El fervor no decae en Requián.
El calor incentivó la venta de abanicos de la Virgen y la presencia de romeros y peregrinos.
En Requián (A Estrada) no hay crisis de fe. Al menos eso es lo que asegura el párroco de esta capilla que cada 28 de agosto recibe a miles de devotos en su romería de Os Milagros. Ayer, que la fecha coincidió en domingo e hizo buen tiempo, en la capilla no cabía ni un alfiler. «Se máis misas poñemos, máis se enchen», explica orgulloso el sacerdote, Jesús Mayo. Hubo media docena de misas por la mañana y tres por la tarde. En ninguna se respiraba bien. «Na das doce menos cuarto e nas dúas primeiras da tarde había xente nas tres portas da capela», dice Mayo. También llegaron muchos peregrinos a pie hasta el santuario. Alguno hasta lo rodeó de rodillas, como era habitual antaño. Entre los de a pie llegaron el alcalde de A Estrada, José López, y el teniente alcalde, Juan Constenla. Hicieron trampa, porque solo recorrieron el trayecto final desde Vea, pero cumplir cumplieron.
La avalancha de devotos incentivó también la venta de recuerdos. Los cuatrocientos almanaques de la Virgen ya se habían agotado a las doce del mediodía y los llaveros y pulseras también tuvieron buena salida. Sin embargo, la estrella del merchandising de la capilla fueron los abanicos de la Virgen, muy recomendables en vista del calor y la avalancha de gente.
La Virgen volvió a salir en procesión con su manto bordado de billetes. De 20 y de 50 euros sobre todo, pero también había alguno de 100. Con semejante indumentaria no queda más remedio que la presencia de las fuerzas del orden vigilando de cerca la procesión. Sin embargo, no suele haber robos. «Á xente gústalle moiro acercarse á Virxe, tocala ou pasarlle polo manto as estampas, pero non levan nada, é todo por devoción», asegura el párroco. Esa devoción les lleva a discutir por ver quien lleva a la santa en andas y a empujarse ligeramente para coger sitio debajo o justo al lado. Cuando uno está ofrecido, todo vale.
La Voz de Galicia
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