Un jurado popular decidirá en marzo el destino del autor del triple crimen de Valga
José Luis Abet, en el momento en que fue conducido al juzgado de Caldas de Reis, al día siguiente de haber perpetrado el triple crimen.
José Luis Abet está acusado de tres delitos de asesinato, tenencia ilícita de armas y haber causado una grave enfermedad psíquica a sus dos hijos, que presenciaron cómo mataba a tiros a su madre, su tía y su abuela
El escalofriante crimen que José Luis Abet perpetró el 16 de septiembre del 2019 a las puertas de la vivienda que su exmujer compartía con los dos hijos pequeños de ambos en Valga ya tiene fecha para ser juzgado. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra acaba de fijar la vista para los cinco días comprendidos entre el 6 y el 10 de marzo del año que viene. El sorteo de los miembros que compondrán el jurado popular, en cuyas manos estará el futuro del autor confeso de la muerte a tiros de su antigua pareja, su excuñada y la madre de ambas en presencia de los dos niños, tendrá lugar bastante antes: el próximo miércoles.Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día.
Abet se enfrenta a tres delitos de asesinato, uno de tenencia ilícita de armas y otros dos por haber provocado una grave enfermedad psíquica a sus hijos, que entonces tenían cuatro y siete años. Las cuatro acusaciones —además de la familia de las víctimas y de la Fiscalía, la Xunta y la fundación Amigos de Galicia se han personado en el procedimiento— solicitan que se le imponga el régimen de prisión permanente revisable.
En su auto, la Audiencia expone los hechos que el jurado tendrá que valorar, junto a las pruebas y testimonios que las diferentes partes proponen para el desarrollo de la vista. Entre ellos se encuentra el de Kandioura Cisse, el vidente africano al que el acusado recurrió para que emplease sus conocimientos de magia negra contra su exesposa. El relato de lo ocurrido aquel 16 de septiembre resulta estremecedor. El hombre, que tenía entonces 45 años, había adquirido un revólver Ruger modelo SP101 del calibre 32 largo. El arma se hallaba en perfecto estado, aunque su número de identificación había sido borrado. También se había hecho con una caja completa de munición. Poco antes de las ocho de la mañana, se presentó en la aldea de Carracido donde vivía Sandra Boquete, de la que se había divorciado en enero del 2018. Era lunes, y el individuo sabía perfectamente que a esa hora la mujer cogía el coche para llevar al colegio a sus dos hijos. Así que detuvo su vehículo de forma que bloquease el acceso a la casa y aguardó de pie, a su lado, a que se abriese la puerta del garaje. Fue así como la primera víctima se vio acorralada al volante sin poder hacer apenas nada.
Abet se situó a la altura de la ventanilla de la conductora, le apuntó a la cabeza y le descerrajó un tiro en la cara. A continuación disparó otras tres veces, alcanzándola en el cuello y en el pecho. Los niños, que ocupaban los asientos posteriores, tuvieron que verlo todo.
Consumada la muerte, Abet se subió a su automóvil y abandonó el lugar. No había recorrido más que unos metros cuando se cruzó con otro vehículo en el que viajaban su antigua suegra, Elena Jamardo, y su excuñada, Alba Boquete, quienes se dirigían al domicilio a toda velocidad. No era para menos, ya que Sandra, preocupada, había telefoneado a su hermana antes de intentar abandonar la casa con los pequeños. El sujeto no dudó en dar la vuelta para perseguirlas. De vuelta en el escenario del crimen, recargó el revólver y sorprendió a las dos mujeres cuando trataban de auxiliar a Sandra, que ya no respiraba. Les disparó alternativamente. En cuatro ocasiones contra Elena, alcanzándola en la cabeza, el muslo y el pecho, y en tres contra Alba, a la que hirió en la cabeza, en el pecho y en un hombro.
El auto judicial subraya que, cuando concluyó la matanza, «que también fue presenciada por los hijos menores del investigado, les dijo que esperasen allí hasta que llegase la Guardia Civil, y abandonó el lugar en su coche». El documento de la Audiencia recoge que Abet fue plenamente consciente de la presencia y proximidad de los pequeños «en el momento de matar a su madre, a su tía y a su abuela, siendo también consciente de que tal traumática y violenta visión menoscababa gravemente su integridad psíquica, produciéndoles secuelas de gravedad, dada su corta edad y la vinculación familiar con las víctimas». María Elena tenía 57 años; Sandra y Alba, que llevaba tres meses conviviendo con su novio, 39 y 27.
Entre los factores que pueden agravar la responsabilidad del acusado la Audiencia cita su grado de parentesco con las víctimas, el hecho de que las muertes se ejecutasen en presencia de los niños y el «profundo odio y desprecio que sentía hacia su exesposa, a la que vejaba, insultaba y cosificaba continuamente, llamándola y enviándole mensajes amenazantes y denigrantes». Al concluir el tiroteo, él mismo envió varios mensajes para referir lo que acababa de hacer. El vidente africano fue, por ejemplo, destinatario de un mensaje de voz en el que Abet presume, se ríe y afirma que las tres mujeres «estaban para enterrar, sin necesidad de utilizar camello alguno ni de esperar 24 horas». El auto añade que lo ocurrido se debe «al mero hecho de ser las víctimas mujeres» y atribuye al investigado la intención de «hacer patente su sentimiento de superioridad respecto de ellas».
Por contra, entre los posibles atenuantes se cita el estado de alteración psíquica, arrebato y obcecación en el que se encontraba Abet cuando acudió a la aldea de Carracido. También la llamada telefónica que realizó poco después del brutal crimen que había cometido, comunicando a la Guardia Civil su intención de entregarse y la dirección de su madre, en cuyo domicilio se había refugiado; su colaboración a la hora de encontrar el arma, que había arrojado al río Tambre, y su supuesta intención de reparar el daño ocasionado a los familiares de las víctimas.
La Voz de Galicia
0 comentarios