Las aguas que horadan la tierra bajan cargadas de ceniza
Las aparentes aguas cristalinas que bajaban ayer por el arroyo Nogueira – el causante del socavón en Meis – no son más que un espejismo. Es cierto que las lluvias de los últimos días aclararon algo los cauces de los ríos que enturbiaron en O Salnés los incendios y las consecuencias del vertido tóxico de la fábrica de Brenntag, pero en cuanto el caudal se estanca, deja a su alrededor una oscura mancha que no es otra cosa que la ceniza y la madera chamuscada que las intensas lluvias arrojan desde los castigados montes de la comarca. Son grises los pozos que formaron las aguas que hicieron temblar el firme de la vía de O Salnés y son negras las piedras que ayer bajaron por los montes de Pontecesures y destrozaron un tramo del Camino Portugués.
Un gasto inasumible
El alcalde, que ayer se acercó a comprobar los destrozos, culpaba del suceso a otra tubería: una que baja de la autopista y debe de estar tupida, lo que dio lugar a que el agua buscara cauces alternativos y bajara por el camino empedrado que utilizan los peregrinos. Ahora el regidor, el nacionalista Luís Álvarez Angueira, se pregunta quién se hará cargo de los gastos, si la concesionaria de la AP-9 o la Xerencia de Promoción do Camiño de Santiago, porque las arcas del pequeño concello no pueden.
Y aunque las aguas sucias que bajan del monte siguen amenazando la rica producción marisquera de la ría de Arousa, en Meis las preocupaciones son otras. Cerca del lugar del socavón ya se produjeron ayer otros corrimientos de tierra, aunque estos no preocuparon a las autoridades porque afectaban sólo a caminos secundarios. En la vía de O Salnés hubo suerte porque el hundimiento de la carretera se descubrió a las seis de la mañana, cuando no había circulación, pero los vecinos temen que el suceso se repita de día y en otro vial. Hace unos años una potente riada se llevó de cuajo un puente en el municipio. Y esas estampas nunca se olvidan.
:: La Voz de Galicia :: Susana Luaña
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