Detenido el dueño de las 18 plantas localizadas en una propiedad.
La Guardia Civil ha procedido a la detención de un vecino de Pontecesures como supuesto autor de un delito contra la salud pública, en la modalidad de cultivo y elaboración de drogas, al que se le intervinieron 18 plantas de marihuana. Se trata de un hombre de de esta localidad, de 39 años de edad, con antecedentes policiales, que resultó ser el hijo de la propietaria del terreno donde se localizó la plantación y un amigo. A raíz de las investigaciones realizadas por los efectivos del Puesto de la Guardia Civil de Valga, en colaboración con Equipo de Investigación de la Compañía de la Guardia Civil de Vilagarcía de Arousa, se tuvo conocimiento de una plantación de cannabis sativa en una finca contigua a una vivienda ubicada en la parroquia de Porto, del término municipal de Pontecesures. Al inspeccionar la finca, en un terreno próximo a la vivienda, se localizó una pequeña plantación de marihuana con 18 plantas de casi dos meteros de altura en avanzado estado de floración. Con esta actuación, enmarcada dentro de los servicios que la Guardia Civil de Pontevedra tiene activados para la detección y erradicación de puntos de producción, venta y distribución de sustancias estupefacientes, se ha evitado que las dosis que se pudieran obtener a raíz del cultivo de las plantas de marihuana intervenidas se hubiesen destinado al tráfico de drogas (menudeo). Las diligencias instruidas, junto con las plantas intervenidas, fueron entregadas en el Juzgado de Instrucción de Primera Instancia e Instrucción Nº 2 de Caldas de Reis, donde deberá comparecer el detenido cuando sea requerido por la autoridad judicial.
Abet disparó la pistola 15 veces para matar a su exmujer, a su exsuegra y a su excuñada.
José Luis Abet Lafuente (41 años) finalizó su último turno de trabajo
en la nave de Exlabesa (Padrón) a las 6.20 horas del lunes. Se despidió
de sus compañeros, que lo vieron entrar en el coche y desaparecer. Una
hora y cuarenta minutos después se apostó frente a la casa de su
exmujer, en Carracido (Valga), armado con una pistola del calibre 32 y
con abundante munición. Ni tenía licencia ni le importaba. En su cabeza
había un solo objetivo: acabar con la vida de Sandra Boquete Jamardo
(39), madre de los dos hijos de 4 y 7 años que ambos compartían. Daba
igual que ellos lo presenciaran, como así ocurrió. Las numerosas balas
que Abet portaba evidencian que el autor confeso de la matanza de Valga
estaba dispuesto a todo. Un triple crimen que puede implicar una condena
de prisión permanente revisable. Así lo interpretan, dado el contenido
de la investigación, tanto la Fiscalía como la titular del Juzgado de
Primera Instancia e Instrucción número 2 de Caldas de Reis, Cristina
Sánchez Neira, que ayer ordenó el ingreso en prisión provisional,
comunicada y sin fianza de Abet, investigado por tres asesinatos.
Mató primero a su exmujer, de cuatro disparos, mientras los hijos
corrían pidiendo auxilio con la imagen en la retina. Su excuñada, Alba
Boquete (27), fue la destinataria de tres detonaciones más. Su exsuegra,
María Elena Jamardo Figueroa (58), fue la última en morir, con cuatro
orificios en el cuerpo. Otros tantos disparos no encontraron el destino
que Abet buscó, de un total de 15 que realizó antes de abandonar el
lugar y regresar a Ames parando, antes, a tirar al río Tambre el arma
usada.
Finalmente se entregó a la Guardia Civil para acabar
confesando (asistido por un abogado de oficio en Ames) la letra pequeña
de un crimen que palideció al país. José Luis Abet reapareció ayer en
Caldas para pasar a disposición judicial. Llegó a las 10.40 horas entre
improperios y gritos de «asesino», dentro de un coche oficial y de
paisano rodeado de agentes que custodiaron el utilitario negro hasta
estacionarse a tres metros de la sede judicial. La distancia necesaria
para que el rostro de Abet fuese público. El volumen de los insultos
siguió subiendo, igual que las menciones a los hijos de acusados, que
presenciaron el asesinato de su madre a manos de su padre.
La declaración del acusado ante la jueza no llegó a realizarse. Abet
consideró que no estaba en condiciones de manifestar nada. Sí lo
hicieron varios testigos, que respondieron a las preguntas de la
instructora. Poco después de las 13 horas, con la orden ya emitida de
traslado a la cárcel pontevedresa de A Lama, se oficializaba su ingreso
en prisión provisional, comunicada y sin fianza. La misma jueza deja
claro en el auto de ingreso en prisión que la imputación de tres delitos
de asesinato, en el que caso de probarse judicialmente, «podría dar
lugar a una pena de prisión permanente revisable». La Fiscalía, por su
parte, entiende que existen indicios más que solventes para alcanzar la
misma condena una vez celebrado el juicio.
