Solo Pontecesures resiste en Arousa la sangría demográfica.

Publicado por Redacción en

Arousa nadó, durante muchos años, a contracorriente. La pujanza económica de la comarca hacía que en ella los datos de población permitiesen esbozar una sonrisa de esperanza. El mejor exponente de esta realidad lo encontramos en Vilagarcía. La capital del sur de la ría lograba, un año sí y otro también, que el número de nacimientos superase al de defunciones. Hasta el 2012. Ese año, el número de alumbramientos cayó en picado (de los 348 registrados el año anterior a 229), dejando el saldo vegetativo en números rojos por primera vez en bastante tiempo. Desde entonces, la cuenta en negativo ha ido engordando. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística el lunes, en la capital arousana nacieron el año pasado 324 niños, al tiempo que se registraron 352 defunciones.

La situación no es exclusiva de la capital arousana. De hecho, en toda la orilla sur de la ría, Pontecesures es la única localidad que logra volver a salir victoriosa del examen demográfico: hubo 27 nacimientos por 25 muertes. Esta pequeña localidad del Baixo Ulla es un caso aparte: en los últimos diez años su saldo vegetativo solo ha sido negativo una vez, en el 2013.

¿Qué ocurre en las principales localidades de la comarca? Cambados, un municipio en el que el número de nacimientos superó con creces el de defunciones incluso en aquellos años en los que la crisis empezaba a golpear las economías locales (2009 y 2010). Desde entonces, se mueve en el filo de la navaja, aunque suele perder más vecinos de los que gana.

O Grove y Vilanova conocen, desde hace tiempo, la penuria de que mueran más vecinos de los que nacen. Ambas localidades nutrieron durante años sus censos de población gracias a la inmigración. Pero esos eran otros tiempos. La crisis ha espantado a muchos de los que llegaron buscando una oportunidad vital y no solo eso: ha convertido en emigrantes a muchos nacidos aquí.

Municipios de interior, como Meis, Catoira, Valga o Meaño, encadenan muchos años de envejecimiento poblacional. Mención aparte merece Ribadumia, donde las cifras de fallecimientos y nacimientos no distan demasiado. Sin duda, culpa del fenómeno Barrantes.

La Voz de Galicia


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