La dirección del PSdeG introdujo cambios en la lista propuesta por la provincial de Pontevedra. En concreto, mientras que se mantiene Gonzalo Caballero como número uno y la edil de Vigo María Isaura Abelairas como número dos; pasa a ocupar el tercer puesto la pontevedresa Paloma Castro. La entrada de Castro, integrante de la dirección del PSdeG, supone la desaparición de la que fuera diputada autonómica en la última legislatura María Pierres.
La periodista Noelia Otero ocupa el puesto nº 6 que ocupaba Chenlo en la lista propuesta por la dirección provincial y este pasa al nº 7.
El candidato a la presidencia de la Xunta de Galicia, Gonzalo Caballero,
encabezará la candidatura del PSdeG-PSOE por la provincia de Pontevedra
para las próximas elecciones autonómicas, del 5 de abril. Así figura en
la propuesta que el Comité Executivo Provincial acordó comunicar a la
Comisión Nacional de Listas para su dictamen antes de ser aprobada, este
jueves, por el Comité Nacional. Las listas finales de las cuatro
provincias gallegas tendrán el referéndum final por el Comité Federal
del próximo viernes.
Después de Gonzalo Caballero integran los diez primeros puestos las siguientes personas: 2, María Isaura Abelairas Rodríguez (Vigo); 3, Julio Torrado Quintela (Vilagarcía); 4, María Luisa Pierres López (Pontevedra); 5, Leticia Gallego Sanromán (Vigo); 6, Daniel Chenlo Padín (Pontecesures); 7, Olga Rodríguez Puga (Redondela); 8, Paula Fernández Pena (Silleda); 9, José Antonio Dono López (A Estrada) y 10, Francisco de Asís Candeira Mosquera (Ponteareas).
La pontevedresa María Pierres fue la candidata más votada, no solo en la agrupación local sino también en la provincia, obteniendo un total de 833 apoyos. También fue la candidata más respaldada en las agrupaciones locales de la provincia.
El secretario xeral provincial, David Regades Fernández,
subrayó que la propuesta de la Executiva Provincial se elaboró, por
unanimidad, después de un análisis de las votaciones realizadas los
últimos días en las agrupaciones locales, a la que se añadieron
criterios de representación social y territorial. “El resultado es una
propuesta que, partiendo del respeto a la voluntad expresada por la
militancia, está también pegada al territorio y a la sociedad que
queremos representar en el Parlamento gallego”. Criterios que se
complementaron con la valoración de los resultados electorales del
Partido Socialista en los distintos municipios y comarcas de la
provincia en los últimos procesos electorales y siempre de acuerdo con
el Reglamento Federal de Desarrollo de los Estatutos.
David Regades remarcó, durante su intervención ante la Ejecutiva, que la provincia de Pontevedra “es el músculo electoral del PSdeG-PSOE,
por lo que hay que esforzarse al máximo durante la campaña electoral
para llevar a Gonzalo Caballero hasta la Presidencia de la Xunta de
Galicia”.
El secretario xeral anunció que será una campaña muy propositiva, en la que los socialistas pontevedreses se esforzarán por trasladar a la sociedad que “Galicia se merece otra manera de gobernar, en sintonía con los problemas reales de la gente y los retos pendientes para impulsar el desarrollo socioeconómico de nuestra tierra”.
Es una mujer de 59 años que residía en Valencia y se alojaba en un hotel de Padrón del que salió apenas una hora antes de ser encontrada muerta -No presentaba signos de violencia.
Los pescadores de lamprea que faenan en aguas de Pontecesures
recuperaron ayer el cadáver de una mujer de esta localidad, aunque
afincada en tierras valencianas. El avistamiento y recuperación del
cuerpo cuando flotaba en el Ulla resultó providencial, ya que en caso
contrario las corrientes podrían haberlo arrastrado a la ría y
esconderlo para siempre.
Se trata de María
Rosa Ríos Doce, una mujer nacida en abril de 1960 en la localidad
pontecesureña que tiene familia en la misma, aunque reside en Valencia y
se alojaba desde hace una semana en un hotel del municipio vecino de
Padrón.
El
cadáver fue localizado al filo de las diez de la mañana -una hora
después de que saliera del establecimiento hotelero con absoluta
normalidad-, efectuándose el levantamiento del mismo al filo de las
11.30 horas para proceder a su traslado al Hospital Clínico
Universitario de Santiago.
Carecía
de cualquier tipo de documento identificativo y tampoco existían
denuncias previas por desaparición, lo cual retrasó su identificación
durante unas horas.
