«Xa podo pasear ata Padrón sen que me multen».
Manolo llevaba alrededor de tres meses sin poder disfrutar en todo su esplendor de su paseo diario. Vive en Pontecesures, pero le gusta hacer sus rutas más allá del puente que une su pueblo con Padrón y eso estaba prohibido por el dichoso virus. Apenas trescientos metros de separación, pero toda una eternidad en los últimos meses para tantos habitantes fronterizos. Una eternidad intocable, porque el estado de alarma prohibía cualquier incursión en territorio ajeno. Hasta ayer. Ayer, a media mañana, ya caminaba Manolo a la vera del río en Pontecesures. A buen ritmo y con la clara intención de cruzar el puente y cambiar de provincia, porque las rutas de la zona de Padrón son muy interesantes, según contaba. La mañana, desde luego, acompañaba.
«Para un que cobra mil euros, unha multa de seiscentos era demasiado riesgo», explicaba Manolo, que afirmaba que en el puente solía haber efectivos policiales que disuadían cualquier pretensión de cambiar de provincia, por muy atractiva que fuera la propuesta. Entre el mono del paseo por el otro lado de la ría y la amenaza de la multa por saltarse el confinamiento, ganó siempre el sentido común. Al menos, en su caso. Pero ayer no estaban ya las fuerzas de seguridad vigilando el particular paso fronterizo entre provincias, porque ayer entrábamos en la fase tres, en la que esa frontera real pero a la vez imaginaria que aparece en los mapas entre Pontecesures y Padrón quedaba eliminada. «Hai que disfrutar da vida», resumía Manolo, que parecía estar encantado de la expectación que había generado su paseo y recorría una y otra vez la acera para que el cámara de TVE captara imágenes, mientras, al fondo, un perro de la banda coruñesa intentaba, sin éxito, zamparse alguno de los patos que nadaban en el Ulla. Los patos decidieron desplazarse hacia el medio del río para eludir cualquier problema. Ahí no había fase tres que valiera para el perro, que decidió volver a donde estaba su dueña. Entre tanto, Manolo seguía hablando. Su paseo soñado se alargó más tiempo de lo que esperaba.
La Voz de Galicia
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