«Que nadie te diga que la automoción es un trabajo de hombres».
El auto echa el freno a los estereotipos de género con referentes como la gallega Noa Bouzón, que dirige 23 talleres de reparación.

Hace diez años ni se lo imaginaba. Noa Bouzón no concebía que su vida podría girar en torno a los motores, los neumáticos y las herramientas. Un trabajo asociado tradicionalmente a un hombre. Tan masculinizado como tantas otras profesiones que hoy en día, sin ellas, difícilmente tendrían futuro. Quizás ese sea el único punto positivo de la falta de relevo, que ha catapultado la entrada del talento femenino —también el migrante— en todos y cada uno de los sectores tradicionales por mera necesidad. Pero la revolución de género que viven hoy los antiguos oficios del carpintero, el pescador, el granjero, el policía, el bombero o el mecánico jamás habría sido posible sin la valentía de todas las pioneras del siglo XX que rechazaron quedarse en casa y su lucha compartida con todas las mujeres que hasta hoy han demostrado que ellas también pueden coger las riendas de una construcción, un barco, una explotación ganadera, una comisaría, una operativo antiincendios, un taller… Conviene recordarlo. Noa lo sabe bien.
Su historia es la de una de esas mujeres que ha desafiado todos los prejuicios laborales habidos y por haber, demostrando que la actitud y el esfuerzo pesan más que los estereotipos, cualquier comentario machista o duda sobre su capacidad. Lo que empezó con un puesto administrativo en las instalaciones de Euromaster en Milladoiro (A Coruña) tras quedarse sin empleo al terminar una sustitución como personal de oficina dio paso a una trayectoria completamente ascendente que hoy se salda con ella dirigiendo 23 centros de reparación de automóviles en Álava, Navarra y Aragón.
Cambio de mentalidad
«Si te gusta hazlo. Que nadie te diga que es un trabajo de hombres. Lo que necesitas es que te apasione, tener ganas de aprender, y eso no tiene género», remarca Bouzón, que recuerda cómo en su caso poco a poco se fue implicando cada vez más en el negocio. Aprendió sobre piezas, restauración y el funcionamiento de los vehículos hasta el punto de asesorar sobre todos los procesos, y lo hizo al mismo ritmo que crecía en su compañía. «En mi mesita de noche tenía un catálogo de repuestos de todas las marcas en lugar de libros y novelas», admite. Desde el primer momento se sumergió en un mundo donde el olor a aceite y el ruido de la combustión son el pan de cada día.
Cuando un cliente acude a alguno de los talleres que dirige y pregunta por la persona responsable siempre lo hace en masculino, aunque Noa asegura que atrás quedaron ya —al menos en su caso— los «casos excepcionales» que rechazaban su atención o pedían ser atendidos por un encargado por el simple hecho de ser mujer. «El mundo nos tiene más en cuenta, ya no hay tanto estereotipo. Todavía falta mucho por hacer, no solo aquí, sino en todos los sectores tradicionales y en el plano general de la vida, pero estamos avanzando y yo no podría estar más agradecida a todo mi equipo, desde el que me acogió cuando comencé hasta el actual», pone de manifiesto la gallega. Y reitera: «No nos tenemos que poner límites, lo que realmente importa es que estemos motivadas».
El Correo Gallego
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