Asesinatos, no homicidios
El
planteamiento del ministerio fiscal también interpreta tres asesinatos,
cerrando la puerta a que puedan considerarse homicidios (implica menos
años de cárcel), y descarta que los crímenes de la excuñada y la
exsuegra de Abet puedan calificarse de violencia machista o de violencia
doméstica. La Fiscalía incluso se personó, el lunes, con varios
representantes en la escena del crimen para conocer en primera persona
sus detalles y realizar la mejor calificación posible una vez finalice
la investigación. No se descarta que la integrante de la Fiscalía que
realice ese trabajo sea la misma funcionaria asignada al Juzgado número 2
de Caldas, que también es de violencia sobre la mujer.
El nuevo reo de A Lama ingresó ayer en el penal
poco antes de las 15 horas. Lo hizo, concretamente, en el módulo de
enfermería y en el marco de un protocolo antisuicidio tras ser analizado
por un médico penitenciario. También aquí puede haber novedades en los
próximos días, ya que José Luis Abet está sometido al artículo 75.2 del
reglamento penitenciario que, con el ánimo de salvaguardar al preso,
recomienda su traslado de la zona geográfica a la que pertenece. Si el
reo permanece en Galicia, todo apunta que podría acabar en la cárcel de
Teixeiro, que tiene las mismas características de seguridad que A Lama,
muy por encima de las prisiones de Ourense y Lugo.
La principal línea de investigación, aún por concretar, pasa por llegar al origen del arma, su trazabilidad, saber si ya fue disparada antes y cuándo. Junto a la pistola, en el río Tambre, se encontraron unas cajas de munición. La primera hipótesis, a ojos de la Guardia Civil, descarta que José Luis Abet tuviese capacidad para tener un arma en su poder. Por eso, mediante la trazabilidad de la pistola, se espera saber cómo la adquirió, además de encontrar huellas de más personas o nuevas circunstancias sobre el caso que aporten más luz. De forma paralela, en Valga, al margen de la actividad judicial y policial, el triple crimen deja a dos niños huérfanos de madre que lo presenciaron todo y a un abuelo viudo y sin hijas. Mientras, entre rejas, el preso empezará a preparar su defensa, que posiblemente pase por alegar locura transitoria y la aplicación del atenuante de arrepentimiento y colaboración.
Los pequeños se quedarán, de momento, con una tía abuela.
Con el brutal crimen que José Luis Abet perpetró ayer en la aldea de
Carracido todavía en la retina, la preocupación máxima que se extiende
en Valga es proteger a los dos niños, de cuatro y siete años, a los que su padre ha dejado huérfanos
al disparar sobre la madre de los pequeños, Sandra Boquete, su tía,
Alba Boquete, y su abuela, María Elena Jamardo. quitándoles la vida.
Todo el entorno inmediato de los pequeños ha desaparecido de golpe.
A
expensas de lo que decida la jueza de la sala número 2 de Caldas de
Reis, que está tomando declaración al asesino confeso y a los testigos
de lo ocurrido y que acaba de dictar prisión sin fianza, el alcalde del
municipio arousano, José María Bello Maneiro, ha conformado que, al
menos de momento, los niños se quedarán con unos familiares. Hoy se ha conocido que una tía abuela se hará cargo de ellos.
Lo vieron todo. A sus siete y cuatro años,
los dos hijos de Sandra Boquete presenciaron el asesinato de su madre,
de su tía y de su abuela. Habían salido de casa para ir al colegio, y se
tropezaron con la muerte encarnada en una figura, la de su padre, que
debería ser sinónimo de amor y cuidados. Tras perpetrar su sangriento
crimen, José Luis Abet huyó del lugar de los hechos. Los críos,
aterrados, se quedaron quietos, sin saber qué hacer, hasta que un
vecino, José, los sacó del recinto de la casa y los mandó alejarse de
allí. «José tuvo una reacción excelente. No sabía si el tipo
aún andaba por el lugar, así que los llamó para que saliesen y le
hicieron caso». Quien lo cuenta es Carlos Sanjurjo, cuya casa está
separada de la de Sandra por una franja de terreno inculto. Cuando él
llegó al lugar del crimen, los pequeños ya no estaban allí. «A mí me
había despertado mi nuera. Ella estaba preparando a los niños para ir al
colegio cuando oyó los tiros y, al mirar por una ventana, vio al
energúmeno ese con la pistola en la mano y vino a llamarme».
