
El Concello aspira a que Mar de Santiago ayude a poner en marcha el plan para recuperar la memoria de una empresa que hace cien años situó a la localidad en la vanguardia artística de Galicia
La Voz de Galicia
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Nueve meses han pasado desde que desapareció misteriosamente en Padrón Cándido Blanco García, que tenía 56 años de edad cuando se le perdió el rastro el 7 de febrero. De 1,60 metros de alto, tiene complexión normal, pelo negro y corto, ojos castaños y cicatrices características en la oreja y el pecho.
Al cumplirse estos nueve meses, la asociación SosDesaparecidos ha recordado que la búsqueda sigue activa desde que la familia, tras detectar su ausencia aquel 7 de febrero por la mañana, presentó una denuncia ante la Guardia Civil de Padrón. La Policía Judicial del instituto armado en la provincia de A Coruña se encarga desde entonces de la investigación, que de momento no ha aportado datos relevantes.
En los días siguientes a la desaparición, la familia organizó batidas por zonas de Padrón, la comarca de Sar y el municipio vecino de Valga, pero no se halló ningún indicio sobre el paradero de Cándido Blanco. Nada se sabe de él ni de lo que pudo ocurrirle.
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¿No tiene aún planes para este fin de semana? Pues atienda, porque Pontecesures lanza una oferta que tal vez le interese. Desde el viernes por la tarde-noche y hasta el domingo al mediodía, se celebrará en esta localidad a orillas del Ulla la que será la tercera edición de la Ruta de tapas da matanza. Esta propuesta culinaria nació hace años con la intención de imprimir vida a los negocios de la localidad cuando cae el otoño, pero luego desapareció del calendario… Hasta ahora.
Un total de nueve establecimientos de este municipio (A Redonda, O Choco, Casa Chaves, Bar Mambís, Carabela, Telebar, Reencontro, Sol y Mar y Pizzería Bambino) se han sumado a la iniciativa. Y lo han hecho con entusiasmo. De ello da buena cuenta la originalidad de las propuestas que brindarán a sus clientes. En Casa Chaves, por ejemplo, prometen una «matanza de Texas» que «soa máis grave do que é», bromea la responsable del establecimiento: un taco relleno con productos del cerdo. En el Reencontro han apostado por una tosta de chicharrones con salsa de nata y puré de patata. El Carabela optó por un «cosido de matansa», mientras que en el Tele Bar optan por servir un solomillo en salsa con patatas y pan de maíz.
Las tapas, ya lo ven, prometen, y se podrán saborear por un precio de tres euros. «A verdade é que este ano todo o mundo se molestou por facer algo diferente e orixinal, polo que esperamos que a ruta funcione ben», explicaban ayer varios de los locales consultados. Y es que la intención, tanto de los hosteleros como del Concello, es dar a quienes viven en Pontecesures, pero también a quienes habitan en las localidades del entorno, un motivo más para visitar esta villa y disfrutar tanto de su oferta gastronómica como de su comercio.
Por si las tapas no fuesen suficiente reclamo, el evento va acompañado por un sorteo: se pone en juego una cesta de productos vinculados al cerdo, así como cheques-regalo donados polos propios establecimientos participantes y que deberán gastarse en el comercio local. «Para iso, só deberán visitar polo menos 3 dos locais participantes e selar os pasaportes, que poden conseguir nos propios establecementos».
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El presidente de la Diputación de Pontevedra, Luis López (PP), realizó ayer una visita institucional al Concello de Pontecesures. Se reunió con la alcaldesa, Maite Tocino (BNG), quien aprovechó la ocasión para trasladarle todas las necesidades que tiene la localidad y en las que el organismo provincial está llamado a echar una mano. La construcción del centro social, la ampliación del pabellón y el saneamiento son algunos de los asuntos que Tocino puso sobre la mesa. En todos los casos, son proyectos de una envergadura, recordó la alcaldesa, que supera con creces la capacidad de inversión municipal. López se refirió a esta cuestión: «En concellos coma este sabemos que o papel que xoga a Deputación clave… Para construír Pontecesures, pero tamén para construír unha provincia que vaia a máis».
