Renfe. Adif y maquinista se echan las culpas del accidente mortal de Valga.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

El maquinista del tren que el 25 de abril de 2007 arrolló un coche en Valga y mató a tres personas, la compañía Renfe y el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) se responsabilizan mutuamente de lo ocurrido aquella jornada.

Básicamente, el conductor de la locomotora lo achaca al deficiente estado de la vía, y especialmente a la maleza que dificultaba tanto su visibilidad como la del conductor del turismo.

Renfe, en su informe particular, dice que el accidente se debió a «una avería intermitente» en el paso a nivel y al «incumplimiento del reglamento por parte del maquinista del tren 2424, que al ver la señal del paso a nivel apagada debió parar».

Como causa subyacente relacionada, dice Renfe que las semibarreras se levantaron antes de que pasara el tren, y que «la señal del paso a nivel, ante la avería existente, debió permanecer en la indicación más restrictiva que indica paso a nivel sin protección».

Así, Renfe asume fallos técnicos, pero incide en el error cometido por el maquinista, contra el que carga las tintas Adif, que en su informe particular concluye que «la causa del accidente viene motivada por la incorrecta actuación del conductor», pues según el administrador ferroviario «tendría que haberse detenido» antes del paso a nivel, como ordena el reglamento.

Esa legislación dice que, ante las señales que debió observar el maquinista, éste debería «ponerse en condiciones de parar, sin rebasar el paso a nivel, hasta que se hubieran adoptado las medidas de seguridad suficientes».

Lo que ocurre es que el maquinista asegura haber visto unas señales diferentes que no le obligarían a detenerse, y ahí viene el cruce de acusaciones.

Todo esto puede deducirse de las diligencias previas a las que ha tenido acceso FARO y que, nueve meses después, se instruyen en el juzgado de Caldas, que tomó declaración al maquinista en calidad de imputado. De su testimonio, así como de los informes emitidos por el Ministerio de Fomento, Adif y Renfe se desprende que aquel día se registraron errores técnicos y humanos y que existían deficiencias mecánicas tanto en la locomotora como en las barreras y señalizaciones.

Prueba de ello es que el propio maquinista, interpelado por el letrado de la defensa, reconoce que en los márgenes de la vía existía una gran cantidad de vegetación antes del accidente «que después limpiaron», y asume que «si la zona estuviera limpia el vehículo habría podido ver el tren, evitándose así el accidente».
También fallaron algunos pedales de frenado automático que después del siniestro fueron sustituidos por otros nuevos. Incluso parece existir un informe que dice que el cambio obedeció a que «las barreras habían fallado en el paso a nivel» de la colisión.

Ahora corresponderá a la justicia determinar si aquellos fallos fueron los causantes de la muerte de los tres vecinos de Valga y concretar el grado de implicación del conductor de la locomotora o las responsabilidades de Renfe y del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif).

El maquinista e imputado es Miguel G.L., nacido en Tarragona hace 56 años, empleado de Renfe desde hace 39 y ferroviario desde 1973. Llegó a Galicia en 1979, y desde entonces hace la línea A Coruña-Vigo, en la cual «siempre se han producido incidentes con los pasos a nivel», si bien no puede precisar si esos fallos se produjeron también en el punto fatídico durante los meses, semanas o días previos al suceso.

No obstante, reconoce en su declaración que «entre los maquinistas sí que se ha comentado que en los pasos a nivel de la zona existían problemas», de tal forma que al pasar un tren «quedaban las barreras cerradas» o, tal y como a raíz de la tragedia argumentaron vecinos y testigos, estaban levantadas al paso de las máquinas. Al parecer, incluso el propio Miguel G.L. dio parte de esas incidencias en alguna ocasión. Pudo haber pasado al puesto de mando (en Ourense) «una o dos incidencias al año», de ahí que no pueda precisar si se ha producido un aumento de problemas en los últimos tiempos.

Tras recalcar que la señal del paso a nivel se encontraba con luz blanca fija, lo que indica que la zona está protegida (no pueden pasar coches ni peatones), el conductor de la locomotora esgrime que en ruta hacia Valga no recibió ninguna advertencia previa sobre fallos en el sistema de seguridad.

Salió de la estación de Catoira «con las señales en vía libre», pasó la señal intermedia, que también indicaba «vía libre», y declaró que «se imagina» que al pisar el tren la señal de aproximación al paso a nivel las barreras deben cerrarse.

Como ningún dispositivo dio la alerta siguió su marcha «normalmente», y desde su posición «en ningún momento» pudo observar «ni las barreras ni los vehículos que pueden estar detenidos en el paso a nivel, porque a la derecha hay árboles que lo impiden y a la izquierda, además del ramaje, lo impide la caseta» de operaciones de Adif. Añade que desde la señal que indica la presencia del paso a nivel hasta ese punto hay poco más de doscientos metros «y el tren se pone allí en dos segundos». Por el mismo motivo (la falta de visibilidad a causa de la vegetación y la caseta), el maquinista asume que los vehículos que cruzan habitualmente ese paso a nivel «tampoco pueden ver que se aproxima el tren», como en su momento denunciaron los vecinos y el Concello de Valga.

En el caso concreto del accidente mortal, el imputado asegura que observó «que se metía el coche» y accionó el freno de urgencia, pero «no tuvo otra salida».

Al salir de la curva y enfilar la recta hacia el paso a nivel no vio pasar a ningún vehículo, «por eso no accionó el freno de urgencia» y la señal del paso -situada antes de la curva- «no podía estar apagada», pues la vio «blanca fija», por eso siguió sin bajar la marcha.

Preguntado sobre la posibilidad de que la señal se apagara después de que el tren la hubiera superado y antes del paso a nivel respondió que no lo sabe.

En su declaración, y a preguntas del Ministerio Fiscal, Miguel G.L. responde que el morro de la locomotora que conducía «es alargado» y que él, desde su posición, tiene «ángulos muertos» por ambos lados, porque va sentado en el centro de la cabina.

Se reafirma en que le dio la impresión de que la barrera del lado izquierdo estaba bajada, aunque «se trata de una visión de una fracción de segundo», por lo que no puede asegurarlo con rotundidad.

FARO DE VIGO, 24/01/08


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