La feria caballar de Padrón reunió a numerosos ejemplares y visitantes, aunque la crisis se dejó sentir en las ventas
La Pascua de Padrón celebró ayer el día más intenso de la fiesta, en el que el mundo del caballo tuvo un protagonismo especial. La jornada arrancó bien temprano con la feria equina, que este año contaba con seiscientos puntos de amarre para los caballos y una distribución de espacios para que los tratantes pudiesen exhibir sin problemas a sus animales y así favorecer la venta.
Pese a estos preliminares, los vendedores se quejaron de problemas para acceder al recinto debido a su escasa señalización y a los inconvenientes provocados por el gran número de personas que invadieron la zona para únicamente contemplar la estampa de los animales, nerviosos ante tanta expectación. De hecho, un hombre tuvo que ser atendido por la coz de un animal.
Superado el agobio de visitas, y cuando el espectáculo de doma estaba en pleno apogeo, quienes se acercaron hasta Padrón para comprar un caballo se afanaron en el arte del regateo con los tratantes, que, además de lamentar que «a xente ven máis a mirar que a mercar», presumían de ejemplares árabes, caballos cruzados, ponis y también burros. En cuanto a los precios, ninguno de los caballos bajaba de los mil euros.
La masiva afluencia de visitantes convirtió las calles padronesas en una inmensa procesión con un recorrido casi común, que arrancaba en la feria equina, pasaba por las zonas del mercadillo y concluía en el entorno de la plaza de abastos. Para la tarde quedaron actividades como la corrida de toros, no apta para todos los gustos, y que como años anteriores provocó quejas de los colectivos antitaurinos.
Terminada la jornada equina, el programa de hoy se nutre de actos oficiales, como la tradicional recepción a la corporación de Santiago.
LA VOZ DE GALICIA, 13/04/09