Finalmente
la Guardia Civil, que había tomado muestras de sus huellas dactilares
para tratar de identificarla, pudo confirmar por ese método que se
trataba de María Rosa Ríos Doce.
Al
mismo tiempo, los agentes constataban in situ que el cuerpo no
presentaba signos externos y/o aparentes de violencia, por lo que será
la autopsia la que determine la causa exacta de la muerte, aunque inicialmente se baraja la posibilidad de que se debiera a causas naturales o bien a un suicidio.
Algunas
fuentes sostienen que la víctima padecía problemas psiquiátricos, y
estos podrían haberla llevado a arrojarse al cauce fluvial. Un familiar
de la víctima llegó a precisar que atravesaba diversos problemas de
índole personal y que estaba anímicamente mal.
También
parece probado que la muerte pudo haberse producido apenas unos minutos
antes de la localización del cuerpo, ya que no presentaba rigidez
alguna. Tanto es así que en un primer momento incluso se le practicaron
maniobras de reanimación, aunque sin éxito.
Cabe incluso la posibilidad de que en el momento de ser encontrada flotando en el gua la mujer estuviera aún con vida.
Lo
único cierto es su cuerpo estaba siendo arrastrado río abajo cuando fue
visto por los integrantes del colectivo de valeiros que se encontraban
en el lugar pescando lamprea.
Al
verlo, los tripulantes de la lancha “Eu”, patroneada por Ramón Barreiro
-que no es la primera vez que rescata un cadáver- optaron por recogerlo
y acercarlo al lugar de Aduana, en la orilla perteneciente al municipio
coruñés de Padrón, a escasos metros del acceso principal a la factoría
de Finsa y del puente romano que une las provincias de A Coruña y Pontevedra.
Su llamada al 112 hizo que hasta el lugar se desplazaran efectivos de la Guardia Civil, Policía Local y Servicio de Emergencias de Padrón, además del coche fúnebre en el que fueron trasladados los restos.
A mostra sobre o seu legado no pazo compostelán, no que o artista soñou con poder expoñer o seu traballo, podería ser o xerme dun Museo da Vangarda Histórica.
Moi preto do que foi o seu estudo durante a maior parte da súa vida,
na compostelá rúa do Vilar; asentado na praza do Toural pola que tantas
veces camiñou, o pazo de Bendaña acolle durante todo este ano a
exposición Carlos Maside. Patrimonio de Galicia, na que se poden ver as obras do legado do artista adquiridas polo Consorcio de Santiago e a Deputación Provincial da Coruña.
Unha
mostra que resulta moi especial, xa que el sempre imaxinou que a súa
obra puidera permanecer na capital galega e ser exposta ao público no
pazo de Bendaña, nun lugar tan familiar e admirado polo artista, e parte
integrante dunha Compostela que el definía como “unha cuestión de
espazo”, e da que pintou rúas e prazas en non poucas ocasións.
Por tanto, desta forma e grazas á iniciativa da Fundación Eugenio
Granell, faise así realidade, case 62 anos despois do seu falecemento,
un desexo expresado en numerosas ocasións ao seu sobriño Julio Maside,
co que paseaba cada día polo entorno da cidade.
Aberta ata o 31 de decembro na primeira sala do museo, a Philip West,
pódese percorrer de martes a venres, en horario de mañá e de tarde, e
todos os sábados pola mañá, ata o próximo 31 de decembro, agás os
festivos.
Nela, os visitantes terán ocasión de observar obras de referencia da súa traxectoria artística como os óleos Mercado (1950), Paisaxe de Compostela (1931), Tenda (1933), Cacharreira (1942) ou Lavandeiras (1953).
Xunto a eles, o seu autorretrato de 1937, un pastel sobre papel, e gouaches como Dúas paisaxes e Xardas, así como lapis e pasteis da primeira metade dos anos corenta como A nena do libro, Dúas nenas, Nena coa man no peito ou Arrolando a moneca.
Un conxunto de pezas enmarcadas no período que vai desde o cadro de 1930 Muller sentada
-aínda que este por agora está exposto temporalmente en Vigo e se
espera incorporar máis tarde á mostra compostelá- ata o do ano 1953 Lavandeiras.
Completan a exposición na Granell diversa documentación e libros da
biblioteca da entidade museística relacionados con Carlos Maside. Un
artista ao que Eugenio Granell refírese no seu libro Memorias de Compostela. Visión orlada por estrellas, islas, árboles y antorchas,
no que conta como o seu irmá Mario foi animado por Maside, “o pintor
máis colorista na súa arte entre os que había en Santiago”, a realizar
una exposición na rúa do Vilar en 1928.
