Instrucciones para degustar un churro salado.
Apasionada de la innovación, Sandra Lafuente prepara este dulce con queso y crema de pimientos, entre otras combinaciones.
Sandra Lafuente tenía todo en su mano para bordar el plato escogido para la ocasión. A la experiencia y al conocimiento sobre las materias primas idóneas para lograr el mejor sabor, le suma que el experimento de mezclar dulce y salado lleva cosechando muy buenas críticas desde que hace ahora medio año comenzó a darlo de prueba a sus familiares. «Antes de poner cualquier producto a la venta, lo catamos nosotros», explica. Para sus churros salados, amplío los paladares a probar. Pasaron la prueba. Y, ahora los prepara para nosotros, mientras cuenta que la mezcla todavía suena extraña para quien no los conoce. El primero en salir a la venta fue el churro con queso y crema de pimiento. De piquillo o de padrón. «El segundo es más fuerte», adelanta su creadora. Es difícil decantarse.
Aunque predominan las buenas críticas, hay tendencia generalizada a apostar por lo conocido. O, por lo que parece que va a encajar mejor: dulce con dulce. «A la gente todavía le tiran más los de nutella o dulce de leche, pero una vez prueban los salados quedan encantados», asegura. Buena prueba de ello es que esta vecina de Pontecesures ya ha incluido en su oferta gastronómica una opción más. Churros con queso, jamón y anchoa. «Si la acogida es buena, seguiremos explorando con distintos ingredientes», indica. Habla en plural porque el negocio es cosa de dos. Fue su marido, Lauro Jamardo, quien le enseñó a preparar el churro tradicional, al que ahora buscan nuevas formas. Sus nuevos inventos gastronómicos, además de distintos sabores, tiene un aspecto diferente: para los que llevan dulce como mermeladas cortan el churro en rodajas no muy gruesas, para que los productos con los que los acompañan cobren protagonismo, al tiempo que ofrecen una nueva estética para ser servidos como canapés en eventos como bautizos y comuniones. Les llaman bocachurros. El nombre lo dice todo.
¿Qué les llevó a probar estas mezclas de ingredientes?. Su inquietud por hacer cosas novedosas, por sorprenderse a ellos primero y, después, a la clientela. «Nos gusta innovar, explorar cosas nuevas. Es la forma de crecer profesionalmente y de descubrir mezclas interesantes», relata Sandra. Si las claves para hacer un buen churro son «un buen aceite y una buena harina», para conseguir los mejores bocachurros hay que seguir cuidando la materia prima. Son sus palabras, pero también la de sus clientes. Los que comenzaron a comer sus churros porque descubrieron, sorprendentemente, que «no les repiten».
Si Sandra descubrió todos los secretos del churro de la mano de su marido, él nació con ellos aprendidos: procede de una familia de churreros que va ya por la cuarta generación viviendo del sector. Si ellos abrieron su propio negocio ambulante a comienzos de los años noventa, ahora estudian la compra de un local en el que expandir su oferta gracias a la colaboración del mayor de sus hijos. «Aprovechando que él estudió hostelería, nos gustaría tener un local fijo, para que nuestros clientes nos ubiquen siempre en el mismo sitio», explica. Un espacio en el que seguir innovando para tener una mayor oferta. Eso sí, esperarán al final del verano. «Ahora hay muchísimo trabajo y queremos esperar a que las cosas se calmen un poco antes de tirar con dos negocios hacia delante», cuenta.
El período estival es la época del año en la que más se mueven. De hecho, hablan desde A Illa, donde ofrecen, además de churros, y chocolate, doce variedades de granizados naturales. «Para el calor es lo que mejor se vende», afirman. Especialmente, los de sabores más exóticos como el de frutas de la pasión y maracuyá. Es otra parte de esa innovación que tanto les gusta y que tan necesaria fue para aguantar el tirón de las vacas flacas. Al gusto por experimentar, le acompaña la necesidad de reinventarse para sobrevivir. «Cuando las cosas se ponen feas, hay que buscar nuevas salidas, que llamen la atención de la gente. Si te quedas estancado, no avanzas», relata. Así que ellos seguirán buscándolas. De la mano de productos salados o de esos terrenos que todavía están sin explorar. Imaginación no les faltan.
La Voz de Galicia
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