El párroco actual de Pontecesures y el anterior en el homenaje a Ramón Barral.

Publicado por Luis Angel Sabariz Rolán en

Feligreses y vecinos de Santa María de Cruces, Oín y Herbogo le brindaron un cálido reconocimiento a toda una vida de servicio

Don Ramón, sexto por la izq., junto a los 15 sacerdotes que oficiaron la misa con él, y el alcalde de Rois, Ramón Tojo.

Tiene 75 años y la tercera parte de su larga vida la ha dedicado (y continúa haciéndolo) al sacerdocio. Natural de Arzúa, Ramón Barral es ya un hijo de Padrón, y en concreto de A Escravitude, donde reside desde 1983. Cuatro años antes de esa fecha ya oficiaba misas y actos religiosos en el santuario mariano. Se ordenó sacerdote, según él mismo cuenta, un trece de agosto de 1961, en San Martiño Pinario. De eso hace de esto ya 50 años, toda una vida. ¿Su primer destino?. No duda ni un instante en responder. Lo tiene muy vívido: «San Lorenzo de Brandeso y Viñoso, en Arzúa. Aún parece que fue ayer…». Algunos años más tarde vendría Carcacía y luego A Escravitude, donde hoy continúa al frente del santuario mariano, aunque también lleva las parroquias de Oín y Herbogo, ambas en Rois.

A lo largo de todos estos años se ha ganado el cariño y la devoción de sus feligreses, vecinos y convecinos. Prueba de ello fue el acto homenaje que le brindaron por las bodas de oro de su sacerdocio. Alrededor de 350 personas se sumaron a los actos el pasado domingo, día 31. El reconocimiento llega primero con una misa a la que asistieron 15 curas. Iba a estar también el obispo dimisionario de Tui-Vigo, José Diéguez Reboredo, amigo personal de don Ramón, como se le conoce popularmente en Padrón y Rois, pero no pudo ser. Luego llegó la parte lúdica, bajo carpa, en la carballeira adjunta al templo de A Escravitude, con regalos de reconocimiento… Todo un acontecimiento que emocionó al párroco. «Estoy nervioso, pero este es un acto de cariño, es un honor y un agradecimiento al trabajo hecho», dice. Sus obras hablan por sí mismas.

En el santuario de A Escravitude ha puesto toda su alma… y su lucha (véase sino las reivindicaciones en pro de la rehabilitación del órgano de Eleizgaray de 1779, por ejemplo, o las reformas interiores de la iglesia); y se ha granjeado, a lo largo de estas cinco décadas, el cariño y el respeto de sus feligreses, por su cercanía y su carácter afable y servicial.

TIERRAS DE SANTIAGO, 02/08/11


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