, durante y después del entierro, celebradas en decenas de villas y ciudades gallegas.

Como sucedió en Vilagarcía, a instancias del colectivo feminista «O Soño de Lilith», y en Cambados, por iniciativa de la asociación «A Naiciña». En estos y en los demás casos para denunciar «una situación insostenible para las mujeres» y tratar de cambiarla «porque nuestras vidas están en peligro».

En la ciudad vilagarciana, con presencia de representantes políticos de todos los partidos, las convocantes dijeron estar en la calle porque «aunque en las filas de la derecha niegan la realidad de los feminicidios y pretenden hacernos creer que son asesinatos que se dan en cualquier género, lo cierto es que los presos por violencia machista son el tercer mayor grupo en las cárceles de España, con casi 20.000 reclusos por esta causa, frente a los 11.000 condenados por homicidios».

Y a pesar de ello «los presidentes de la Xunta y el Estado español se limitan a guardar minutos de silencio en actos institucionales el día que se producen los feminicidios».

De ahí que en «O Soño de Lilith» crean que «no se puede permitir que se insista en que las mujeres deben denunciar y tomar medidas de protección». En lugar de esto «hay que dirigir campañas a los maltratadores, violadores y asesinos, porque queremos ser libres como los hombres para poder caminar solas de noche y poder separarnos de nuestras parejas sin miedo a que nos maten».

Así, «cansadas de violencia» y de la respuesta de las instituciones frente a las agresiones, como también convencidas de que «no viviremos en una democracia mientras perdure el sistema patriarcal», el colectivo feminista vilagarciano incide en considerar la violencia machista «como un problema social y político de extrema gravedad».

En el manifiesto que se leyó durante la concentración en Vilagarcía se mostró el pesar por la muerte de María José Aboy. Y se reflexionó sobre ello diciendo que «escucharemos que no constaban denuncias previas de violencia y depositaremos parte de la culpa en la mujer que no denunció en lugar de hacerlo en las personas que compartían espacio con un asesino y no vieron el peligro ni hicieron nada por impedir lo sucedido».

Faro de Vigo

La fiesta y la ruta de tapas de lamprea se celebran el primer fin de semana de abril.

El Concello de Pontecesures presentó ayer su «XXIV Festa da Lamprea do Ulla», una cita ineludible para los amantes de la buena mesa que esta vez va a desarrollarse, sobre todo, en los locales de hostelería colaboradores.

El regidor, Juan Manuel Vidal Seage, acompañado de sus primeros tenientes de alcalde, Ángel Souto e Isabel Barreiro, dio a conocer un nuevo modelo de promoción, ya que la tradicional fiesta que se desarrollaba bajo carpa en la zona portuaria cede protagonismo a la ruta de pinchos por los negocios participantes, conocida como «Tapea Lamprea» y que alcanza su quinta edición.

Además la degustación que se desarrollaba cada año bajo carpa, a pie de puerto, va a desplegarse esta vez en los propios bares y restaurantes participantes.

A 4 euros la tapa

La «XXIV Festa da Lamprea do Río Ulla» va a celebrarse los días 5, 6 y 7 de abril, con un precio de 4 euros por tapa.

El afamado pez motivo de homenaje anual, capturado por el colectivo de los valeiros con sus nasas butrón en el cauce fluvial, a la altura del puerto pontecesureño, podrá saborearse en locales expertos en su elaboración, como es el caso de Parrillada Isidro.

Pero también de Café Bar Mambís, Cafetería Nu-2, Casa Chaves, A Casa do Río y Salón de Té Soles. Al igual que en el restaurante Carabela, los bares-cafetería O’Meco y Belsay o el restaurante O Candil.

A 10 euros la ración

El último día de celebración, el primer domingo de abril, tendrá lugar la fiesta propiamente dicha, en este caso con la ración de lamprea al estilo bordelesa -con sus picatostes y arroz en blanco- a un precio de diez euros.

El gran aliciente de la celebración es, no cabe duda, la posibilidad de degustar este preciado pez cartilaginoso rebautizado como «dama del Ulla».

Otro de los focos de atención puede estar en la lectura del pregón -el día 7 de abril a las 12.30 horas-, este año a cargo de un gran experto en la materia, como es el periodista y escritor catoirense y pontecesureño Miguel Piñeiro.

Presente también en el acto desplegado ayer para anunciar la fiesta, junto a Sonia Bustelo, en representación de Parrillada Isidro y la hostelería local, Piñeiro es autor del libro «Lampreas e Pesqueiras», de Editorial Galaxia, además de dirigir el periódico gratuito de pesca deportiva «O Trueiro».

Conoce como pocos la pesca de lamprea en el Ulla, tanto desde embarcación como, sobre todo, empleando las nasas butrón en las tradicionales construcciones situadas aguas arriba que ya utilizaban los romanos, las conocidas como «pesqueiras».

En el citado libro explica, por ejemplo, que las «pesqueiras» se dividen en cuatro tramos o grupos, situados en Herbón, Carcacía-Lapido, Barcala-Sinde y en Reis.

Pero el día del pregón hablará, sobre todo, de la lamprea y de Pontecesures, que al fin y al cabo van siempre de la mano.

Faro de Vigo

Las amenazas del cambio climático, las presas y el furtivismo.

Un año más la campaña de la lamprea y la fiesta con la que darla a conocer se caracterizan por la escasez de producto en el río. Son múltiples las razones, y de ello sabe mucho Miguel Piñeiro, el experto en pesca -y lamprea- que este año ejercerá de pregonero.

Este periodista y escritor explica que una de las causas de la regresión de la especie es «el efecto demoledor de las grandes presas que cercenan el área a colonizar», y cita como ejemplos «la antigua Fenosa, ahora Naturgy, en el embalse de Portodemouros, y las dos presas que levantaron aguas abajo en 2005, que no dejan subir a las especies migradoras hasta las zonas más altas del río».

A esto se suma que «los caudales van a menos» y también el cambio climático», sin olvidar que «los censos estimados anuales se hacen a ojo» y que este pez «es una especie sensible y muy caprichosa que remonta el río con frío y viento del norte».

Mención especial merecen, a su juicio, «el furtivismo y la intromisión de lamprea foránea, ya que en el primer caso las lampreas ilegales no computan en los guarismos oficiales ni en los censos de capturas».

La comercialización de lamprea foránea -especialmente la francesa- tampoco ayuda y se convierte en «un problema que se le traslada al consumidor, ya que a veces se vende diciendo que es del Ulla cuando no es así», explicaba Miguel Piñeiro hace unos días a través de las redes sociales.

Al tiempo que advierte de que la calidad y sabor de la lamprea del Ulla superan con creces a la francesa, Piñeiro no duda en reclamar para los ejemplares gallegos un sello de calidad que ayuda a diferenciarla.

Es por los motivos expuestos, y algunos más, que el pregonero de la fiesta de este año entiende que hay que empezar a «sentar las bases del futuro», de acuerdo con el sector extractivo y demás agentes implicados, para garantizar una pesca sostenible y la preservación de la especie.

Faro de Vigo