«Yo antes tenía miedo por el futuro de las pensiones. Ahora tengo más». José Rodríguez inicia una rueda rápida de respuestas sobre el futuro, visto lo visto y concretado una vez más aquello de donde dije digo, digo Diego. «La demografía apunta en una dirección y yo ya soy mayor, a mis hijos tal vez no les toque, pero mis nietos van a pasarlo mal». Ruth coincide: «Veremos qué pensión cobran nuestros nietos. ¿Miedo al futuro? Bueno, espero que si me recortan la pensión, al menos mis hijos me den de comer».
José Luis Paz espanta los fantasmas: «No hay que tener miedo, no se puede asustar a la gente». Y recuerda a Barea, aquel asesor de Aznar de pelo blanco que pintaba el apocalipsis a corto plazo cada vez que le preguntaban: «A este país le sobra gente, pero no puede ser que sean todos empleados de la construcción o camareros. Lo que hay que hacer es transformar el sistema, generar tecnología, vender; que los emigrantes tengan sus derechos perfectamente reconocidos, para que coticen igual y, desde luego, no tocar la aportación de cuotas a la Seguridad Social». Paz se extiende en las medidas. Y Antonio se apunta a la tranquilidad: «No tengo miedo a que se acaben las pensiones. La deuda es asumible todavía. Si se dejan de pagar las pensiones, ya nos podemos tirar todos al río».
En esa mesa, más de uno vio este año como su pensión subía, pero en realidad bajaba con el aumento de la fiscalidad. Y la sorpresa que también se han llevado los que contrataron un plan de pensiones y se han encontrado con Hacienda. Y ahora esto. «Lo que más me duele es que haya sido un Gobierno de izquierdas el que haya tenido que hacer esto», concluye Antonio, desencantado. Todos le dan la razón. Nadie se esperaba que fueran ellos los primeros en pagar los excesos de otros.
LA VOZ DE GALICIA, 16/05/10