De feito, a mostra sobre o legado do de Pontecesures enmárcase nas
actividades que a fundación leva anos realizando, como maratóns de
lectura sobre escritores dos inicios do século XX e a época da
República, aos que Granell coñecía e admiraba, entre os que tamén
estaban Antón Avilés de Taramancos, Manuel Lugrís, Valle-Inclán, Manuel
Antonio, Antonio Fraguas e Carballo Calero.
Unha mostra que, tendo en conta que amosa o legado adquirido pola
Deputación da Coruña, podería servir para impulsar a creación dun Museo
da Vangarda Histórica que incluíra obras dos seus compañeiros Arturo
Souto e Manuel Colmeiro.
Ademais dun gran reclamo turístico, suporía poñer a pintura galega
contemporánea ao nivel que lle corresponde, partindo do traballo do
impulsor da chamada Arte Nova, o novo realismo que Maside promove desde
Galicia.
Gran referente da arte renovadora durante a primeira metade do s. XX
Gran referente da arte renovadora, Carlos Maside foi debuxante de viñetas en diferentes xornais e ilustrador de libros.
Becado pola Deputación de Pontevedra, viaxa a Madrid e París, onde entra en contacto coas vangardas históricas.
Evoluciona desde unha obra delicada hacia perfís duros e angulosos,
apartándose da influencia de Castelao, o seu mestre e mentor, para
aproximarse aos grabados xilográficos dos expresionistas alemáns.
O carácter ornamental da estampa xaponesa inflúe na súa creatividade,
ao igual que a estética do modernismo, e o cromatismo protagoniza a súa
obra.
Vai imprimindo unha profunda volumetría, nun argumento novedoso para a
época, amosando unha concepción pictórica que se rebela contra o
academicismo.
A súa obra empeza xa a ser considerada polos especialistas pedra angular da xeneración dos pintores renovadores galegos.
A Guerra Civil e a ditadura levan a moitos dos seus compañeiros ao
exilio, aínda que con algúns deles manterá unha estreita relación
epistolar, como é o caso de con Luís Seoane.
Será esta unha época moi dura para Maside, ao que lle quitan a
cátedra como profesor e lle impiden expoñer a súa obra, pero o artista
decide permanecer en Galicia, alegando que prefire morrer na súa terra,
admirando a súa paisaxe e preto da súa nai, antes que ter que vivir no
estranxeiro, aínda que fora moito mellor do que o estaba a facer.
Unha terra desde a que proclama o novo realismo, plasmando imaxes que “unidas unhas con outras compoñen o gran mural da vida moderna, da historia presente; imaxes que compoñen a súa utopía de Galicia”, en palabras da súa biógrafa María Esther Rodríguez Losada.
Perdieron población 251 ayuntamientos gallegos en 2018.
La población de Galicia a primero de enero del pasado año ascendió a
2.699.499 habitantes. De ellos, 100.868 son de nacionalidad extranjera.
De los 313 municipios que conforman su geografía, 251 cerraron el pasado
2018 con saldo demográfico negativo, solo 53 ganaron población y nueve
sumaron los mismos vecinos que en el ejercicio anterior.
De acuerdo con los datos a 1 de enero de 2019 del padrón
municipal que publicó ayer el Instituto Galego de Estatística (IGE), A
Coruña y Pontevedra concentran la mayor parte de los municipios que
registraron crecimiento de habitantes con 20 y 19, respectivamente. Por
contra, en Ourense solo hubo siete ayuntamientos (Allariz, Amoeiro,
Baltar, A Merca, Pereiro de Aguiar, Piñor, Quintela de Leirado y San
Cibrao das Viñas) con aumento de población, igual número que en Lugo
(Castro de Rei, Folgoso do Courel, Lugo, Pantón, Riotorto, Sober y
Burela).
LUGO Y OURENSE EN ROJO. En función de los datos del IGE,
un total de 83 ayuntamientos ourensanos y 57 lucenses vieron cómo caía
su población en 2018, lo que supone el 90% y el 85% de los municipios de
Ourense y Lugo, respectivamente. Además, dos ayuntamiento mantuvieron
los mismos habitantes en Ourense, circunstancia que también se dio en
otros cuatro municipios de la demarcación luguesa.
En la provincia de A Coruña, hubo crecimiento de vecinos en los
municipios de Ames, Ares, Arteixo, Borio, Boqueixón, Cambre, Carballo,
Carral, Cee, A Coruña, Frades, Irixoa, Miño, Oleiros, Ordes, Oroso,
Sada, Santiago, Teo y Vilarmaior.
