La valguesa Rosa Crespo, acompañada del alcalde, José María Bello Maneiro, y las concejalas Carmen Gómez y Begoña Piñeiro, clausuró en el Auditorio de Cordeiro la exposición “Pintando ilusións”. Pero no es un adiós, sino un hasta luego, ya que la muestra se dispone a recorrer ahora diferentes lugares de Galicia. La artista, que es también presidenta de la asociación Mulleres Rurais Albor, en el seno de la cual imparte clases de pintura, decidió en esta colección de cuadros dar un protagonismo especial a su otra gran pasión, las camelias, una flor que cultiva desde hace más de 25 años. De ahí el colorido de esta exposición formada por 26 obras en las que predomina el realismo, aunque con espacio para un par de ensayos de pintura abstracta, un cuadro con textura pintado sobre tela de saco y otro que mezcla la técnica del óleo con el repujado en aluminio.
En
la iglesia de San Xulián de Pontecesures, donde se ha oficiado el
funeral, nadie daba crédito al baño de sangre que el Domingo de
Resurrección truncó la vida de unos jóvenes muy conocidos y queridos en
la zona, con residencia en este pueblo de la provincia de Pontevedra y
que tenían un sinfín de sueños para su futuro.
La
capilla ardiente se ha instalado en el tanatorio de la vecina localidad
de Padrón, donde María, de 32 años, trabajaba en la empresa de sus
padres especializada en equipación de trabajo, y, desde allí, sus
cuerpos han sido trasladados para el funeral.
La
emotiva ceremonia ha estado oficiada por el arzobispo de Santiago de
Compostela, Julián Barrio, que ha confesado que, nada más enterarse de
la tragedia, había rezado por ellos, pero también por sus familiares,
sabedor, como ha confesado, de que nadie está preparado para afrontar el
final de aquellos a los que quiere.
Mucho
menos si la causa es un ataque terrorista, “siempre injusto e
indiscriminado, perverso y nunca justificable”, como el acontecido en
esa isla, la lágrima de la India, que se ha atribuido el Estado Islámico
y que ha dejado 253 muertos y más de 500 heridos.
“Esta
comunidad parroquial se ha estremecido”, ha subrayado el arzobispo, y
ha indicado que, con lo ocurrido, “todos hemos perdido” a unos seres
humanos que formaban parte de la convivencia diaria, de la cercanía y de
los afectos.
Ha ahondado el
arzobispo en que la muerte, un enigma de la condición humana, llega
siempre inesperadamente y en el caso concreto de María y Alberto “les
han arrebatado sus vidas cuando tantos proyectos y tantas esperanzas
llenaban su horizonte diario”.
Visiblemente
afectado, ha hecho hincapié en que es difícil entenderlo, -“sé que
estáis viviendo un dolor intenso”-; no en vano, ha admitido que las
experiencias del mal pueden “estremecer la fe” y llegar a ser para ella
una tentación, en referencia a no creer, pero ha pedido y rogado no caer
en eso. “Todo parece un mal sueño del que uno espera salir
en cualquier amanecer”, ha vuelto a reconocer, porque María y Alberto
llevan consigo parte de muchas otras vidas, que han quedado partidas a
la mitad.
Han asistido al funeral el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo;
su número dos, Alfonso Rueda; la cabeza de lista al Congreso del PP por
Pontevedra, Ana Pastor; el delegado del Gobierno en Galicia, Javier
Losada; as subdelegadas de Pontevedra (Maica Larriba) y A Coruña (Pilar
López-Riobóo); el presidende del Parlamento, Miguel Santalices; el
secretario general del PSdeG, Gonzalo Caballero, y los alcaldes de
Pontecesures, Juan Manuel Vidal; Rianxo, Adolfo Muíños; y Valga, José
María Bello.
Alberto, de 31
años, natural de Rianxo (A Coruña), trabajaba en la filial de Profand en
la India, y su novia, María, lo hacía en la empresa de sus padres.
Ambos disfrutaban de unas vacaciones juntos en Semana Santa.
María y Alberto se encontraban desayunando cuando se produjo el asalto al hotel donde se alojaban. Poco antes habían subido fotografías de una aventura que les estaba encantando.
Allí,
en el tanatorio Iria Flavia, en el municipio vecino de Padrón,
esperaban los familiares de las dos víctimas y, en representación del
pueblo de Pontecesures, el alcalde, Juan Manuel Vidal Seage, y sus socios de gobierno, Ángel Souto e Isabel Castro Barreiro.
Cuando llegaron los ataúdes fueron inevitables la escenas de dolor y rabia. Los padres
de los fallecidos, José González Magán, Amelia Vicente Pereiras, Manuel
Chaves Barreiro y Dolores Gómez Rodríguez, esperaban en el interior del
tanatorio sin poder contener la emoción. En el exterior se encontraban
algunos de los tíos y primos de las víctimas.
