Una familia de Pontecesures acoge a un migrante al que le negaron la petición de asilo: «É un rapaz de 22 aniños… Como o iamos deixar quedar só na rúa?».

Publicado por Redacción en

Manuel y María Luz abrieron las puertas de su casa a Assane, un rapaz senegalés con el que su familia trabó amistad tras su llegada a Valga

Asus ochenta y tantos años, a Antonio a veces los pies le engañan. Pese a su andar titubeante, este vecino de Valga sigue saliendo de casa para dar paseos y hacer recados. Un día, cuando se dirigía a la farmacia, su camino se cruzó con el de Assane Sall, uno de los migrantes alojados desde diciembre en el hotel Corona de Galicia. «O rapaz veu que o meu pai tiña algunhas dificultades para caminar e foino acompañando», explica Manuel el hijo de Antonio. Aquel encuentro iba a cambiar su vida. Y la de muchas otras personas. Empezando por el propio Assane, quien tras ver rechazada su petición de asilo, se veía solo y en la calle. Sin embargo hace una semana vive en casa de Manuel y María Luz un matrimonio de Pontecesures que lo ha acogido y que está dispuesto a acompañarlo en un camino que, bien lo saben, no estará libre de dificultades y obstáculos.

Pero vayamos por partes. Los padres de Manuel viven al lado del Corona de Galicia. Antonio no tardó en darse cuenta de que el rapaz que había conocido en su viaje hacia la farmacia solía estar solo. «A maioría dos que están aí tiñan xa un grupo de amigos pero el non coñecía a ninguén», cuenta Manuel. Sus padres y los vecinos de estos fueron, poco a poco, haciendo migas con un muchacho sonriente y tímido del que los mantenía apartados por el idioma. Pero no hay barrera que no se salte si hay ganas de hacerlo: aunque Assane apenas sabía unas palabras en español, pese a que sus nuevos amigos no sabían ni pizca de francés, consiguieron ir tendiendo puentes. «Eu, que vou ver aos meus pais todos os días, coñecino alí», cuenta Manuel.

La historia del muchacho lo conmovió: con 22 años, ya lleva vividas demasiadas pesadillas. Salió de su país, Senegal, por un conflicto entre familias y una amenaza de muerte. Cruzó el mar desde Dakar hasta Tenerife en un cayuco. «Pasou oito días no mar, catro sen comer», les había contado. Tras un mes en la isla, fue enviado a Alcalá de Henares, «e alí puido conseguir un teléfono e falar coa súa nai». Dos meses después llegó a Valga.

«Fumos coñecendo ao rapaz e conlléndolle aprecio, porque é moi bo, sempre quere botar unha man» cuenta Manuel. Así que él se alegró cuando el muchacho llegó un día y le comunicó que se marchaba a Huelva. «Pensei que era unha boa noticia. Mesmo fun comprarlle uns tenis para que os levase», recuerda Manuel. Y su hija Soraya, quiso regalarle también una chaqueta. «Cando lla fun levar vin que algo non ía ben, que estaba moi triste, moi angustiado», recuerda ella. «Le conte mi problema» apunta Assane en su vacilante español: habían rechazado su petición de asilo y tenía que marcharse. Como no tenía donde ir eligió Huelva, hacia donde iba otro de los migrantes alojados en el Corona de Galicia, «No amigos, no familia, no casa», decía el rapaz.

A Manuel aquella revelación le puso los pelos de punta. Al principio pensó estar entendiendo mal «Pero que lle fan a esta xente? Como ían deixar a este rapaz, que é un neno, só na rúa?». Así que fue al centro de refugiados a confirmar la historia y, tras hacerlo, decidió que algo tendría que hacer. «Marcha aquel día; ás oito da tarde saíalle o autobús dende Santiago», recuerda Manuel. Así que se fue a su casa y le expuso la situación a María Luz, su mujer. «Ou deixamos que se vaia por aí, só, ou acollémolo, Ti que dis?, le planteó. El matrimonio tiene dos hijos: Soraya y Manuel. Pensando en ellos, tomaron la decisión que ya conocen: desde hace aproximadamente una semana, Assane vive en su casa. «Cando llo fomos comunicar ao centro, non lles pareceu moi ben.. Pero a el cambioulle a cara cando lle dixemos que podía quedar connosco» cuenta Manuel. «E se sae mal? dicíannos. Pois hai tantas cousas que poden sair mal…Non?», sigue narrando.

Desde que llegó a casa, Assane no ha dejado que dar muestras de agradecimiento. «Se varres, quítache a escoba da man e ponse el a facelo» cuenta su «familia española». «Non estamos a falar dun bebé, que da moitos traballos. Falamos dun rapaz ao que imos tentar axudar a buscar un futuro», De entrada, han encontrado una academia al lado de casa donde el joven ha empezado a recibir clases de español. «Na casa non cambiou nada. O único que madrugamos máis, porque el se levanta ás cinco da mañá para rezar, e agora que ven o Ramadán non pode comer en todo o día. Nós somos ateos, pero respectamos as súas crenzas», cuenta María Luz.

A Assane, que llegó a España con algunos estudios, le gustaría poder formarse y trabajar como mecánico. «Pero para iso, como para traballar, ten que ter papeis…As normas están moi mal montadas, meten a esta xente nun círculo vicioso», explica Soraya. No puede ocultar lo orgullosa que está de su familia. «Cando Assane fale un pouco mellor español teño que explicarlle que non todo o mundo aquí e como os meus pais», dice esbozando una sonrisa.

Son las once de la mañana. Assane y Manuel salen a dar un paseo. «O fútbol non lle gusta, pero a ximnasia si, dá unhas piruetas impresionantes», señala. Visitan a los abuelos y, de vuelta a casa, usan Google Earth, para ver la aldea de Assane. Allí quedaron sus padres y tres hermanos pequeños, «Igual non os volve a ver máis, porque non quere voltar a Senegal. Cada vez que o penso, sinto pena por todos eles», dice Manuel.

La Voz de Galicia


1 comentario

Charo · 1-03-2025 a las 12:38

Terrible historia, menudas penurias pasan… Larga vida para Maria Luz y Manuel, grandes personas, más hacen falta..

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.