Un estudio constata la contaminación por metales del río Ulla
Científicos del CSIC detectan altos niveles de cromo, cobre, cinc, manganeso y níquel
Las sustancias están atrapadas en los sedimentos entre Padrón y la desembocadura
El Ulla está considerado como uno de los ríos más deteriorados de Galicia. La belleza de su tramo final sólo enmascara la contaminación que se acumula en los sendimentos del fondo.
La salud de la ría de Arousa (dicen los expertos) depende de la salud del Ulla, del Umia, y de todos sus afluentes. Todos esos caudales arrastran numerosos problemas hacia el mar. El río que desemboca en Cambados llega portando la contaminación destilada por 135 vertidos. El Ulla tampoco está libre de pecado: en su estuario, los científicos del CSIC han descubierto que los metales acumulados en el sedimento alcanzan niveles que obligan a hablar de contaminación.
Ricardo Prego es uno de los autores de ese estudio sobre el estuario del Ulla. Un informe cuyas primeras conclusiones fueron presentadas en el Seminario Ibérico de Química Marina celebrado en Lisboa el pasado mes de septiembre. Según las conclusiones de ese trabajo, al fondo de la ría se han acumulado sustancias amenazantes para Arousa. Atrapadas en los sedimentos, cantidades de cromo y de cobre que llegan a superar hasta diez veces los límites considerados «naturales», se han convertido en una amenaza fantasma para la riqueza marisquera y ambiental de la ría.
¿De dónde han salido esos metales? El cromo es una materia que se utiliza para curtir el cuero. En Padrón, a orillas del río, varias fábricas se dedicaron a esa actividad durante muchos años. Ahora pocas quedan, y las que aún siguen abiertas ya no utilizan ese metal a la hora de hacer su trabajo. Sin embargo, su sombra sigue dejándose notar en el río (el sedimento tiene memoria) tanto a la altura de la villa de Rosalía como en la desembocadura del Ulla.
Sustratos
El cobre es la otra sustancia que se mezcla con el sustrato en el estuario del río por el que, dice la leyenda, navegó el sarcófago del Apóstol Santiago. El origen de esta contaminación puede estar en las minas de calcopirita que se explotaron junto al río Brandelos (uno de los afluentes del Ulla) entre los años 1975 y 1983. Aunque la explotación lleva ya más de dos décadas cerrada, el agua fluvial ha de seguir recibiendo aportaciones de cobre procedentes de esas viejas minas.
Aunque no son el motivo de la acumulación de metales pesados en el estuario del Ulla, las carencias de los sistemas de depuración de aguas instalados en los municipios de las márgenes del río y de sus afluentes ayudan a empeorar la situación. Depuradoras como la que trata las aguas residuales de Santiago pueden acabar afectando con materia orgánica todo su cauce.
Además, los científicos sospechan que las aguas que salen de esas instalaciones pueden actuar como vehículos que transportan los metales hasta los lugares en los que finalmente son depositados: en las inmediaciones de Padrón y en la desembocadura del Ulla, justo a las puertas de la ría de Arousa, la más rica del mundo.
Allí, los peligros escondidos en el cauce fluvial no son desconocidos. Hace años, los responsables de las cofradías más próximas a la desembocadura de este río iniciaron una batida para intentar encontrar todas las fuentes de contaminación que, decían estaban empezando a traducirse en mermas de la productividad de sus concesiones marisqueras y sus parques de cultivo.
Aunque ya ha pasado mucho tiempo, poco se ha avanzado en el saneamiento del río. Un cauce que goza del dudoso honor de ser considerado uno de los más sucios de Galicia, y de cuyo deterioro han advertido en numerosas ocasiones colectivos vecinales, asociaciones ecologistas como Adega, y la propia Administración.
Pero esas advertencias han servido, hasta ahora, de bastante poco. Suele ocurrir: el Umia, el otro gran río que da forma y riqueza a Arousa, también está enfermo. Su mal también ha sido diagnosticado. Pero la hora de aplicar la cura aún no ha llegado.
LA VOZ DE GALICIA 28/01/07
0 comentarios