Joaquín Diéguez, bajo el noque en el que se elaboran las velas.
Cerería Diéguez recoge una tradición de más de un siglo. Hoy explora nuevos formatos, más allá de los clásicos cirios
Joaquín representa a la cuarta generación de una saga familiar que se dedica a fabricar velas desde hace más de un siglo. Lo hace en la misma fábrica que abrió su bisabuelo, José Diéguez Sueiro, en Pontecesures, y usando las mismas herramientas de entonces. En los tiempos de la producción en serie y de las importaciones masivas, en el número 24 de la calle Víctor García se siguen haciendo los cirios a la antigua usanza, con el noque y las planchas originales, y dando tiempo al tiempo.
La fábrica pasa casi desapercibida y es que Joaquín huye del márketing. El suyo es un trabajo de «artesano», con una producción limitada y especializada, explica. Además de las velas de toda la vida, las que se usan sobre todo en los actos litúrgicos, Joaquín ha diversificado la producción y le ha echado imaginación para explorar nuevos campos, como son elementos para decoración, esoterismo y hasta artículos eróticos. Estos los hace siempre por encarga y en ellos emplea al máximo su capacidad creativa. «Soy un autodidacta que busca cosas nuevas».
Exvotos de todo tipo
El trabajo en cera se hace casi siempre sobre molde, moldes que cincela él mismo en yeso, madera o metal y que permiten recrear las formas que persigue el autor. Las estanterías de la fábrica están llenas de ellos, apilados desde hace décadas y entre los que hay piezas muy meritorias. Abundan cabezas, piernas, brazos y demás exvotos que después llevan los fieles a las misas y las procesiones en busca de la curación o en agradecimiento por los favores recibidos por el santo o santa de turno.
La fabricación de velas tiene una larga trayectoria en Galicia ligada a la tradición religiosa. Este nicho de negocio va a menos, según explica Joaquín, pero, con todo, esta comunidad sigue siendo la de mayor consumo de toda España, junto a Andalucía.
Hay otras fábricas de velas en las provincias de Pontevedra y A Coruña pero la de Diéguez es la que acumula más tradición y más prestigio, según sostienen sus propietarios.
El pionero, José Diéguez, decidió ya en el siglo XIX sumergirse en esta empresa. Entonces todavía no había llegado la electricidad a Pontecesures y hacían falta muchas bujías de velas para conseguir alumbrar y alumbrarse. Así empezó a fabricar velas y jabones. «Era un hombre muy emprendedor», subraya su bisnieto, al igual que lo fue su abuelo, Ramón Diéguez Carlés, que fue socio fundador de Fenosa, así como su padre, Joaquín Diéguez (ya fallecido) que supo mantener este legado en pie.
Joaquín ha recogido esta herencia y, por lo que vislumbra, podría tener garantizada su continuidad. Sus hijas Paula y Sara, de 4 y 10 años, apuntan maneras y se sienten muy cómodas en esta particular universo de cera. «Les gusta mucho trabajar conmigo», explica su progenitor orgulloso.
El museo que no cuajó
En los tiempos en que las velas llegan a miles por mar en contenedores, procedentes de China y Europa del Este, que todavía se sigan elaborando cirios con cera de abeja, pulidas a mano y usando herramientas centenarias resulta, cuando menos, curioso. Tanto que Joaquín llegó a plantearse tiempo atrás convertir la factoría en un museo.
La idea no cuajó y la fábrica sigue con sus funciones originales, habitada por Joaquín y uno o dos empleados dependiendo de la carga de trabajo. Siendo niño eran media docena en plantilla y en los comienzos, eran muchos más. Buena parte de la producción se puede ver y comprar en la tienda que la cerería posee en la calle San Román de Pontevedra. Un clásico del comercio local pues el establecimiento lleva alrededor de un siglo sirviendo velas y cirios a la capital y alrededores.
«Esto tiene mucho de artesanía. Soy un autodidacta que busca cosas nuevas».
LA VOZ DE GALICIA, 01/04/11