Una mujer de Cesures reclama sin éxito una deuda a su ex marido y a ella la condenan por insultarlo.
Marina Durán está decepcionada con la Justicia. Después de años peleando en los juzgados para que su ex marido le devuelva el dinero que dice que le debe, no ha visto un euro, pero a ella sí la han condenado diligentemente a pagar una multa por insultarlo.
El matrimonio vivía en un piso en Marín, y para salir adelante, pusieron un bar. El negocio no iba bien, y las relaciones matrimoniales, tampoco. Un día, la Guardia Civil tuvo que presentarse en el bar tras una fuerte discusión entre ambos. «A él tuvieron que sacarlo a la fuerza, y el juez dictó una orden de alejamiento por malos tratos continuos».
Roto definitivamente el matrimonio, Marina se fue a Barcelona, para trabajar en un hospital. Pero quedaban muchos asuntos judiciales pendientes, y tuvo que volver. Nunca le pagó los 300 euros que le tenía que pasar de pensión hasta que se divorciaron. Había un piso adquirido a medias que se quedó el marido, pero según su ex mujer, no pagó la hipoteca. Además, habían pedido un préstamo personal para pagar el cierre de una finca que era propiedad del cónyuge, «y tuve que pagar yo los 2.800 euros, porque me embargaron el coche. ?l se quedó con la finca y yo, sin mi dinero». Como la hipoteca del piso tampoco se pagaba, Marina Durán acabó firmando para que él pudiese venderlo. «Ni pagaba el piso ni la comunidad, y la seguridad social del bar la tuve que pagar yo, y eso ni siquiera se lo reclamé en el juicio».
A mayores, la mujer entregó los 1.685 euros que debían de una tarjeta de crédito, y todavía están pendientes de pago 9.000 euros más de un préstamo. «?l no lo quiere pagar, ni eso ni nada».
«Moroso»
Marina Durán, que ahora vive en Cesures, se cansó de esperar por la Justicia, y harta de todo, acabó contratando los servicios de una empresa de morosos. Pero ni siquiera los profesionales consiguieron que el hombre soltara un duro, así que un día ella, desesperada, lo insultó por teléfono. «Le llamé moroso y estafador y sinvergüenza, y lo reconocí en el juicio, porque eso es lo que es». ?l la denunció y no tardó mucho en llegarle una multa de 120 euros. «Para eso sí que fueron rápidos los jueces», se queja.
Marina quiere empezar su vida de nuevo, pero liquidar las cuentas del pasado parece misión imposible.
LA VOZ DE GALICIA, 24/10/08
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