En todo caso, la visita cursada por Luis López al municipio del Baixo Ulla había sido programada para firmar un convenio de colaboración entre la Diputación y el ayuntamiento encaminado a la reforma del entorno de la estación de trenes de la localidad. Se trata, dice Tocino, de un proyecto heredado que se enmarca en la Escola Ágora del organismo provincial, por lo que se centra en la «humanización e mellora da accesibilidade neste entorno urbano». Según el acuerdo rubricado, la ejecución de esa obra supondrá una inversión de 466.200 euros. De ellos, el organismo provincial aportará el 75 % (347.741 euros) y el resto correrá por cuenta del Concello, que afrontará el gasto de esos 118.527 euros gracias al Plan Concellos del año que viene.
Según explican desde la Diputación, la obra afectará a las calles Estación, Rosalía de Castro y Castelao, donde se actuará para «mellorar a súa calidade urbana». ¿Cómo se hará? Las calles serán dotadas de una plataforma única con prioridad para los peatones, ampliación de aceras y la creación de plazas públicas con mobiliario urbano. El proyecto prevé también crear zonas verdes, así como la reestructuración de las zonas de aparcamiento y la aplicación de medidas para el calmado del tráfico. Según establece el convenio, las obras deberán estar rematadas antes del 30 de abril de 2025.
Luis López manifestó su satisfacción por la firma del convenio y por la puesta en marcha de un proyecto que «recolle o espírito municipalista» del nuevo gobierno de la Diputación Provincial. Un espíritu que la alcaldesa desea ver plasmado en colaboraciones que permitan cubrir las necesidades más urgentes de la localidad.
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El Concello de Padrón ha convocado la cuarta edición del concurso Nadal na rúa, con el que busca que los vecinos decoren balcones, ventanas, escaparates, fachadas y jardines, tanto del casco histórico como de las zonas próximas. El gobierno municipal pretende ensalzar la belleza del patrimonio arquitectónico de la villa y para ello busca la participación de empresas, asociaciones y centros educativos.
En el certamen se repartirán 800 euros en premios. El período de inscripción, que será gratuita, está abierto hasta el 1 de diciembre en la oficina de turismo, aunque también se podrán anotar a través del correo electrónico turismo@padron.gal. Se solicitará a las personas participantes que envíen dos fotografías, una de día y otra de noche, al mismo correo electrónico citado, con fecha mxima del 12 de diciembre.
Las decoraciones deberán estar visibles en la vía pública desde el 11 de diciembre hasta el 6 de enero y en ningún caso podrán interrumpir la actividad cotidiana de la ciudadanía ni causar peligro a personas, vehículos o bienes. El valor de los premios será de 250, 150 y 100 euros, junto con un diploma para las empresas ganadoras. En el caso de la categoría de asociaciones sin ánimo de lucro, colectivos, entidades culturales o centros educativos, se contempla un primer premio de 200 euros y otro de 100. La totalidad de los premios deberá ser gastado en el comercio y la hostelería de Padrón hasta el 30 de enero del 2024. El jurado valorará especialmente la creatividad y originalidad.
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Recostada junto al Ulla, Pontecesures es tierra de lamprea… Y de churros. El dulce se ha convertido en insignia de esta localidad gracias a Ángel Doce, un marino que, en los años treinta del siglo pasado, decidió un día quedarse en tierra y ganarse la vida haciendo y vendiendo churros. De su tiempo en el mar le quedó un apodo, Capitán Pirata, un nombre por el que lo siguen recordando aún algunos de sus viejos clientes. Nos lo cuenta Lauro Jamardo, uno de ellos, que regenta junto a su mujer, Sandra, una churrería que lleva el nombre de ella. «Moitas veces, sobre todo cando vamos a zonas do interior, aínda hai vellos que recordan ao meu avó». Lo reconocen en las fotos en blanco y negro que decoran la moderna churrería móvil de Lauro, que se ha convertido en una suerte de homenaje sobre ruedas a la tradición de su familia.
Y es que Ángel Doce, el hombre que se subía a la bicicleta para repartir sus churros, o que se colgaba una bandeja al cuello para poder llegar hasta el último cliente, fue el primero de una auténtica saga de churreros y churreras que hacen honor al buen nombre heredado, tanto en Pontecesures como en cualquier lugar del territorio gallego. «Ademáis, houbo moita xente que traballou coa familia, aprendeu, e logo acabou montándose pola súa conta», cuenta Lauro.
