La embarcación Gina pesca en el Ulla la primera lamprea de la temporada.
El único ejemplar capturado hasta ahora se fue para Casa Farrucán
Días secos y muy fríos. Esas son las mejores jornadas, dicen quienes saben de esto, para capturar lamprea. El extraordinario pez, un anacronismo vivo, suele lanzarse a remontar los ríos cuando se dan esas condiciones y su pesca se vuelve, por lo tanto, más sencilla. Así que si la campaña de la lamprea hubiese comenzado hace unos días, dice Pepe Barreiro, es posible que la primera jornada se hubiese cerrado con más capturas que las registradas este viernes, cuando en las nasas butrón lanzadas por los barcos que iniciaron la temporada solo emergió un ejemplar de este apreciado producto.
Lo pescó la embarcación Gina, con Pepe Barreiro a bordo. «Polo menos, xa lle vimos a cara á lamprea», señalaba él con buen humor. La venta la tenía asegurada: en Casa Farrucán, un negocio de hostelería que le tiene el truco cogido a la preparación de este manjar, estaban interesados en comprar todos los ejemplares disponibles. Y es que la lamprea tiene auténticos devotos que están ansiosos por poder probarla. Finalmente solo pudo llevarse una, la única capturada durante la jornada. La pagó a 80 euros más IVA, y eso que a Barreiro le llegaron ofertas más suculentas que desechó porque a los buenos clientes, dice, hay que cuidarlos.
Cuenta Barreiro que el suyo fue uno de los tres barcos que iniciaron la campaña de la lamprea. Otras tres embarcaciones que habitualmente se lanzaban al Ulla desde el primer día están varadas definitivamente: sus propietarios se han jubilado y no han encontrado a quien dar el relevo. Los otros barcos que tienen permiso para pescar este recurso están en estos momentos trabajando con el bou, un arte que les resulta más rentable, y se irán incorporando al río poco a poco. El del valeiro es, cada vez más, un oficio en peligro de extinción.
Aún así, Barreiro se aferra al optimismo. Asegura que los dos últimos años fueron cortos de capturas, pero no porque no hubiese lamprea sino porque las cadenas de temporales impidieron a los barcos salir a trabajar con normalidad. «De feito, cando saíamos se pescaba; parecía que o río se estaba a recuperar despois da seca duns anos atrás», relata.
Este año, de nuevo, el río lleva agua y este valeiro cesureño confía en que la temporada vaya bien. «Se non é boa, polo menos que quede en regular», señala un profesional que reconoce que el sector tiene que pelear contra un sinfín de obstáculos, como la nueva veda de la anguila que se prolonga durante seis meses y que, «a verdade, nos fai quedar a dúas velas».
La Voz de Galicia
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