Mari Carmen Portas: “Sospeitamos sempre”.

Mari Carmen Portas, de Pontecesures, intuye que su hermano pudo haber sido comprado en el Hospital Provincial de Pontevedra en 1966//Su madre, Rita Gago, de 68 años, teme que si su hijo aparece la rechace.

“Sospeitamos sempre. Non era normal que lle dixeran a miña nai que o seu fillo morrera e non llo enseñaran”. Así explica Mari Carmen Portas Gago, nacida en Valga pero residente en Pontecesures, como ese temor latente desde 1966 de la familia sobre la desaparición de su hermano se activó días atrás cuando saltó el episodio masivo en España a los medios de comunicación.

Mari Carmen Portas indica que su madre Rita Gago Miguéns, que hoy tiene 68 años, acudió a dar a luz en abril de 1966 al Hospital Provincial de Pontevedra tras dos días con fuertes dolores. “O médico de cabeceira matívoa dous días con dolores na casa e ela non era capaz de dar a luz sola. Entón, el levouna despois directamente a Pontevedra no seu coche. Sospeitamos, primeiro, por tela tanto tempo na casa e, despois, porque unha persoa que non está grave non é normal que o médico se desplace con ela no seu propio coche o hospital”.

Tras la explosión mediática, Mari Carmen hizo sus propias averiguaciones. “Descubrín que o neno non está no legajo de abortos e non está como fallecido”. Debería estar como nacido y fallecido porque, en teoría, vivió 24 horas, y no era un aborto sino un embarazo a término.

Pero sus pesquisas no acabaron ahí. Acudió al cementerio y comprobó que no aparecía por ningún lado, pese a que, tal y como le explicaron en los registros del camposanto, los niños que nacían y morían en el hospital, si no tenían nombre porque no estaban bautizados, se identificaban por el nombre de la madre y el lugar de donde procedía el cadáver. Mari Carmen se hizo después con el listado de la gente que en 1966 trabajaba en el hospital. “Quen lle comunicou a miña nai que o neno morrera foi a matrona (tiene su nombre, pero prefiere por ahora no darlo a conocer). Díxolle que non podía velo, que xa non estaba alí”. En sus indagaciones logró hacerse con el teléfono de esa matrona y hablar finalmente con ella, pese a que en intentos anteriores alguien que supuso podría ser su marido le dijo que no vivía en la casa ninguna persona con ese nombre. Le habían indicado que tenía Alzhéimer y ella es incapaz de diagnosticar si lo tiene o no. Pero, lo que sí le quedó claro es que tras muchas vueltas y minutos al teléfono la matrona le espetó: “Busca papeles”. “Deume a entender que non temos nada que facer”.

¿Y su madre? ¿qué piensa de todo esto? “Ela ten medo a que encontremos a meu irmán e a que el a rexeite. Somos dúas fillas. El era o primeiro”. De todas formas, ambas hermanas presentaron la denuncia en el juzgado de Pontevedra. Y fue aceptada.

EL CORREO GALLEGO, 27/03/11

Los siete coros de Pontecesures.

Monumento al minifundismo electoral, Pontecesures es una especie de laboratorio en el que casi todo es posible cuando se trata de elegir alcalde y corporación. A poco que suene la flauta, el pequeño municipio arousano, cuyo censo anda por los 2.500 votantes, contará con un número de opciones políticas que para sí quisieran muchas de las grandes urbes del país. Nada menos que siete formaciones en liza el 22 de mayo.
A saber, los Independientes por Pontecesures de Maribel Castro, la regidora menos votada que se recuerda y única concejala de su partido; el BNG de Álvarez Angueira, destronado en el 2007 por una amalgamada alianza del resto de candidatos; el PSOE que esta vez lidera Roque Araújo; el Partido Popular con Vidal Seagre al volante; la Agrupación Cidadá de Pontecesures, que Sabariz y Diz desempolvan tras su fugaz y traumático paso por el puño y la rosa; Terra Galega, que solo una parte de los descontentos del PP, con el ex edil Ángel Souto como referente, están cocinando, porque otra fracción de conservadores escaldados, dirigidos en su caso por el portavoz próximamente defenestrado de la gaviota, Rafael Randulfe, acaricia su propia aventura.
Si este concurrido coro de aspirantes al bastón de mando se confirma, bastará que en Pontecesures se reúnan 96 votos (este será el umbral del 5% de sufragios que la ley exige para que una formación compute en la distribución de ediles si la abstención se mantiene, como hace cuatro años, en un 25%) para sentar a un concejal en el Ayuntamiento. Con estos números, cualquier grupo de amigos y sus familias bien podrían poner y quitar alcalde. Nada que objetar desde el punto de vista de la participación ciudadana. Al fin y al cabo esto es lo más cercano a la democracia directa a lo que hoy por hoy podemos aspirar. Pero algo sugiere que la ensalada va a resultar indigesta cuando cuatro de los ingredientes proceden de la misma leira.

Colummna “La cosa política”, por Serxio González
LA VOZ DE GALICIA, 27/03/11