Él tuvo una vida paralela a la de su abuelo: pasó algunos años embarcado, pero cuando nació su primer hijo decidió que eso de cruzar los océanos se había acabado. Su camino en tierra lo tenía claro: había crecido rodeado por el mundo de los churros y las ferias, conocía todos los secretos del oficio y lo más importante, le gustaba. Así que, junto a su mujer, puso en marcha la Churrería Sandra, que desde hace unos treinta años recorre ferias, está presente en eventos de todo tipo y no duda en poner sabor a todas esas celebraciones familiares que aspiran a crear recuerdos. Y es que algo tiene el sabor del churro que logra devolver a quien lo toma a su infancia. «Dínolo moita xente cando proba os churros con chocolate; porque o chocolate tamén o facemos coma se facía antes, ao baño María. Para nós, que nos digan iso é un orgullo moi grande», dice Lauro.
Hay quien afirma que la dificultad de un plato es directamente proporcional a la simpleza de la receta. Y debe de ser cierto. Porque aunque en la Churrería Sandra consideren que elaborar este producto «é a cousa máis sinxela que hai», lo cierto es que es preciso que tener mucha mano para conseguir un buen producto final: crujiente y esponjoso y dulce, con ese toque de azúcar que lo envuelve. La lista de ingredientes para conseguir esa maravilla es corta: agua hirviendo, harina y sal. «Que pasa? Que para que saia ben hai que usar un bo produto», explica Lauro. Considera fundamental utilizar un agua de gran calidad, porque «o churro, coma o pan, collen moito o sabor da auga». Además de escoger bien el líquido, es necesario acertar con el tiempo de amasado. «É moi importante. Non podes nin pasarte, nin quedar corto», explica Lauro. Con la masa lista, llega otro momento crucial: la fritura. Debe realizarse esta con aceite de girasol, «o de oliva non vale para o tipo de churros que se fan aquí». En la Churrería Sandra utilizan «un bo aceite de xirasol alto oleico», que debe estar a la temperatura justa antes de comenzar a freír. «Sandra e máis eu levamos tanto tempo nesto que xa non precisamos nin medila», señala.
En esta churrería, cada cucurucho de dulces se sirve con una sonrisa. Tienen una gran variedad de productos a disposición de sus clientes: churros de chocolate, rellenos de crema pastelera, crocantis, churros de chocolate blanco… En ocasiones sacan partido a la ductilidad de la masa y en San Valentín, por ejemplo, hacen dulces con forma de corazón. Hablando de parejas perfectas: no hay nada que acompañe a los churros mejor que el chocolate a la taza, y en la churrería Sandra lo saben. Por eso elaboran esa bebida caliente y suculenta con esmero, a la vieja usanza, huyendo de fórmulas que acortan tiempos y roban magia. «Hai chocolatadas que nos leva tres horas preparar», dicen desde detrás del mostrador, donde consideran que ese es un tiempo bien invertido. Bombones, rosquillas y otros dulces tradicionales completan la oferta de este negocio. Pero no se dejen engañar, porque además de guardianes de los sabores de nuestra infancia, Lauro y Sandra son también dos personas sin miedo a innovar, a experimentar, a abrir nuevos caminos. Lo hicieron hace unos años, cuando intentaron introducir la porra en su lista de productos a la venta. No funcionó: ese producto, hermano mayor de los churros, no tiene demasiado predicamento en Galicia. Lo que sí ha tenido éxito entre el público han sido los «bocachurros», unos bocaditos rellenos que elaboran por encargo.
Con esa cartera de productos, no es de extrañar que a la Churrería Sandra la llamen hasta de Valencia, para dar sabor a las Fallas. «Non podemos ir, co difícil que está atopar xente para traballar… Non podemos atender a todo», dice Lauro.
El bocachurro fue un invento de Sandra. Se trata de «un bocado de churro salado hecho con masa de churro y relleno de crema de diferentes sabores, de mermelada de pimientos de Padrón, de pimientos del piquillo…». También los hay con rellenos dulces, desde la típica crema pastelera, al dulce de leche, al chocolate… Se elaboran por encargo para fiestas y celebraciones.
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