Además, Campo Lameiro, Cangas, Gondomar, A Lama, Meis,
Mondariz-Balneario, Oia, Pazos de Borbén, Pontevedra, Portas,
Ponteareas, Ponte Caldelas, Pontecesures, Redondela, Salceda de Caselas,
Salvaterra de Miño, Sanxenxo, Tomiño y Vigo fueron los ayuntamientos de
la provincia pontevedresa que tuvieron un saldo positivo en 2018.
CIUDADES. En cuanto a las siete ciudades gallegas, solo
Ourense y Ferrol experimentaron bajadas en su padrón municipal a 1 de
enero de 2019. Así, la ciudad naval perdió 734 personas mientras que en
la capital ourensana el descenso fue de 272.
Por contra, Vigo con un aumento de 1.722 vecinos, A Coruña con 861 y Santiago con 855 registraron los mejores datos entre la Galicia urbana, en la que Lugo (251) y Pontevedra (227) también experimentaron crecimientos. En los siete ayuntamientos más poblados, que se corresponden con los de las grandes urbes, cuya población global es de 991.938 habitantes, se concentra un tercio del total de la demografía gallega, según las cifras publicadas por el citado instituto estadístico.
‘Mala Cosecha’, de Natalia Monje, dedica un apartado a este mito tras hablar con gente mayor del municipio // El ensayo reúne varios sucesos oscuros investigados en toda España // Muchos son gallegos, situados en Viveiro o Vigo.
La periodista e historiadora coruñesa Natalia Monje ha aglutinado en su libro Mala Cosecha
(Editorial Odeón) numerosos sucesos oscuros investigados durante años a
lo largo de toda España, de los que muchos de los más aterradores
llevan sello gallego. Una parte de su ensayo está redactado a partir de
conversaciones con gente mayor del Concello de Valga, en concreto sobre
el mal de ojo. “Ese poder que poseía un individuo normal para provocar
desgracias en otro ser sólo con mirarlo, una creencia popular que sigue
muy vigente”, explica la autora. “Una de las cosas que me sorprendió es
que la gente dice que muchas personas echan mal de ojo sin querer
simplemente porque tienen una mirada fuerte que puede hacer el mal y por
eso llevan unas gafas de sol siempre”, apuntó Monje. De ahí proviene la
historia del señor que siempre iba al mercado con las gafas de sol y
cuando se las levantó el buey que tenía delante se cayó desplomado y
muerto. “Esto en los pueblos de Galicia te lo cuenta todo el mundo”,
asegura la periodista.
Su ensayo dedica largas páginas a los bebedores de sangre, un campo
en el que se mezclan la realidad y las creencias, pues estos actos
salvajes derivan de los consejos arrojados por algunos curanderos del
siglo XIX que creían que bebiendo sangre humana, sobre todo de niño,
podría curarse la tuberculosis, explica Natalia Monje. “Era una época de
muchas hambrunas, en la que los médicos recomendaban a la gente con
anemias ir a los mataderos para que les dieran vasos de sangre y
reponerse así de esta dolencia, una cura que se aplicó equivocadamente a
la infección mortal para la que no había tratamiento”. Un ejemplo real,
documentado y juzgado, fue el ocurrido en Agolada (Pontevedra), en el
que se demostró que el asesinato había sido realizado por un móvil
vampírico.
El pueblo comenzó a buscar a un niño de 19 meses que había
desaparecido. “En aquella época los niños, incluso tan pequeños, jugaban
solos delante de las casas”, narra la escritora. Entonces, “lo
encontraron enterrado en estiércol en la casa de sus vecinos. Estos lo
habían secuestrado, lo habían asesinado y, como ellos mismos confesaron,
le habían sacado la sangre para que la bebiera uno de los miembros de
la familia, un joven de quince años que tenia tuberculosis”.
A raíz de escándalos como este, se creó una verdadera “histeria
social”, en la que la gente, con el “ánimo muy avivado”, comenzó a
rumorear sobre la existencia de vampiros. Muestra de ello fue un caso
acaecido en Vigo también en el siglo XIX, en el que un hombre invitó a
una niña a tomar un helado y de pronto la muchedumbre lo rodeó al grito
de “¡Es el vampiro!”. Tras la acusación popular y un intento de
agresión, la guardia lo rescató y corroboró que el sospechoso no había
cometido ningún crimen, detalla la autora.
También describe en su libro una denuncia interpuesta por unos boticarios de Viveiro en el siglo XIX a raíz del rumor que decía que ellos mataban a personas para sacarles la grasa y hacer medicamentos. Nunca se evidenció tal cosa.