Ya
con los féretros en la sala mortuoria número 2, situados uno junto al
otro -al igual que reposarán juntos sus restos en el camposanto-, el
dolor de familiares y amigos se hacía aún más evidente. Y resultaba inenarrable, casi estremecedor,
cuando los padres pasaron a la sala para ver por última vez a sus
hijos. Se abrazaban, buscaban consuelo donde no lo había, lloraban y se
preguntaban por qué.
En cierto
modo era ayer cuando empezaban a asimilar que la terrible situación que
padecen desde el domingo no es ninguna pesadilla, sino una triste
realidad provocada por el odio y el terrorismo.
Aunque
el haber sido posible la identificación de los cuerpos y el hecho de
poder traerlos a casa -mucho antes de lo inicialmente previsto- para
darles un último adiós, enterrarlos y tener un lugar en el que rezarles
puede ser entendido como una especie de consuelo, es lógico pensar que
ni siquiera esto es suficiente para superar una pérdida como esta.
Adrián, hermano de Alberto Chaves, las abuelas de María, los padres,
tíos y primos de ambas víctimas trataban de encontrar consuelo donde no
lo había. Intentaban sobreponerse mientras recibían las condolencias de
los vecinos y amigos que se desplazaron al tanatorio, que les visitaron
en sus casas, les telefonearon o que guardaron un minuto de silencio en
memoria de la pareja, como hizo ayer la comunidad educativa del
instituto de Rianxo en el que estudió Alberto.
A
medida que avanzaba la tarde cientos de personas pasaban por el
tanatorio padronés, situado a orillas del río Sar y en el corazón de las
tierras de Rosalía de Castro. Un lugar al que llegaron también decenas
de ramos y coronas de flores enviadas desde diferentes rincones de Galicia, aunque sobre todo, de Pontecesures y Rianxo, el municipio del que es natural Alberto Chaves.
Y hoy seguirán llegando ciudadanos y flores al tanatorio,
hasta que a eso de las seis de la tarde se proceda a la conducción de
los cadáveres hasta la iglesia parroquial de San Xulián de Pontecesures.
Será allí donde se celebre el funeral de corpore insepulto,
oficiado por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio, antes de que
reciban sepultura en el cementerio de la parroquia, situado a escasos
metros.
Se espera un sepelio
multitudinario en el que, lógicamente, participarán numerosos
representantes sociales, políticos y empresariales.
Ayer, por ejemplo, anunciaron su presencia en estos actos el delegado del gobierno en Galicia, Javier Losada; la subdelegada en Pontevedra, Maica Larriba, y su homóloga en A Coruña, Pilar López-Riobóo.
También tienen previsto acudir Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta; Ana Pastor, presidenta del Congreso, en funciones; y el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Ángel Santalices.
-La misa comenzará a las 18.30 horas, en la iglesia de San Xulián de Pontecesures -La llegada de los cuerpos al tanatorio de Padrón está prevista para esta misma tarde.
María
González Vicente, de 32 años, y Alberto Chaves Gómez, de 31, se
enterrarán juntos mañana en el cementerio de Pontecesures, justo después
de un funeral por su eterno descanso que tendrá lugar en la iglesia de
la parroquia de San Xulián que estará presidido por el arzobispo de
Santiago, Julián Barrio.
Se
trata de la joven pareja asesinada el domingo pasado en los brutales
atentados de Sri Lanka, donde se encontraban disfrutando de unos días de
vacaciones. Estaban hospedados en el hotel Kingsbury cuando poco antes
de las 9.00 horas, mientras se encontraban en el restaurante para
desayunar, se inmoló un terrorista suicida con sus cargas explosivas.
Como
se avanzaba ayer en FARO, aunque él es natural de Rial, en la parroquia
de Leiro, municipio de Rianxo, las familias de los dos jóvenes, que
vivían juntos desde hace unos años en la villa pontecesureña, han
decidido que sean velados y enterrados juntos.
Su
velatorio y entierro va a depender del proceso de repatriación de los
cadáveres y de su llegada a España. Pero inicialmente está previsto que
sus restos mortales sean depositados en el tanatorio Iria Flavia, en el
ayuntamiento de Padrón, entre las cuatro y las ocho de esta misma tarde.
Si todo marcha según lo previsto, el traslado de la pareja desde la casa mortuoria hacia el camposanto de Pontecesures se realizará mañana a las 18.00 horas, de ahí que el funeral vaya a comenzar apenas media hora después.
Cabe
recordar que el embajador español en Nueva Delhi, con jurisdicción
sobre Sri Lanka, José Ramón Barañano, había confirmado que los cuerpos
de María González Vicente y Alberto Chaves iban a ser repatriados anoche
y que llegarían a España esta mañana.
