Valga le sirve la mesa a sus mayores.
La palabra de moda es austeridad, sea en Moncloa o en el Concello de Valga. Pero en el territorio del que es alcalde José María Bello Maneiro no quieren que la obligatoriedad de ajustarse el cinturón acabe perjudicando a quienes toda la vida trabajaron para ofrecer un futuro digno a sus hijos y nietos, así que el gobierno local, con la concejala Mari Carmen Castiñeiras a la cabeza, pusieron a funcionar la maquinaria de la imaginación y dieron con la solución para que la tradicional Festa dos Maiores se pudiese celebrar tanto ahora como en la época de las vacas gordas. Para ello, echaron mano de un grupo de vecinos que se hicieron voluntarios y se encargaron de preparar el menú que ayer más de medio millar de comensales degustaron en el pabellón municipal de Cordeiro.
El batallón lo formaron Pili, Ana, Carmen, Mari, Pilar, Josefa, Lola, Nieves y Nasi, que dedicaron dos días a preparar la comida que antes se encargaba a un restaurante de la zona y que ayer sirvieron a sus vecinos bajo la coordinación de los trabajadores municipales, Sito, Mon y la edila Mari Carmen. «Levamos xa dos días preparando todo, si -explicaba Pili mientras revolvía la inmensa pota de callos-, pero xa o fixemos así o ano pasado e a eles gustoulle moito, así que este ano repetimos».
Dos autobuses cargados
La jornada festiva fue larga. Empezó a la una de la tarde con una misa. Los que no acudieron, esperaban impacientes a que se abrieran las puertas del pabellón municipal, donde el olor a langostinos prometía. Sobre las dos de la tarde llegaron dos autobuses cargados de mayores que no dudaron en sacar del armario sus mejores galas para la ocasión. El recinto brillaba con los reflejos de vestidos de raso salmón y con las lentejuelas de un elegante traje oscuro o un veraniego conjunto en naranja y azul.
Acompañados por los sonidos de la agrupación Airiños de Valga, los entrantes empezaron a desaparecer de las mesas que presidía Bello Maneiro, feliz de compartir la jornada con los suyos. Langostinos, empanada y embutidos varios seguidos de merluza con ensalada, los reconfortantes callos y los postres, una oferta contundente preparada para que, como prometía una de las comensales, salir luego a mover el esqueleto. «Eu penso bailar ata as nove da noite», aseguraba.
Sorteo de regalos
El programa del día incluía el sorteo de un buen número de regalos donados por diversas entidades públicas y privadas; entre ellas, la Diputación de Pontevedra. Había sartenes, planchas, exprimidores, paraguas, muñecos y todo lo que una tómbola puede imaginar. «Outros anos tamén se sortearon viaxes, e pasa o de sempre, que hai a quen lle toca todos os anos e outros aos que non lle toca nunca, pero o importante é que o pasen ben». Y eso parece que estaba garantizado, porque como decían también entre las mesas, «o mellor agasallo é poder volver o ano que vén». Y el nuestro, poder contárselo de nuevo.
La Voz de Galicia
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