Pontecesures: Frenos flojos, acné y coches baratos
Cesures, supuesta capital arousana de las carreras de madrugada, muestra cicatrices de «arrancadas» protagonizadas por chavales e historias sobre apuestas a 500 euros
«Isto son caralladas de chavales, aquí estades perdendo o tempo». Son las cinco de la mañana del domingo. Un tipo embutido en su chaqueta de cuero habla con conocimiento de causa a las puertas de uno de esos pubs pegados al río Ulla que han ganado para Pontecesures un hueco destacado (aunque cada vez menor) en el olimpo de las eternas noches arousanas. Pepe, que no es su nombre pero podría serlo, es mecánico. Su desdén apunta al único indicio palpable de las supuestas carreras ilegales que, denuncian los vecinos del lugar con algún concejal al frente, se adueñan de la zona de marcha de Cesures cada fin de semana: cuatro largas manchas de goma quemada sobre el asfalto.
En realidad, las cosas parecen dar la razón a Aristóteles en su búsqueda de un término medio entre extremos como explicación más plausible. Entre la alarma de unos vecinos a los que despierta el chirriar de los frenos y el «aquí non pasa nada, só é un colgado cun Saxo» con el que el camarero de un garito despacha el asunto intervienen las razones de Pepe: «Isto que vedes aquí (señala una frenada de algo más de cincuenta metros, entre el primer pub y el puente romano sobre el Ulla) fíxoo un chaval de 18 anos hai dúas semanas cun Panda».
Es lo que el personal llama por aquí una «arrancada»: «Acelerou a tope ata ter o coche revolucionado e soltou o freo de man». La ocurrencia tiene sus riesgos, porque el coche sale disparado a la buena de Dios, y alguno de los chavales que se concentran en las puertas de los pubs podrían vérselas con la embestida de un turismo por las bravas. Eso, sin tener en cuenta la proximidad del río y el hecho cierto de que los automóviles no flotan y el agua está bajo cero. Dos factores que, de todas formas, jamás habrían amilanado al joven conductor del Panda, «porque levaba alí sentada a unha chavala, e xa sabedes o que pasa».
Como ceremonia de cortejo, la «arrancada» resulta tan contundente como ajena a un mínimo funcionamiento de las neuronas. No obstante, más oscuras todavía son las razones del autor de la segunda de las frenadas, ésta un poco más larga. «Acababa de quitar o carné, non tiña nin para unha arandela e o pai mercoulle un Ibiza. Á semana ostiouno, pero metres lle durou queimou goma espesa», explica Pepe. Tal vez el Ibiza haya pasado a mejor vida, pero su propietario ha dejado memoria del fugaz idilio con la máquina: una errática trayectoria sobre el piche.
Pepe saca sus conclusiones con el aplomo del experto en la materia: «Non se enteran, isto eu fágoo co embrague sen problema». Alguien podría dudar de su palabra, pero una patrulla de la Guardia Civil (ningún operativo especial, solo la ronda cotidiana) coincide con él: «No hay carreras; un par de descontrolados con coches baratos, eso sí, un Panda, pero no podemos dejar que vaya a más».
C?MO CORTAR UNA CARRETERA PARA PROBAR UN COCHE DE COMPETICI?N.
Aunque las pretendidas carreras de Pontecesures se desvanecen como la fría niebla que sube del río, entre los pubs de la villa arousana es posible rastrear historias mucho más serias que las «arancadas» de feronomas y acelerón fácil.
Otro tipo surge de un local para comentar el caso de las frenadas sobre el asfalto. Aunque no parece sobrepasar la treintena, sí rebasa claramente la escasa media de edad de quienes culebrean entre las barras. Nuestro homebre afirma que, no lejos de aquí, en el entorno de Santiago y en O Salnés (la Policía Local de Cambados asegura heber erradicado esta práctica del polígono industrial de su municipio) sí se entablan carreras ilegales. «Non hai moito fíxose unha preto de Compostela na que as apostas eran de cincocentos euros por barba», dice.
El joven, que exhibe conocimientos de mecánica, explica que, sin necesidad de llegar a este tipo de competiciones furtivas, sí es posible toparse con sorpresas en las carreteras más solicitarias del país. «? moi común cortar unha estrada por un lado e polo outro para probar coches de competición, de rallies. A mellor hora para facelo é entre as catro e as sete da mañá». ¿Por qué?. «Porque legalmente non llo autorizan a calquera, xa sabes, hai que ter viruta», deja caer el hombre.
Nada hay a la vista que pueda demostrar que lo que dice es cierto. No obstante, tira de móvil y muestra un par de vídeos apresurados. En uno de ellos puede observarse una automóvil revolucionado a punto de comerse un terraplén. En otro trompos y ruedas a prueba en un descampado. Como mínimo, para tener en cuenta.
LA VOZ DE GALICIA, 12/11/07
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