Tabernas, que abran.
Tabernas, que abran por Dios más tabernas en que no entren esas televisiones llenas de alcahuetes, correveidiles y trotaconas que, convirtiendo sistemáticamente la anécdota en categoría, hacen sonar la caja registradora a base de programas rosa por el día y de porno duro o concursos para imbéciles por la noche. Abran, pardiez, señores más tascas en que puedan refugiarse parroquianos capaces de conversar, discutir y conspirar contra el Estado, pero no perder el tiempo con dramas importados como el novio del Falete o las palabras de una reina sobre gays cuya levedad sólo a los más ultramontanos e intolerantes molesta. Abramos librerías y tabernas con gordos mesoneros y meseras frescachuelas que en vez de ser objeto de pellizco, pellizquen a los buenos feligreses que allí acudan en busca del sentido de la vida. Aunque no lo encuentren.
Artículo de Fernando Franco «Sálvese quien pueda»
Contraportada de FARO DE VIGO, 02/10/08
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