Los cinco barcos de lamprea que salieron a faenar regresan a puerto con tres piezas.
Algunos de los valeiros que el viernes echaron sus nasas consiguieron algunos ejemplares.
Los cinco barcos autorizados para la pesca de lamprea que ayer salieron a faenar regresaron al puerto de Cesures con tres piezas tras haber echado el primer día de campaña sus nasas al Ulla. La cifra es esperanzadora pues el año pasado hicieron falta cuatro días para conseguir algo.
El presidente de la Asociación de Valeiros manifestaba al inicio de la campaña que ??isto é unha lotería? pues nunca se sabe cómo acabará el día. Esta profesión debe estar cargada de paciencia pues la incertidumbre le persigue continuamente. Las cinco embarcaciones que el viernes colocaron sus aparejos, volvían ayer a buscarlos con la esperanza de encontrar algo.
Hubo suerte. Fueron pocos los valeiros que se animaron a salir a faenar pero los que arriesgaron ganaron. En total se pescaron tres peces. Unos tuvieron más suerte que otros pues unos consiguieron dos y otro uno, aunque por el momento se desconoce quién ha sido el afortunado que ha probado la exquisita carne de la primera reina del Ulla apresada.
Su precio es relativo. Antonio Pesado indicó que depende mucho del comprador. ??Pode haber un restaurador que pague máis por iso de facer propaganda de ter a primeira, ou un particular que teña o capricho de ser o que a coma. Con todo pode chegar ós 60 euros á peza?, manifestó el presidente de los valeiros. Cabe recordar que la primera lamprea de la temporada del año pasado se quedó en un restaurante de Cesures por 70 euros, con un peso no superior al kilo.
El número de capturas, tres, parece insignificante pero los que entienden de este arte saben que es animal escurridizo, su pesca no es una ciencia exacta y las condiciones del río influyen enormemente. Pesado recordó que es necesario que el Ulla cuente con un caudal importante para que las lampreas suban y este año ??aínda vai bastante seco?.
Pero los valeiros no pierden la esperanza pues el inico de campaña del pasado año no pintó tan bien. Se necesitaron cinco días para ver el primer ejemplar, y desde enero hasta el cierre de la temporada la situación no varió demasiado, pues aunque las lluvias ayudasen en los últimos días, la rentabilidad fintal fue muy poca.
De hecho, el 2008 se calificó como el peor de la última década. Las lluvias del otoño fueron escasas y en invierno los peces no ascendieron por el Ulla y además la escasez de capturas tampoco repercutió positivamente en el precio de las piezas pues algunas de tamaño mediano y grande incluso se vendieron a 30 euros. El resultado fue que algunos marineros registraron pérdidas e incluso algunos decidieron abandonar la campaña antes del cierre porque el precio del combustible ??afogaba?.
DIARIO DE AROUSA, 04/01/09
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