Un conflicto de titularidad entre administraciones lleva años condenando al abandono el muelle de A Ponte, en Padrón. Estado y Portos se tiran la pelota. Al otro lado del Ulla, en Pontecesures, el puerto fluvial goza de todos los privilegios y está pendiente de un proyecto de mejora
Rampas hundidas por el paso del tiempo, maleza, accesos deteriorados, supresión de pantalanes…. ?sta es la imagen que ofrece el muelle de atraque turístico a los pasajeros de catamaranes que a diario remontan el río Ulla de Vilagarcía a Padrón, rememorando el Camino Xacobeo del Mar. El tiempo ha borrado de un plumazo todo el esplendor del que antaño gozaba este puerto fluvial, uno de los más importantes de Galicia. Sucesivas corporaciones locales han clamado y claman por mejorar su imagen, no sólo por el aspecto que ofrece cada día a turistas y peregrinos, sino también por una cuestión de justicia histórica … y de estética.
Los vecinos del lado padronés del Ulla miran con cierta envidia a sus paisanos de enfrente, los de Pontecesures. La zona portuaria cesureña goza de todos los privilegios estéticos y está pendiente de un proyecto de mejora. Sus pantalanes y accesos están en buenas condiciones, y la zona, está cuidada. El Ulla, amén de dividir provincias (A Coruña y Pontevedra), también divide competencias. La parte portuaria padronesa depende de Demarcación de Costas del Estado y la de Pontecesures, de Portos de Galicia. El coruñés carece de actividad pesquera, pero es puerto de atraque turístico. El pontevedrés mantiene la pesca. Puede que ahí radiquen las diferencias de trato, pero no justifican el abandono al que está condenado el muelle padronés desde hace años.
Durante la etapa del gobierno bipartito, éste reiteró en varias ocasiones la adecuación y adecentamiento de esta zona portuaria, así como la reposición del viejo pantalán. Hay uno medianamente decente, pero existía otro cerca de Finsa, y éste es el que reclaman (la rampa de acceso aún continúa allí muy visible… y deteriorada). Según algunas formaciones políticas como Cipa se indica que la reposición del pantalán es de competencia autonómica, no así el resto de la franja portuaria. Portos lo niega y reitera que el muelle padronés es de competencia del Estado; éste a su vez rebota la pelota en la Xunta.
El gobierno local ha vuelto a interesarse por el tema. Hace unos meses, el alcalde Antonio Fernández, mantenía una reunión con el expresidente de Portos, José Manuel Álvarez-Campana, quien le trasladaba lo mismo: Padrón depende de Madrid. La solución, pasa porque la Xunta solicite una transferencia de competencias para que el muelle revierta en la comunidad autónoma y ésta lo auxilie. Y en esta línea se lo planteará Fernández al nuevo dirigente de Portos, José Juan Durán.
No cabe duda de que Padrón es una villa cargada de historia, y a la que el paso del tiempo no ha hecho justicia. Dueña de privilegios reales durante siglos, el municipio cayó en desgracia primero con la entrada de la revolución industrial. La estocada se la propiciarían años después gobiernos modernos con pocas miras de futuro. Hoy, el pueblo continúa arrastrando ese lastre, suspirando por glorias pasadas y ocupando el vagón de cola del progreso, frente a otros municipios (entonces en pañales) que lo superan con creces.
Padrón y el río (tanto el Sar como el Ulla) suman un todo indivisible. La villa creció en torno a ellos y vivió (no como hoy) siempre de cara a ellos. Un documento inédito de 1867 atestigua la importancia que tuvo la navegación en la capital del Sar. El puerto de A Ponte o de Cesures (como también se le conocía entonces) había perdido sus privilegios motivados, fundamentalmente, por lo impracticable que se hacía el remonte por el Sar. Comerciantes, navegantes, vecinos y políticos de entonces miraban con recelo la situación que se estaba produciendo en el Ulla, y que recordaba a la que había acabado tres siglos antes con la del Sar.
La Corporación de 1867 acordaba en la sesión del 2 de septiembre de ese año elevar una carta a la reina Isabel II en la que mostraba no sólo su preocupación por la creciente sedimentación del río, sino también por la supresión del «distrito marítimo» del puerto de Padrón, enclavado entonces en A Ponte (Cesures). La carta se ratificaría dos meses después, el 5 de noviembre de 1867.
En el documento enviado a la reina Isabel II, la Corporación pedía la limpieza del río, que de un tiempo a esta parte dificultaba el remonte de los barcos de gran calado, y los obligaba a subir con la pleamar. «Ya el muelle, unido al histórico puente de César, no es accesible a buques que hace poco lo abordaban fácilmente». Los padroneses señalaban que la limpieza supondría poco para las arcas de la Monarquía y reportaría muchos beneficios para el comercio. También exponían su malestar por la supresión de este distrito de navegación, por Real Decreto, en favor del puerto de Vilagarcía, y solicitaban su reposición y la declaración del muelle padronés como de segunda clase. «Si el mayor desarrollo del comercio trajo consigo la caducidad de reales privilegios, no se extinguió con ellos la importancia de este puerto. En dos millones y medios de escudos eran valoradas las mercancías que anualmente entran y salen por cabotaje, según los datos que pueden suministrar su Aduana; y hay todavía que agregar a esa cifra el valor de los géneros destinados a Portugal y a diversos puntos del extrangero». Además cifraban el tránsito de buques anuales en este puerto en torno a unos «mil proximadamente y salen otros tantos en cada año».
El documento, facilitado por el historiador padronés, Eloy Rodríguez, ahonda en otros pasajes del puerto padronés y en las mercancías que arribaban. Con el siglo XX, este muelle entraría en declive, pasando la actividad al otro lado del río.
EL CORREO GALLEGO, 04/09/11