Identificación confirmada
Como
también aseguró que las dos víctimas españolas están totalmente
identificadas después de que se cotejaran sus huellas dactilares.
Ni
que decir tiene que con cerca de cuatrocientos muertos y medio millar
de heridos tras los atentados cometidos el domingo pasado en tres
hoteles de lujo y tres iglesias, las labores de identificación de la
pareja gallega no fueron sencillas.
En
la embajada española en Nueva Delhi explicaron que el primer paso fue
revisar las listas de huéspedes en los tres hoteles de lujo atacados,
puesto que en las iglesias afectadas las posibilidades de que hubiera
españoles eran menores.
“Así
pudimos delimitar mucho más las sospechas de que hubiera pasado algo, y
esos datos se cotejaron con los que se recibían de la morgue”, explicó
el embajador a la agencia EFE.
Con
las fotografías que se le habían facilitado, y en colaboración con la
cónsul honoraria de España en el país, Priya Jayawardena, el encargado
para Sri Lanka de la embajada española en Nueva Delhi, el diplomático
Ignacio Vitórica, consiguió localizar a la pareja que “llevaba como
cinco o seis días” en la ciudad y se disponía a abandonarla.
También
indicó el embajador español que los tatuajes de los dos jóvenes
arousanos facilitaron enormemente la identificación de sus restos.
Se
da la circunstancia de que Alberto Chaves, que trabajaba en una empresa
dedicada a los productos congelados del mar en el sur de la India,
tenía previsto pasar la Semana Santa en Galicia.
Pero
como su novia, María González, también iba a tener días libres en la
misma época -ella trabajaba en una empresa familiar situada en Padrón-,
acordaron hacer un viaje juntos a Sri Lanka, donde finalmente
encontraron la muerte.
Como se explicó en días pasados, María y Alberto estaban muy unidos y tenían muchos planes de futuro juntos.
Está previsto el traslado de los restos desde la casa mortuoria hacia el cementerio de San Xulián a las seis de la tarde
María González Vicente y Alberto Chaves Gómez se enterrarán juntos el sábado
en el cementerio parroquial de San Xulián de Pontecesures. Se trata de
la joven pareja asesinada el domingo pasado en los atentados de Sri
Lanka, donde se encontraban disfrutando de unos días de vacaciones. Aunque él es natural de Rial, en la parroquia de Leiro, Concello de Rianxo, las
familias de los dos jóvenes, que vivían juntos desde hace unos años en
la villa pontecesureña, han decidido que sean velados y enterrados
juntos.
Llegan mañana por la tarde
El proceso que roda a su velatorio y entierro va a depender del proceso de repatriación de los cadáveres y de su llegada a España. Pero puede avanzarse que está inicialmente previsto que sus restos mortales sean depositados en el tanatorio Iria Flavia, en el Concello de Padrón, entre las cuatro y las ocho de la tarde de mañana viernes. Si todo marcha según lo previsto, el traslado de la pareja desde la casa mortuoria hacia el camposanto comenzará a las 18.00 horas del sábado. El embajador español en Nueva Delhi, con jurisdicción sobre Sri Lanka, José Ramón Barañano, confirmó que los cuerpos de María González Vicente, de 32 años, y su novio, Alberto Chaves, de 31, serán repatriados esta noche y llegarán a España mañana, en horario matinal. También aseguró que las dos víctimas españolas están totalmente identificadas después de que se cotejaran sus huellas dactilares.
María González Vicente y Alberto Chaves Gómez, una historia de amor truncada por el terrorismo y la fatalidad.
La de María
González Vicente y Alberto Chaves Gómez fue una historia de amor. Y como
en todas ellas siempre hay una canción, un símbolo o un sueño que
compartir o recordar. Ellos compartían las golondrinas que se habían
tatuado en la piel y permitieron identificar sus cadáveres tras los
sanguinarios atentados de Sri Lanka. Ayer las golondrinas y las
“mariposas en el estómago” que como cualquier pareja de enamorados
sentían estos jóvenes de Pontecesures -él nacido en Rianxo- volvieron a
volar. Volaron para posarse en los corazones de los miles de personas
que lloraron su pérdida, cientos reunidas en concentraciones y minutos
de silencio en sus villas natales.
Hace un par de años María González Vicente, de 32 años y natural de Pontecesures, y Alberto Chaves Gómez, nacido en Rianxo hace 31,
decidieron empezar una vida juntos. Las “mariposas en el estómago” que
sentían y las golondrinas que se tatuaron eran prueba de su amor, al
igual que compartir vivienda en la villa pontecesureña, donde hicieron
planes de futuro juntos.
A él se le brindó una oportunidad profesional casi irrechazable, la de irse a trabajar a India. Su padre fue uno de los que más lo animaron, y esto es algo que ahora no se perdona. Cree que si no lo hubiera hecho, si no hubiera alentado a su hijo a prosperar laboral y económicamente, quizás ahora estaría vivo.
