Los psicólogos dicen que el autor del triple crimen de Valga es realista y está animado.
José Luis Abet trabaja la madera y encuaderna libros en prisión
El 16 de septiembre del 2019, José Luis Abet acudió de buena mañana a la vivienda que durante años había compartido en Carracido (Valga) con su exmujer, Sandra Boquete, de 39 años, y sus dos hijos. El hombre le disparó a quemarropa delante de los pequeños. que entonces tenían cuatro y siete años. A continuación hizo lo mismo con su antigua suegra María Elena Jamardo (58 años) y con su excuñada Alba, de 27 años, que murió de un balazo en el pecho. Pocos días antes, había grabado varios videos frente a la misma casa, advirtiendo de lo que estaba a punto de suceder. Incluso recurrió a un brujo africano para que acabase con la vida de su familia política. Cuando concluyó su acometida, Abet les había descerrajado 14 tiros a sus víctimas. Minutos más tarde, compartió varios audios escalofriantes: «Xa as matei, están as tres para enterrar».
Como él mismo confesó en el Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción de Caldas de Reis haber sido el autor de los hechos, no existe ninguna duda sobre la identidad de quién apretó el gatillo. Cuestión distinta son los argumentos a los que su defensa puede acudir a la hora de atenuar su responsabilidad sobre lo ocurrido, que en buena lógica tendrán que ver con el ámbito psiquiátrico o psicológico. Todo ello será dirimido en la vista que la Audiencia Provincial de Pontevedra todavía debe convocar.
De momento, los informes de los profesionales que lo han tratado no contienen indicios de ningún desequilibrio importante, más allá del peso obvio derivado de haber perpetrado tres muertos y del hecho de hallarse encarcelado.
Abet ingresó en la prisión de A Lama el 17/09/19 tras declarar en el juzgado de Caldas,. Ese mismo día fue visitado por un psicólogo que recomendó su inclusión en el protocolo de prevención de suicidios. En el informe se describía un hombre deprimido, que refería padecer una elevada ansiedad desde que rompió con su expareja. De hecho, el asesino confesó haber acudido en su momento a la consulta de un profesional, aunque poco después abandonó el tratamiento que le había prescrito. No mostraba tendencias suicidas, pero admitía que la idea se le había pasado por la cabeza tras la comisión de los hechos.
A partir de entonces, el acusado fue objeto de un examen psicológico que se repetía, como mínimo, dos veces al mes. Los dos informes siguientes de A Lama constataron una evolución positiva. Al principio no mostró interés por nada, ni siquiera por salir al patio. Eso sí, recibía las visitas de su hermana y de su madre. A comienzos de octubre comenzó a dar algún paseo. Aunque apático, no tuvo enfrentamientos con otros reclusos. «Las expectativas de futuro siguen siendo muy negativas, aunque coherentes con su situación y realistas», subrayaba el terapeuta. El hombre comenzó a tomar medicamentos para estabilizar su estado de ánimo.
Ese mismo mes, Abet fue trasladado al centro penitenciario de León, donde continuaría bajo el mismo protocolo. Su primera consulta allí parece exhaustiva: «Introvertido, inhibido, tendente a la deseabilidad social ante la entrevista, con dificultades para expresar emociones, si bien presenta episodios de descontrol emocional en forma de llanto al rememorar los supuestos hechos probados». Se presentó como una víctima de los «engaños» de su exmujer y enfatizó el apego que le una a su madre. «No refiere antecedentes de suicidio ni de salud mental que precisaran atención psicológica o psiquiátrica».
En noviembre participó ya en las actividades que ofrece la cárcel de León, con marcada preferencia por las tareas de carpintería, su antiguo oficio, y la encuadernación de libros. No tuvo pesadillas ni problemas de convivencia en prisión, pero desconocía las consecuencias judiciales que le aguardaban. Los siguientes informes profundizan en sus sentimientos de fracaso, rabia, resentimiento y frustración, y su tendencia a derivar la responsabilidad hacia sus víctimas, los servicios sociales e, incluso, las normas legales. Uno de los últimos exámenes concluye: «Presenta expectativas realistas respecto a su posible elevada condena futura». Y añade: «No presenta oscilaciones del estado de ánimo, tampoco ansiedad ni problemas en la esfera del sueño y/o del apetito» demás de haberse adaptado al módulo, en el que llega a establecer una cierta relación con otros presos.
Esta evaluación positiva conduce al cese del protocolo para la prevención de un virtual suicidio: «Evolución favorable consolidada, resonancia emocional y buen estado de ánimo. Adaptación favorable a su situación vital. Apoyo afectivo por parte de su madre». Este último informe está fechado el 05%12/19. Ni siquiera había transcurrido tres meses desde la comisión del triple crimen.
La Voz de Galicia
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