El gigante maderero ya es líder en muebles.
Finsa dispara su negocio con diseños para las principales mueblerías como Ikea o Leroy Merlin.
Finsa, la mayor maderera española y la sexta de Europa, ha empezado a fabricar muebles. En muy poco tiempo, se ha convertido en el líder español en producción a gran escala de cocinas, armarios, estanterías, zapateros o muebles de oficina. Se trata de muebles despiezados en componentes para las grandes distribuidoras o mueblerías de toda España. Ikea, Leroy Merlin, Brico King o Conforama ya venden más de 158.000 toneladas de muebles producidos en Galicia por Finsa. El éxito de la compañía gallega se basa en un sensible abaratamiento de los costos de producción en serie, debido a su enorme capacidad industrial. Y a su discreción. Finsa es la quinta mayor empresa de Galicia y la más desconocida de la economía del país.
«Estamos aprendiendo. Es un nuevo camino», dice el director general, José Carballo
La compañía ya dispone de 55 creaciones propias de muebles de cocina
Finsa ha entrado en la segunda transformación de la madera: el mueble. Es un producto que multiplica por diez el valor de un tablero aglomerado, la producción tradicional de la compañía en la que continúa siendo líder español y sexto productor de Europa.
El valor añadido ha multiplicado el negocio del grupo perteneciente a la familia García Baliña y resto de herederos de su fundador, Manuel García Cambón. Con prácticamente la misma producción de madera, Finsa ha duplicado su negocio en siete años. Hoy factura 960 millones de euros (1.243 millones si se incluyen sus filiales Faus y Utisa), lo que la convierte en la quinta mayor empresa gallega. Tras un trepidante proceso de compras, el grupo compostelano integra un total de 14 factorías de producción con 3.108 empleados.
La mayoría de las personas que se cruzan con un camión de Finsa por la carretera, ni siquiera saben a qué se dedica la empresa. Una férrea cultura de la discreción ha ocultado hasta ahora a una de las mayores industrias del país. ¿Por qué? «Somos una industria y preferimos hacer las cosas que contarlas», explica el portavoz de Finsa.
José Carballo, el director general de la compañía, personaliza esa prudencia ancestral en Finsa. «¿Qué si hacemos muchos muebles? Estamos aprendiendo. Es un nuevo camino y va bien. No puedo darle cifras», explica Carballo. La documentación pública de Finsa indica que este año superarán los 158.000 metros cúbicos de producción de muebles. Es decir, Finsa ya es el mayor fabricante español de madera de segunda transformación.
La compañía ha reconvertido la factoría lucense de Aglomerados ?car (adquirida en 2005) para dedicarla en exclusiva al diseño y producción de componentes para muebles; y ya ha instalado nuevas naves y 33.000 metros cuadrados de superficie de la factoría central de Santiago al nuevo producto estrella. Según la misma documentación, Finsa ya comercializa hasta 55 diseños propios de muebles de cocina, está a punto de lanzar un modelo exclusivo de armario empotrado para viviendas y produce todo tipo de estanterías, zapateros o muebles de oficina.
A este nuevo negocio, Finsa ha añadido la producción de más de 30 millones de metros cuadrados anuales de suelo laminado, una especie de parqué muy barato y de muy fácil montaje. «Permite a cualquier persona cambiarse el suelo de una habitación por 100 euros», explica un directivo de la empresa.
Hasta el momento, el 80% de la producción de Finsa va destinada a otras industrias del mueble que están más avanzadas en el desarrollo de producto y el 20% va directamente al sector de la construcción. Es decir, Finsa aún vive básicamente del comercio intraindustrial, es decir, produce componentes para otros que los venden al consumidor final. ¿Llegará Finsa a vender directamente en las tiendas sus propios productos? Ni el director general de la compañía ni su equipo directivo revelan nada al respecto, pero todo hace pensar que el grupo gallego está acopiando experiencia para cerrar el ciclo de la madera en Galicia.
De momento, la empresa destina importantes producciones a grandes mueblerías de toda España y se ha convertido en uno de los mayores suministradores de muebles en paquete (para montar en casa) para la cadena sueca Ikea, la francesa Leroy Merlin, la española Conforama o la gallega Brico King.
Finsa aplica un sistema de producción en serie basado en mejorar los precios de producción de cualquier mueblero, con grandes tiradas. «¿Por qué un fabricante tradicional de muebles va a seguir haciéndolo si nosotros se lo producimos y enviamos a mejor precio?», argumenta el portavoz de Finsa.
De los 3 millones de metros cúbicos de madera transformada, la empresa ya obtiene la mitad del tablero aglomerado que produce por la vía del reciclaje. Un gran parque de tratamiento y trituración recoge cada año más de un millón de toneladas de deshechos de madera (palés de empresas pesqueras, madera de edificios demolidos, cajas de frutas), que son transformados en los tableros aglomerados.
«La democratización del mueble viene de la mano de la madera industrial. Ya no hay muebles para toda la vida, ni la deforestación nos lo permite. Esa es la base de una industria como ésta», explica el director general de Finsa.
Al contrario que otros grupos madereros europeos (o gallegos, como Losán y Maderas Iglesias), Finsa ha optado, de momento, por no abrir fábricas en la Europa del Este y por concentrarse en recoger y transformar madera en Galicia. Diez de sus 14 factorías de producción están en el área de Galicia y el norte de Portugal. El resto se sitúan en el País Vasco, Francia, Irlanda, Cataluña y Comunidad Valenciana.
Esa es una de las razones que, en los últimos dos años, han llevado a Finsa a liderar un proceso de alianza en el seno del Clúster de la Madera de Galicia. La compañía compostelana está muy interesada en que la Xunta diseñe cuanto antes una política forestal que permita optimizar el rendimiento de los montes gallegos para madera industrial. Finsa, como el resto de las principales madereras gallegas, consideran que Galicia está en disposición de triplicar su producción de pinos y eucaliptos sin ampliar ni un metro cuadrado de la superficie actualmente ocupada por este tipo de bosques. «Lo que no produzcamos en Galicia tendremos que importarlo», sentencia José Carballo.
EL PAÍS, 23/09/07
0 comentarios