Pero nadie, salvo los terroristas que quitaron la vida a esta joven pareja, tiene la culpa de lo sucedido. Y mucho menos unos padres,
los de él y los de ella, que solo querían lo mejor para esos dos chicos
de los que se sienten orgullosos y de los que todos hablan auténticas
maravillas. Tanto es así que nada de lo que dicen sus vecinos, familiares y amigos suena a tópico o a protocolario. Todo suena a verdad e incluso a admiración por dos chicos que se habían abierto camino por méritos propios.
Así
lo recordaban muchos de los que ayer participaron en las
concentraciones y minutos de silencio celebrados tanto en Rianxo como en
Pontecesures. Incluso la
factoría de Nestlé, donde trabaja la madre de la chica, paró máquinas
para que sus trabajadores pudieran asistir a este emotivo acto de repulsa frente al terrorismo, recuerdo de las víctimas y apoyo a las familias.
Entre la tensión y el inconsolable llanto de los familiares que sacaron fuerzas para asistir a estas citas
eran muchos los que recordaban la historia de amor de estos dos chicos
que decidieron verse en Sri Lanka aprovechando las vacaciones de Semana Santa.
Fueron
muchos los que elogiaron a esa pareja que había decidido superar la
distancia que los separaba desde que él se fue a trabajar a India, pero
que encontraron la muerte cuando desayunaban tranquilamente en el hotel antes de iniciar una ruta turística que, a buen seguro, iba a unirlos más que nunca.
Cuando se pregunta cómo eran, todos responden que “buena gente”, que “se querían” o que “no merecían algo tan terrible”.
“Una gran mujer”
“María
era una chica muy divertida, habladora y trabajadora”, explica Belén,
una pontecesureña que la conoce desde hace tiempo. Guillermo, que
también se presenta como su amigo, y Pepe, uno de sus primos, prefieren
recordarla como “una gran mujer, con muchos planes de futuro y enormes ganas de vivir“.
Guillermo Somoza es el dueño del bar O Portugués, situado justo frente a la casa de los padres
de Alberto Chaves, a quien conocía desde niño. Roto por el dolor, como
todos los vecinos de este pequeño lugar de Rial y la parroquia rianxeira
de Leiro, acertaba a explicar que el joven asesinado en Sri Lanka
“era buena persona; un chaval simpático, educado, agradable y hablador
que siempre que venía a ver a sus padres pasaba por el bar y estaba con
sus amigos”. De hecho la víctima se crió con su hijo. “Siempre se llevaron bien y jugaron juntos desde pequeños”, rememora.
“Berto”
nació en este lugar de Leiro y se fue a vivir a Pontecesures siendo aún
niño -de donde era natural su padre-, mientras construían la vivienda
actual en Rial. “Después volvieron y hace un par de años se fue a vivir
de nuevo a Pontecesures, pero esta vez con su novia María, que
también venía por aquí cuando visitaban a la familia”, relataba el
tabernero antes de confirmar algo que se palpaba en el ambiente y se
apreciaba en la cara de cada vecino: “La gente de la aldea está
destrozada”.
Uno de ellos es José Alcalde Varela, un hombre que apenas podía contener las lágrimas cuando explicaba que “Alberto era vecino de aquí de toda la vida; un chaval muy educado y trabajador al que vi por última vez hace tres o cuatro meses”.
Llegó a explicar que Alberto, quien llegó a trabajar de camarero en Rianxo para ayudar a la familia a costear sus estudios, “fue como un hijo para mí;
un chico fuera de serie que siempre hablaba con la gente y muy bien
educado, al igual que lo son sus padres, que también son buenas
personas”.
Al hablar de ellos, de los progenitores, José Alcalde señalaba que “están totalmente destrozados, encerrados en casa y deseando que les traigan a su hijo cuanto antes; Dios quiera que mañana mismo”.
No
le faltaba razón, porque Manuel Chaves, el padre del chico muerto en
Sri Lanka, apenas podía articular palabra. Recibió a FARO en la puerta
de su casa. Entre lágrimas, con los ojos rojos e hinchados y
sujetando un pañuelo en su mano derecha, se limitó a sugerir que no
quería, o no podía, decir nada.
Frente a la vivienda reside también Jesusa, una septuagenaria que explicaba minutos antes: “No abren la puerta a nadie, salvo a los familiares que vienen a verlos, porque están destrozados”.
También conocía a Alberto Chaves desde niño, como todos sus vecinos, y recuerda que ahora, “siendo ya un hombre, venía a veces al bar con su padre, jugaban la partida y hablaban con todo el mundo; aquí nos conocemos todos, pero ahora está la puerta cerrada a cal y canto porque esto que le pasó a él y a su novia es una desgracia”.