Desde el Xacobeo 2010, el bar Don Pepe II de Padrón, regentado por José Manuel Gil Abalo, que el lunes cumple 61 años, atesora todo tipo de objetos que dejan en el local los miles de peregrinos que cada año pasan por el mismo, situado en el entorno de la iglesia parroquial. Son innumerables, pero José Manuel Gil recuerda por cuál empezó la colección: un papel escrito por tres peregrinos de Laza, uno de ellos cura, y por una camiseta de la selección brasileña.
En la actualidad, las paredes y el techo del local exponen infinidad de objetos, desde camisetas, banderas, billetes auténticos, sombreros, conchas… Hasta unas botas. Y no hay espacio para más. «Empecei a gardar os recordos hai sete anos xa que antes, practicamente, non había peregrinos e daquela ninguén os quería tampouco, mentres que hoxe pelexan por eles», cuenta el titular del bar.
Recuerda que, por entonces, los caminantes que entraban en el local que tenía en la Rúa Longa, el Don Pepe, tenían poco poder adquisitivo e incluso «lle daba eu uns cartiños para que seguiran o Camiño», cuenta. Aún hoy, también dice invitar a alguno, pese a que el perfil del caminante ha cambiado mucho, según precisa el hostelero.
José Manuel Gil abre el bar Don Pepe II a las cinco de la madrugada, o antes si se lo piden, para servir el desayuno a los peregrinos antes de que emprendan la última etapa del Camino antes de Santiago. Pese a la hora, el titular dice que abre «encantado, con ilusión» y que trabaja «feliz», conociendo a visitantes de todo el mundo, algunos de los que repiten la experiencia «e veñen ao bar a ver que deixaron escrito a primeira vez». Sobre el mostrador del local hay una libreta abierta para que el caminante escriba lo que quiera y, sobre una estantería, muchas de ellas ya acabadas.
El bar es como el «templo dos peregrinos», como lo define su titular, sobre todo para los portugueses de modo que, según cuenta, estos dicen que «o portugués que non para na de Pepe en Padrón nin é portugués nin peregrino» o el «portugués que vai a Padrón e non ve a Pepe é como se vai a Roma e non ve ao Papa».
Hay caminantes que incluso dejan notas escritas para que otros pasen a recogerlas, o no, ya que en estos momentos hay una de República Checa, pero de momento no pasaron. «Aquí hai moita alegría, pero tamén pena ao despedirse», cuenta Pepe.
El bar atesora un sinfín de objetos y, su titular, de anécdotas, entre las que el hostelero elige dos: la de los familiares de una peregrina en silla de ruedas de Alemania que falleció y que le vinieron a traer un juego con varios anillos, por expreso deseo de la caminante. También se acuerda de Jorge de Hungría, que se marchó sin pagarle una cerveza pero mandó a otros compatriotas al local para que se la abonaran.
José Manuel Gil habla de que a los peregrinos «lles gusta moito Padrón e a súa xente» y, en general, Galicia y el Camino, por lo que «moitos repiten».
Y en Padrón, la hostelería vive, en su opinión, «do peregrino» aunque, en su caso, desde el invierno pasado cierra de octubre a abril, quizás porque él está en el bar todo el día, pese a que, según explica, «nunca pensei acabar na hostalería», al ser agente de banca y de seguros e incluso vender neumáticos y tener una carnicería, cuando residía en Valga. El convertir el bar en lo que es, un «santuario» para los peregrinos, le valió en su día una distinción de la Irmandade do Fillos e Amigos de Padrón.
Hostelería. José Manuel Gil lleva detrás de la barra de un bar desde 1987, cuando abrió el Don Pepe en la Rúa Longa, donde los peregrinos ya iban a ver la televisión
Madrugador. El suyo debe ser el local que antes abre de Padrón, sobre las cinco de la mañana, para dar el desayuno a los peregrinos.
La Voz de Galicia