Los ángeles custodios de los cisnes de Mina Mercedes.
Efectivos de Protección Civil acuden todos los días a alimentar a los cisnes y a comprobar que están sanos y salvos.
La historia de Mina Mercedes es la historia de un patito feo. De una vieja cantera que se convirtió en un bonito lago alrededor del que caminan y juegan un número creciente de vecinos de Valga. Para completar la bucólica estampa, una pareja de cisnes, con sus largos cuellos y sus elegantes movimientos, fue depositada por el Concello sobre la superficie del lago. La intención era que esta pareja primigenia fuese el origen de una colonia de esta espectacular especie. Hubo que esperar, pero el milagro por fin se ha producido: cuatro polluelos ya creciditos que nadan, sanos y robustos, en Mina Mercedes.
La dificultad
La pareja de cisnes de Valga nunca tuvo problemas de fertilidad. Año tras año, la llegada de nuevos inquilinos a la laguna parecía cantada. Si el milagro no se produjo antes fue por culpa del villano de esta historia: Un desconocido que, en cuanto tenía ocasión, robaba los huevos del nido. Afortunadamente, también hay ángeles en la tierra: los efectivos de Protección Civil de Valga se convirtieron en los protectores de la laguna y de sus inquilinos. Y siguen siéndolo.
La hora de la comida
Todas las mañanas -todas sin excepción-, visitan Mina Mercedes. Ahora su tarea es liviana: comprobar que todo esté en orden en la laguna y dar de comer a la familia de anátidas. Poca cosa, comparado con los esfuerzos que han tenido que hacer años atrás. Primero, les tocó vigilar el nido para evitar que el ladrón de huevos siguiese alterando el ciclo natural. En el 2013 creyeron haber logrado su cometido: un polluelo surcó por fin las aguas de la laguna. Poco duró la magia: al cabo de unos días el pequeño desapareció. Sus padres, llenos de heridas y faltos de plumas, se convirtieron en testigos de cargo contra zorros y canes. Para evitar que se volviese a producir algo así, Protección Civil ideó otra estrategia. Y este año, cuando a principios de verano nacieron los cuatro polluelos, diseñaron un cierre especial para evitar tanto que los pequeños salieran de la zona segura del lago, como para que las musarañas y otros animales se colasen en ese recinto.
¡Funciona!
El sistema ideado por Protección Civil ha funcionado. Prueba de ello son los cuatro cisnes que nadan acompañando a su madre, que no duda en sacar el carácter cuando cree que acecha algún peligro. En su descargo hay que decir que está sola para atenderlo todo, y eso puede acabar con los nervios de cualquiera. El padre de las criaturas ha tenido que ser trasladado fuera de Mina Mercedes.
Cuestión de mala pata
Explica José Manuel Otero, el responsable de Protección Civil, que el animal se encuentra en el centro de recuperación de aves de Cotorredondo. «Rompeu unha pata e tivemos que levalo para alá». Ha pasado ya algún tiempo, así que en Valga confían en que la familia de cisnes no tarde demasiado en reunirse de nuevo. Cuando el ave vuelva a casa, Mina Mercedes estará al completo. Y es que en esta laguna, declarada zona de pesca sin muerte, hay espacio para una larga nómina de animales. Truchas arcoíris, anguilas y varias clases de patos componen la nómina de seres que pueblan este delicioso rincón de Valga, paraíso de los niños y de los mayores. «De momento é o que temos», explica Otero. Y hace votos para que así siga siendo, que no ocurra en esta pequeña laguna lo mismo que ha sucedido en el lago Castiñeiras, en Marín, que ha sido invadido por un ejército de habitantes de los acuarios que en su día fueron abandonados, quizás sin ningún tipo de remordimiento, por sus propietarios. «De momento, aquí nin vimos tartarugas nin peixes de cores, nada raro».
Más benjamines
Los cisnes de Mina Mercedes son tan famosos en Valga como en O Grove lo son los burros fariñeiros que habitan en la isla de A Toxa. Sus seguidores -que los tienen- llevan años esperando a que Emilia y Pardo, la primera pareja instalada en el Monte Central, logren concebir un heredero que ya ha sido bautizado extraoficialmente como Bazán.
El cabeza de familia está en Cotorredondo: se recupera de una pata rota.
La Voz de Galicia
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