«El agua se evaporaba porque el interior estaba a más de quinientos grados».
Bomberos de Vilagarcía y O Salnés tardaron hora y media en apagar las llamas.
«Tío, después de esto ya me puedo ir para casa y jubilarme», comentaba a un compañero un bombero de Vilagarcía, de apenas 35 años de edad, mientras salía de la nave de Cordeiro, una vez extinguidas por completo las llamas que devoraron todo lo que allí dentro había. Eran las 11:30 horas. El aviso les llegó alrededor de las 9:30, cuando los voluntarios de Protección Civil de Valga se dieron cuenta de que el fuego era demasiado para enfrentarlo únicamente con su motobomba.
A los agentes antiincendios de Vilagarcía se les unieron al poco rato los del parque de Ribadumia, pues con un solo camión tampoco daban abasto.
«Cuando llegamos nos dimos cuenta de que entrando por la parte de atrás, por donde había un hueco, era imposible acceder, así que tuvimos que romper el precinto que puso la Guardia Civil en la entrada (hace siete años)», explica un bombero, que relata que «al principio no podíamos hacer nada contra las llamas. Al abrir la puerta, el fuego de la lancha se propagó hasta la entrada y la ventana de la nave también estaba en llamas».
El panorama era realmente complejo. «El agua se evaporaba porque al haber tanto material inflamable en el interior, el fuego debía estar a más de quinientos grados de temperatura». A esto se le unían dos peligros a mayores. Por un lado, «el techo. Allí dentro parecía que se derrumbaría en cualquier momento, porque la uralita se iba viniendo abajo poco a poco». Por otro, «cuando intentábamos apagar las llamas de las cajas de plástico, las botellas nos estallaban».
Así las cosas, a la Guardia Civil y la Policía Local no le quedó más remedio que alejar a los curiosos y cerrar al tráfico rodado la calle en un perímetro de unos 200 metros.
Mientras, Protección Civil, que también colaboraba en las labores de vigilancia, se encargaba de que el incendio no se propagase al bosque situado en la parte de atrás de la nave, ya que llegaba hasta el borde mismo de la pared derribada del edificio.
Extinción y posibles causas
Con dos camiones de Bomberos, el de Vilagarcía y el de Ribadumia, una motobomba y dos vehículos de Protección Civil, el dispositivo tardó dos horas en acabar por completo con las llamas que arrasaron totalmente el interior del inmueble, dejando apenas reconocibles algunos de los restos allí almacenados.
Fueron necesarios «unos 9.000 litros de agua. El camión, que tiene capacidad para 3.500 litros tuvimos que recargarlo por completo y de nodriza gastamos unos 2.000 litros más. Las llamas eran enormes y fue muy difícil apagarlas», narra el agente antiincendios.
Ya desde primera hora, en la zona corría el rumor de que la nave era de una persona vinculada a José Antonio Pouso Rivas, alias «Pelopincho», aunque era un tema tabú entre las fuerzas de seguridad que intervinieron en el lugar de Ferreirós.
Una vez que el fuego se vio que estaba controlado, la Guardia Civil fue permitiendo a los numerosos curiosos congregados que se acercasen al silo, aunque a una distancia prudente, pues el peligro de derrumbe continuaba siendo alto.
«Esa pared todavía no se vino abajo, pero puede hacerlo en cualquier momento», explica un participante en la extinción al referirse a una parte aparentemente estable del muro posterior.
Cuando los bomberos procedían a retirarse de la zona, llegaba la Policía Judicial, que desplegó un equipo especializado en investigar casos relacionados con incendios y que inició la recogida de pruebas para su estudio.
Los bomberos lo tenían claro. «Esto tuvo que ser provocado por alguien. Es la hipótesis que barajamos conociendo casos parecidos».
«Probablemente entraron por la parte de atrás», donde el muro estaba parcialmente destruido, «y le prendieron fuego a alguno de los objetos inflamables del interior», argumentaba uno de los protagonistas del dispositivo señalando a la lancha carbonizada, situada frente a la entrada.
FARO DE VIGO, 06/08/11
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