Tras enfrentarse a la cruel realidad en la
casa vecina, Carlos no lo dudó: se subió al coche y fue a buscar a los
niños, que habían sido enviados a una de las viviendas de la aldea. «Les
fui hablando por el camino para entretenerlos y que no viesen los
cadáveres», cuenta. Los depositó en su propio domicilio, con su nuera y
con sus dos nietos. «Intentamos tenerlos lo más entretenidos posible… No podíamos hacer nada más por ellos, pobrecitos».
Sus dos nietos son algo mayores que los vecinos. Pero «son muy
cariñosos. Enseguida se dieron cuenta de que algo pasaba y los cuidaron
mucho». Uno de los agentes de la Guardia Civil que se trasladaron
después a la vivienda dijo a Carlos que «lo mejor que les pudo pasar fue
estar con otros niños en esos primeros momentos». Los juegos infantiles
fueron un bálsamo para dos menores que acababan de cruzar el infierno.
«El pequeño estaba un poco… No se daba cuenta, hasta tomó un poco de
leche cuando le ofrecimos desayuno. Pero el mayor sí. Al poco de llegar
vomitó todo por él. Mi nuera le puso ropa de mi nieto». Fue el
mayor, también, el que contó a la Guardia Civil que había visto «como su
padre mató a su mamá de un disparo». «Parte el alma oír algo así»,
explica Carlos.
La familia y los psicólogos estaban listos
para asumir el cuidado de los dos rapaces, que salieron de casa de
Carlos pasada la una de la tarde. Pero ni él ni su familia pudieron
recuperar la normalidad. Quién sabe cuánto tardarán en hacerlo. «Mis
nietos no están bien. Su madre trabaja por la noche, y se fueron a
dormir con su padre porque no querían estar solos; tenían miedo».
Carlos no parece sentir miedo. Sí rabia. Sí dolor. Él sabía que José Luis Abet no era buena gente. «En la aldea somos veinte vecinos, y él se llevaba mal con 18», explica. «Más de una vez tiene amenazado a la gente con armas. A mi hijo le sacó un hacha una vez, y no fue el único». El vecino era, también, un hombre violento y conflictivo, obsesionado con mantenerse alejado de los demás. «Su casa está rodeada de unos muros enormes, y hasta hace poco tenían plantadas unas tullas altísimas… Y las cámaras de seguridad las puso él también», recuerda. Pero en ningún momento percibió Carlos que en el interior de ese fortín hubiese malos tratos. «Si hubiésemos sospechado algo, habríamos llamado al teléfono que tenemos que llamar», dice tajante. Cuando Abet se divorció y se fue de la aldea, todos suspiraron con cierto alivio. «Desde entonces poco lo vi por aquí. Ojalá no hubiese vuelto nunca».
Imaxes da concentración celebrada esta mañá na Plazuela como acto de repulsa polo asasinato das tres mulleres no veciño concello de Valga. O alcalde de Concello de Pontecesures Juan Manuel Vidal Seage leeu un manifesto condeando estes asesinatos e solidarizándose na dor coa familia das victimas e os seus achegados e veciños.
El autor del triple crimen machista en Valga despacio en coche
oficial y de paisano en la calle peatonal del juzgado, rodeado de
agentes que custodiaron el utilitario negro hasta estacionarse a tres
metros de la entrada. La distancia necesaria para que el rostro de Abet fuese público.
El volumen de los insultos siguió subiendo, igual que las menciones a
los hijos de acusados, que presenciaron el asesinato de su madre a manos
de su padre.
Abet sigue prestando declaración y no está previsto que se conozca la
resolución judicial sobre su ingreso en prisión provisional hasta
última hora de la mañana.
Conmoción en Valga
Tres
mujeres muertas, dos niños huérfanos, varias familias rotas y océanos
de desolada indignación. Este es el trágico legado que José Luis Abet
Lafuente dejó ayer en Valga. El autor del triple crimen había
compartido una vivienda en la aldea de Carracido, ubicada en la
parroquia de Cordeiro (Valga), hasta su ruptura -se divorciaron en
enero del 2018-, momento en el que el individuo se fue a vivir con su
madre al municipio coruñés de Ames.
Fue allí, en Carracido, a las puertas de la casa familiar, donde
Abet perpetró el triple crimen ante los ojos de sus dos hijos, unos
pequeños de 4 y 7 años que esperaban para ir al colegio y acabaron
presenciando una inconcebible pesadilla.
Horas antes de ser asesinada, Sandra Boquete, la exmujer del homicida de Valga, había recibido un agresivo mensaje en Facebook. Un individuo acusó a la mujer de quererse apropiar de la vivienda familiar, de manchar su nombre y de «ir de víctima».