Cesáreo Pardal, presidente del Clúster Turismo de Galicia: “Con la inflación este año tenemos un turismo diésel: mucho paseo y poco gasto”.
El sector turístico afronta la recta final de un verano “bueno”, que no ha llegado al nivel “extraordinario” de 2022
“La gente sale, pero economiza en restaurantes”, señala
Cesáreo Pardal.
– ¿Cómo está siendo el verano? A partir de la tercera semana de agosto lo habitual es que la afluencia de visitantes caiga. ¿Se han cumplido las expectativas en estas tres primeras semanas del mes turístico por excelencia en Galicia?
– Por lo que respecta a la primera quincena de agosto, ha funcionado muy bien, con una ocupación de entre el 85% y el 95%, con especial intensidad los días de puente, por lo que se han cumplido las expectativas que teníamos. En conjunto, está siendo un buen verano.
– Habla de un buen verano en cuanto a resultados, pero el sector turístico confiaba en que fuese un verano extraordinario, como lo fue el pasado. Sin que los datos globales sean malos, parece que no se ha llegado al nivel que se esperaba…
– Sí, es cierto. Estábamos muy mal acostumbrados a las cifras del año pasado, que sí que fueron francamente extraordinarias. Pero yo creo que está siendo un muy buen verano con las cifras que estamos teniendo. Sí que es cierto que ha descendido el gasto medio, pero aún así está siendo un buen verano.
– Precisamente por ese descenso del gasto medio se habla este año de un ‘turismo diesel’…
– Sí, se pasea mucho, pero se gasta poco. Lo que está claro es que la gente tiene ganas de salir. Y, tal y como están las cosas, cuando se sale, hay que mirar mucho la economía. O se trae algo de casa para picar o se va al supermercado. Eso lo notamos en el tique medio diario de los restaurantes. Vemos cómo se economiza más a la hora de comer o a la hora de cenar. Se elige entre ir fuera al mediodía o por la noche o se hace una mayor compra en el supermercado. La prioridad es poder salir, pero adaptando el presupuesto que tiene cada uno.
– ¿Hay una estimación de cuánto puede haber descendido ese gasto turístico?
– No, en absoluto. Tendremos que esperar a las cifras del Instituto Nacional de Estadística para tener esos datos.
– En todo caso, se constata que hay un descenso del gasto generalizado, ¿no?
– Sí. La vida ha subido una auténtica burrada. En un sueldo normal de 1.200 euros, vemos cómo la vida se ha encarecido unos 300 euros. A final de año son 3.600 euros que tenemos que descontar de nuestro presupuesto. Y a lo primero que se le saca en una economía familiar es al ocio y al tiempo de vacaciones.
– Al final, la inflación castiga doblemente al sector, porque se le va más dinero pagando facturas, pero sus clientes gastan menos…
– Ahí es donde el empresario ha sacado pulmón por enésima vez. No ha incrementado las tarifas en la misma proporción que ha subido la inflación. Sí que es cierto que los precios se han incrementado entre un 3% y un 12% en los establecimientos fundamentalmente de hotelería, pero la vida ha subido mucho más. El sector está sufriendo sobre todo el incremento de precios en los carburantes y la electricidad, con facturas que se han triplicado en la hostelería y la restauración, y no lo estamos repercutiendo en nuestras tarifas.
– ¿Puede ayudar el turismo internacional, que estadísticamente destina más dinero a sus vacaciones, para compensar ese menor gasto que hace el visitante nacional?
– Es cierto que los extranjeros duplican o triplican el gasto que hace el turista nacional. Pero en estos momentos representan solo en torno al 32% del total de visitantes. Es una cifra que ojalá se pudiera duplicar. Pero ahora mismo es algo inviable, porque no tenemos las conexiones internacionales que tienen aeropuertos como el de Oporto y otros.
– Otra de las preocupaciones del sector en los últimos tiempos tiene que ver con la falta de personal. ¿Está siendo difícil cubrir los puestos de trabajo que se generan en verano?
– Estamos en la misma línea que el año pasado y que hace dos años. De hecho, el problema se ha incrementado. Lo que ha tenido que hacer el sector es adaptar los turnos a la gente que tiene contratada y cerrar algún día a la semana. Con lo cual, hay un bajón en la cuenta de resultados, porque tener un día cerrado en temporada estival supone una reducción de ingresos considerable.
– Que expectativas tienen de cara a septiembre. Tradicionalmente, es un mes que puede variar mucho en función de la meteorología…
– Esperamos que sea un mes bueno, como ha ocurrido en años anteriores. Por supuesto, el tiempo influye mucho en la ocupación final. Pero cada vez hay más gente que se da cuenta de que Galicia se puede disfrutar en cualquier época del año. Uno de los atractivos que tiene septiembre, por ejemplo, es poder combinar el turismo con la enología, aprovechando la recogida de la uva en las zonas vitivinícolas.
– A pesar de lo avanzado, Galicia sigue sin tener buenas conexiones aeroportuarias y ferroviarias…
– Sí, es la gran asignatura pendiente, pero los que tienen que decidir miran para otro lado. El sector debería salir a la calle para pedir que no se malgaste el dinero público en algunas campañas que se hacen y que se trabaje para que haya una mayor coordinación aeroportuaria, que en estos últimos diez años no ha existido.
– Sí que es cierto que los aeropuertos gallegos crecieron este año en número de pasajeros…
–Así es, pero lo que realmente nos interesa es traer pasajeros internacionales y no pelearnos por una repetición de destinos. Lo que le parece raro al sector es que salgan tres aviones de cada uno de los tres aeropuertos gallegos y lleguen al mismo destino. Eso es una muestra de la descoordinación aeroportuaria que existe. Cada aeropuerto mira sus propios números. No existe interlocución entre ellos y esto es algo que sí notamos a la hora de que lleguen a Galicia más turistas internacionales. El turista extranjero llega a Oporto, que ha pasado de dos a catorce millones de pasajeros. Allí lo están haciendo bien. Y a lo mejor tenemos que copiar ese modelo.
Faro de Vigo
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